La trágica historia de Charla Nash, la mujer a la que un chimpancé le arrancó la cara: “No puedo hacer nada sola”
El animal le destrozó varias partes del cuerpo; sin embargo, la víctima logró sobrevivir; el hecho sucedió en 2009
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“Mi chimpancé se está comiendo a mi amiga”, fue la escueta, pero horrorizante frase que dio inicio a esta historia, que bien podría haberle servido de inspiración a Pierre Boulle para escribir su exitosa novela El Planeta de los Simios. Desde Ham, el primer chimpancé astronauta que viajó al espacio, hasta Travis, el tierno y letal animal que atacó brutalmente a una mujer en Estados Unidos hasta arrancarle la cara, esta especie se convirtió en la protagonista de cientos de historias de ficción y de unos cuantos relatos de horror.
Con un 99% de coincidencia genética con los humanos, de acuerdo con un consorcio científico internacional, los chimpancés desafiaron las leyes de la naturaleza para pasar de vivir en las extensas áreas de África tropical a hacer parte de numerosos hogares en todo el mundo.
Algunas personas se han tomado muy a pecho la casi innegable relación de parentalidad que durante millones de años la ciencia trató de explicar entre la raza humana y las diferentes especies de simios. Tanto así que les abrieron las puertas de sus casas y hasta los bautizaron como dignos integrantes de sus familias.
No obstante, varios sucesos a lo largo del mundo demostraron que incluso los más inofensivos parientes pueden llegar a protagonizar agresivos y traumáticos momentos, que ni siquiera las cirugías estéticas o la terapia psicológica pudieron sanar. Hay cicatrices que simplemente trascienden en el tiempo para demostrar que la desgracia toca a la puerta cuando menos se la espera, y sobre todo, por quien menos se desea.
Charla Nash lo sabe muy bien. Una tarde del año 2009, su vida dio un giro inesperado cuando fue salvajemente atacada por un chimpancé que le arrancó la cara y las manos. A partir de ahí, su segundo hogar han sido los hospitales y sus mayores aliados, los cirujanos plásticos.
El olvido no fue su consigna a lo largo de una década. La justicia y la no repetición, por el contrario, fueron la cura para su tragedia. Su historia conmocionó al mundo no solo por la infinidad de complicaciones médicas que giran alrededor de su caso, sino por el controversial tema que puso nuevamente sobre la mesa: la tenencia de primates como mascotas. Con un cúmulo de heridas a sus espaldas, Charla se erige como una víctima de la naturaleza. Para ella ahora “es muy difícil vivir. Ni siquiera vivir, medio vivir”, de acuerdo a las declaraciones que otorgó al diario Boston Herald en 2014.
Aunque su futuro permanece incierto, la pregunta que surge es ¿cómo terminó una mujer sana con el rostro desfigurado, sin manos y con un grave trauma cerebral? Los acontecimientos son desgarradores, pero su proceso es una muestra de valentía y resiliencia.
¿Quién era Travis, el ‘perpetrador’ del ataque?
Un santuario de chimpancés del estado de Misuri vio nacer al mítico Travis el 21 de octubre de 1995. Su estancia duró muy poco, ya que tan solo tres días después de su llegada al mundo, fue adoptado por quienes serían sus dedicados y amorosos padres, Sandra Herold y su esposo Jerome. Al estilo de ‘César’ en la aclamada película El Planeta de los Simios, Travis aprendió a adaptarse a la vida humana. Desde manejar la computadora, jugar con los vecinos, abrir las puertas con llave hasta manejar el auto de sus padres, el chimpancé se convirtió en un miembro activo de la comunidad.
Nada era imposible para el imponente animal de 90 kilos, quien se cepillaba los dientes y se sentaba a comer en la mesa junto a toda su familia. Incluso se valió de su inteligencia y carisma para protagonizar varios cortos publicitarios y programas televisivos. De simio domesticado a estrella de la pantalla chica, ¿qué podría salir mal?
Una pérdida desoladora
Todo iba viento en popa hasta que dos noticias desoladoras azotaron a Sandra en 2004. La muerte de su esposo por cáncer y el trágico fallecimiento de su hijo en un accidente automovilístico dejaron un vacío casi imposible de llenar.
Fue allí cuando Travis se convirtió en el simio de sus ojos. La persecución de Travis a un hombre que le arrojó un objeto al carro en el que se movilizaba junto a su madre adoptiva debió haber sido un presagio del violento acontecimiento que tendría lugar algunos años después. No obstante, en ocasiones el amor es ciego y obstinado, por lo que Sandra hizo oídos sordos a las advertencias y subestimó el peligro que podría llegar a representar su ‘hijo’ para la comunidad. El futuro le mostraría, de la manera más trágica, las consecuencias de sus decisiones.
El brutal ataque
Los operadores de la línea de emergencia no podían dar crédito de lo que escuchaban. Una mujer al otro lado de la línea no dejaba de pronunciar palabras que a oídos de los trabajadores del 911 sonaban como un relato de ficción. La frase que vino unos segundos después fue lo que les heló la sangre: “Mi chimpancé se está comiendo a mi amiga”, advirtió Sandra a las autoridades. No obstante, ya era demasiado tarde. La intempestiva fuerza del animal de 90 kilos ya había destrozado gran parte de la estructura ósea de la víctima. Era precisamente Charla Nash, quien acudió a la casa de su amiga y compañera de trabajo Sandra Herold para hacerle una visita.
Lo que parecía el tranquilo encuentro de dos amigas terminó convirtiéndose en una batalla campal entre un simio y una mujer de para esa época, 55 años. Al parecer, un juguete era el motivo de la disputa. Enfurecido y desorientado, el imponente chimpancé no dudó en arremeter contra la amiga de su ‘madre’, quien tomó en sus manos uno de sus juguetes favoritos.
Una lluvia de sangre, gritos, mordidas y golpes fue lo que antecedió a la llamada de emergencia de Sandra.”¡Por favor, apresúrense! Está matando a mi amiga. ¡Él arrancó su cara! ¡Está muerta! ¡Le arrancó en partes!”, fueron algunas de las frases que la mujer repetía incesantemente durante la llamada. Para cuando llegaron las autoridades, el panorama era simplemente desconcertante. Ni la nariz, los ojos, los labios, los párpados ni las manos pudieron anteponerse a la furia del simio. Pese a que Herold trató de frenar el brutal ataque, un palazo y tres puñaladas que Travis le propinó a Charla se interpusieron entre su objetivo.
Ante la sangrienta escena con la que se topó el primer oficial de policía en llegar, no tuvo más remedio que abatir al mono con cuatro disparos. Aunque la pesadilla había acabado, las secuelas perdurarían para siempre.
Un largo proceso de recuperación
Tras perder las manos, la nariz, los labios y parte de la estructura ósea de la cara, Charla tuvo que someterse a largas, costosas y dolorosas intervenciones quirúrgicas.
Aunque sus posibilidades de sobrevivir eran bajas, una vez más logró anteponerse a la muerte. En 2014, en diálogo con el diario Boston Herald, expresó que perdió mucha independencia: “Antes podía cambiar la rueda de un camión y ahora no puedo ni comer sola”. Su última aparición fue en 2020 donde se refirió a las acciones legales que estaría adelantando para abogar por leyes que prohíban a las personas adoptar simios como mascotas. Hoy es una sobreviviente más y su relato se ha convertido en una muestra de tenacidad, resiliencia y valentía.
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