La trampa del aire acondicionado: la obsesión por el frío calienta el planeta
Ni Albert Einstein ni Alexander Fleming ni Thomas Edison. Algunos creen que el gran inventor de los últimos doscientos años es Willis Carrier, el creador del aire acondicionado. Durante el agobiante verano de 1902 en Nueva York, este joven ingeniero sudaba la gota gorda buscando una forma de remover la humedad de una fábrica de Brooklyn cuando ideó el mecanismo que cambiaría para siempre nuestra relación con el calor. Los fundamentalistas del aire acondicionado tienen sus razones para rendirle pleitesía al padre de la refrigeración.
Su aporte para controlar la temperatura en los ambientes generó un profundo cambio demográfico en regiones hasta entonces inhabitables por el calor y desencadenó una verdadera revolución de modernidad en muchos países tropicales. Incluso la revista Time llegó a distinguir a Carrier como uno de los personajes más influyentes del siglo XX.
Lo dicho: el aire acondicionado es un invento que en su momento literalmente transformó al mundo. El problema es que ahora podría volver a hacerlo. Y no en el buen sentido: el uso indiscriminado de estos equipos demanda una cantidad de energía eléctrica tal que hoy muchos especialistas lo señalan como la nueva amenaza en la lucha contra el cambio climático.
Suena paradójico pero es así: nuestra obsesión por el aire frío está calentando el planeta. Cuanto más calor hace, más usamos el aire acondicionado. Y cuanto más usamos el aire acondicionado, más calor hace. "Con la llegada de las altas temperaturas veraniegas aumenta el uso masivo del aire acondicionado. En consecuencia, se incrementan las emisiones de dióxido de carbono y sube la temperatura exterior de las grandes ciudades debido al calor emitido por estos aparatos", advierte un informe de la World Wildlife Fund (WFF).
"Efectivamente, los aire acondicionados fueron un gran invento y hoy son un gran problema. En Argentina constituyen el segundo consumo eléctrico después de las heladeras, pero con agravantes: cuando hace mucho calor se generan picos de consumo que hacen colapsar el sistema eléctrico. Y además su expansión es vertiginosa y apantalla otros problemas como la construcción inadecuada de viviendas y edificios", explica a la nacion Salvador Gil, director de la carrera de Ingeniería en Energía de la Universidad Nacional de San Martín.
Si miramos hacia adelante, el panorama luce abrasador: según estiman desde la Agencia Internacional de Energía, actualmente hay 1000 millones de equipos de aire acondicionado en el mundo. Algo así como uno cada siete habitantes. Sin embargo, para 2050 la cifra ascenderá a 4.500 millones de equipos. En este escenario, según las proyecciones de la AIE, la refrigeración del aire será responsable del 13% de las emisiones globales, lo que pondría en serio riesgo los esfuerzos por combatir el calentamiento global.
De todas formas, el consumo descontrolado de energía ya es un problema del presente. Estados Unidos, la meca del A.C., utiliza la misma cantidad de electricidad en refrigeración que lo que usa Gran Bretaña en todas sus actividades. Y el año pasado durante una ola de calor en Beijing el 50% de la capacidad energética llegó a destinarse a los equipos de aire. Ni siquiera hay que irse tan lejos para entender el impacto que supone una vida climatizada: en Argentina, cada verano el maltrecho sistema energético queda al borde del colapso, con cortes que afectan a millones de personas. Hoy, como suelen reconocer fuera de micrófono los especialistas en energía, "estamos en manos del clima".
La otra grieta
Silencioso, el aire acondicionado se volvió parte de nuestra cotidianeidad alcanzando niveles insospechados. Por ejemplo, en muchas oficinas y en habitaciones de hotel, tenemos la libertad de regular la temperatura del A.C. pero no podemos abrir las ventanas: están bloqueadas.
Pero no siempre fuimos rehenes del fundamentalismo del aire acondicionado. Según las cifras de la AIE, hasta 1990 había apenas 400 millones de equipos en el mundo, concentrados en su gran mayoría en EE.UU. Y si bien en los últimos años –con el abaratamiento de los equipos domiciliarios y los planes en cuotas– el aire parecía haber ganado la pulseada, el tradicional ventilador comienza a recuperar terreno en las preferencias de muchos consumidores. Por cuestiones de bolsillo, pero también ambientales.
Para refrigerar los espacios interiores y no agravar el cambio climático, la propia WWF propone el uso de los ventiladores de techo, además de mejorar la ventilación natural y de reducir el uso de la iluminación artificial, entre otros consejos. "Un ventilador de techo consume 20 veces menos energía que un aire acondicionado típico", compara Gil. Y agrega: "Un vecino de Buenos Aires, usando el ventilador los días de temperaturas entre 25°C y 29°C, generaría un ahorro de casi el 90% de energía en refrigeración. Otra alternativa interesante es el climatizador evaporativo, que consume entre 10 y 15 veces menos que un equipo de aire acondicionado".
De cara al verano, otra sugerencia válida a la hora de elegir cualquier tipo de electrodoméstico es mirar siempre la etiqueta de Eficiencia Energética y comprar el más eficiente. Para evacuar dudas, Fundación Vida Silvestre lanzó toptenargentina.org, una completa herramienta online que permite consultar y comparar cuáles son los electrodomésticos más eficientes del mercado local.
Un detalle final que quizás sea más evidente que el lento pero peligroso aporte de este invento al cambio climático. La instalación de los compresores en las fachadas está arruinando el patrimonio urbano de la ciudad. Si es que ya no lo hizo por completo. Otro costo que deberíamos considerar antes de caer en la trampa del aire acondicionado.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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