Las primeras hermanas Hilton: eran siamesas, vivieron como estrellas y murieron en la pobreza
Las siamesas Daisy y Violet Hilton nacieron el 5 de febrero de 1908 en Sussex, Inglaterra, casi 100 años antes que Nicky y Paris Hilton, herederas del magnate hotelero Conrad Hilton. Aunque no existe parentesco entre ellas, las jóvenes mediáticas les robaron el título de las verdaderas y originales “hermanas Hilton” para enterrarlas en el olvido.
La madre de Daisy y Violet, Kate Skinner, tenía 21 años y trabajaba como mucama cuando tuvo un romance fugaz con el hijo de la familia adinerada que la empleaba. Según las normas de la época, ella sabía que su relación estaba prohibida, pero no pudo resistir a la tentación. Algunas semanas después, confirmó que estaba embarazada y se convenció que su error tendría consecuencias devastadoras para la gestación.
En el parto, al ver que sus hijas eran siamesas, algo que en 1908 era considerado como una monstruosidad, quedó horrorizada: estaba segura de que se trataba de un castigo divino por lo que había hecho.
Daisy y Violet nacieron unidas en la región lumbar pero no compartían órganos, condición que les pronosticaba una vida saludable y sin demasiadas complicaciones. Pero Skinner rechazó a las bebés al momento de nacer y quería deshacerse de ellas. Por esa razón, ofreció a las niñas a la partera, Mary Hilton, que accedió a pagar unas monedas a cambio de llevárselas.
Así, Daisy y Violet adoptaron el apellido Hilton, aunque no fue producto de un gesto de amor: la partera las acogió como una inversión, porque no tenía buena posición económica para mantener a las gemelas. Cuando las hermanas crecieron unas semanas, empezó a exhibirlas en un bar a cambio de dinero como si fueran atracciones de un circo.
Un tiempo después, decidió exponerlas en Roses’s Royal Midgets Fame, un espectáculo financiado por el empresario estadounidense Ike Rose, donde Daisy y Violet fueron presentadas como aberraciones de la naturaleza junto a otras 25 personas consideradas rarezas biológicas.
Ese fue el primer encuentro de las hermanas Hilton con el vodevil, un género de teatro de variedades que existió entre los años 1880 y la década de 1930, que mezclaba un tipo de comedia ligera con números musicales.
Daisy y Violet aprendieron a tocar varios instrumentos entre los que se destacaban el clarinete y el saxofón, y comenzaron a sobresalir por su belleza y talento. Mary no pudo usufructuar por mucho tiempo el negocio que había imaginado con las siamesas: murió a los pocos años de su nacimiento, en 1915.
Entonces, Edith Hilton, la hija biológica de Mary, que estaba casada con el productor de espectáculos Meyer Meyers, vio el potencial artístico de las gemelas y las adoptó.
Los Meyers llevaron a Daisy y Violet a Estados Unidos donde fueron representadas por el agente William Oliver, en una gira circense a principios de la década de 1920 en la que causaron gran sensación. Las siamesas Hilton recorrieron el país como parte del show de fenómenos y llegaron a ser muy reconocidas.
En 1925, Oliver les consiguió un lugar en el circuito de teatros, que incluía al Metro-Goldwyn-Mayer Theater (MGM), y recibieron un pago de 2500 dólares a la semana, una suma que muy pocas estrellas de vodevil tenían el privilegio de cobrar. Allí se cruzaron con Bob Hope, el famoso artista norteamericano que recién estaba dando sus primeros pasos en el mundo del espectáculo.
En 1931, el escándalo llegó a la vida de Daisy y Violet cuando salieron a la luz diversas pruebas que confirmaban que Oliver abusaba de ellas. En consecuencia, la esposa del agente le pidió el divorcio.
Además, los Myers fueron acusados de explotación por lucrar de forma indebida con las siamesas, además de mantenerlas en condiciones muy similares a la esclavitud. Daisy y Violet los demandaron en un juicio muy recordado y lograron independizarse de sus tutores, quienes debieron pagarles 80.000 dólares como compensación. El litigio acaparó la atención de los medios de comunicación y esta situación hizo que las hermanas fueran todavía más famosas.
La popularidad de las siamesas Hilton las llevó a protagonizar, en 1932, la película Freaks (conocida en Latinoamérica como Fenómenos), una de las producciones de Hollywood más controvertidas de todos los tiempos. Dirigida por Tod Browning, narra una historia de amor, traición y venganza protagonizada por una trapecista y un enano de circo. La particularidad del film reside en que la mayoría del elenco está compuesto por personas con discapacidades físicas e intelectuales, salidas de los espectáculos de fenómenos que formaban parte del paisaje cultural de los Estados Unidos de aquel tiempo.
La película causó un gran revuelo en su país y además generó una gran conmoción alrededor del mundo. Como ejemplo, en Reino Unido estuvo prohibida por más de 30 años. Para Browning, quien había lanzado a la fama a Bela Lugosi con Drácula en 1931, significó el declive de su carrera: siete años después del estreno se retiró del cine.
Freaks buscaba ser la respuesta del estudio MGM a los éxitos de su adversario, Universal, y fue concebida y promocionada como una película de terror, aunque finalmente resultó ser un oscuro melodrama.
En el rodaje, Daisy y Violet eran las que gozaban de mayor estatus artístico. Tal es así, que fueron las únicas a las que se les permitió seguir almorzando en el estudio después de que los empleados de MGM pidieran a los directivos que los “fenómenos” comieran en otro lugar.
Los años 30 fueron una época gloriosa para las siamesas, que convirtieron su problema físico en el principal atributo de su carrera. Daisy se tiñó el pelo de rubio para que no la confundieran con su hermana. Cualquier excusa era buena para mostrarse en los medios y obtener publicidad gratis para el espectáculo de vodevil que protagonizaban. La prensa calculaba que las gemelas ganaban 5000 dólares a la semana.
Pero lo que generaba más curiosidad en el público era su vida sentimental. Circulaban infinitos rumores que afirmaban que eran “devoradoras de hombres” y que, además, compartían parte del sistema nervioso, por lo que podían sentir lo mismo. Conocieron al célebre mago Harry Houdini y, según el mito, éste les enseñó a separarse mentalmente para que cada una pudiera tener relaciones sexuales sin molestar a la otra.
En 1934, Violet anunció su compromiso con Maurice Lambert, el abogado que había conseguido que las hermanas pudieran emanciparse. El sueño de tener una pareja estable se esfumó porque la Oficina de Licencias Matrimoniales de Nueva York les informó que, dadas “las circunstancias especiales del caso”, no podía autorizar la boda. Violet y Lambert intentaron casarse en otros 20 estados pero obtuvieron la misma respuesta. El abogado, cansado de las negativas, dejó a la novia.
Pero Violet estaba decidida a casarse y, en 1936, lo consiguió. Durante la Exposición del Centenario de Texas, en la que se celebraban los 100 años de la independencia de ese estado norteamericano, Violet contrajo matrimonio con James Moore. La felicidad duró solo siete semanas, porque Moore pidió la anulación. Fue un final brusco e indeseado, pero tuvo sus ventajas cuando la historia de la siamesa “desesperada por casarse” llevó a las hermanas Hilton a unos de los picos más altos de su fama.
La experiencia matrimonial de Daisy fue aún más breve que la de su hermana. Al contrario que Violet, consiguió el permiso del estado de Nueva York para casarse y, en 1941, lo hizo con el bailarín Buddy Sawyer. Se separó 10 días después.
El emprendimiento gastronómico de las hermanas Hilton
Hacia finales de la década de 1940, la fama de Daisy y Violet empezaba a desplomarse. Y como no conseguían trabajar en películas ni en teatros, consumieron toda su fortuna. Con los pocos ahorros que les quedaban, abrieron un local de venta de hot dogs en Miami llamado Hermanas Hilton. Al principio, el negocio tuvo un relativo éxito, pero al poco tiempo comenzaron a ser boicoteadas por colegas gastronómicos que las acusaban de “monstruos”.
En ese momento, llegó una propuesta de Hollywood para intentar rescatar su carrera. En 1952, protagonizaron su segunda película, Encadenadas de por vida, que cuenta la historia de dos siamesas que se enamoran del mismo hombre. Y cuando una se casa con él, la otra lo mata. El núcleo de la narración gira en torno a la cuestión de cómo encerrar en la cárcel a la asesina sin que la otra gemela termine presa. Lamentablemente, fue un rotundo fracaso y el público norteamericano comenzó a olvidarse de a poco de las célebres hermanas.
En 1960, las siamesas reaparecieron y vivieron un último suspiro de fama cuando participaron en la campaña presidencial. Recorrieron el país, Violet apoyando a Kennedy y Daisy, a Nixon. Fueron los vestigios de la gloria que supieron conseguir en las décadas pasadas, porque ese año terminaron en la indigencia luego de ser víctimas de individuos inescrupulosos que les arrebataron el poco dinero que les quedaba.
Arruinadas y en la bancarrota, fueron amparadas por el gerente de un supermercado que las empleó como cajeras y repositoras. El 4 de enero de 1969, mientras vivían en un pequeño remolque, Daisy contrajo la gripe de Hong Kong y murió sin tener la oportunidad de una asistencia médica. Unos días más tarde, Violet siguió sus pasos. Como los escasos fondos de las hermanas no podían cubrir el costo del entierro, compartieron la tumba con Troy Thompson, un joven que murió en Vietnam.
Doce y catorce años después, nacieron París y Nicky Hilton, las controvertidas jóvenes mediáticas que les arrebataron el título de verdaderas y originales “hermanas Hilton” a Daisy y Violet para sepultarlas en el olvido.
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