Libros, plantas, comida vegana y una misteriosa historia que dio lugar a un original emprendimiento.
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Meses antes de que se desatara la pandemia por el Covid-19 a nivel mundial, Joaquín Santos y su novia Noel Apesteguía tenían planes para volver a la Argentina, su país natal. Habían hecho un importante trabajo de registro audiovisual mientras recorrían Europa y mostraban el lado B de los países que visitaban. Sin embargo, el confinamiento obligatorio los obligó a pensar en alternativas para poder sostenerse en Barcelona, España, donde habían quedado varados.
“El mundo estaba frenado, entonces se nos ocurrió la idea de abrir una tienda online de plantas, ya que a los dos nos encantan. Mientras estábamos con la mente direccionada en ese sentido pensamos: qué lindo sería salir a tomar algo a un vivero ¿no? Nos reíamos, pero era un deseo que tenía un componente importante de realidad. Y así fue que la loca idea de montar un vivero bar fue tomando forma. Y finalmente, luego de meses de búsqueda, dimos con un espacio que se ajustaba a nuestras necesidades”, relata Noel.
La crisis y las oportunidades
Convencidos de que con la crisis también llegaría la oportunidad, pusieron manos a la obra. Con la pandemia lamentablemente muchos bares y comercios cerraron en Barcelona. “Acá se compran los traspasos -una suerte de llave de comercio con licencia, como hacen los taxis en Argentina- y hay una determinada cantidad por barrio. La verdad es que todos los que veíamos eran muy caros. Hasta que nos topamos con un local que no tenía licencia, pero que quedaba con una licencia libre para bar con restauración. Así que empezamos con todos los trámites que pide el ayuntamiento. Contratar arquitectos técnicos que tramitaran la licencia, empresas que firmaran la instalación eléctrica, poner ventilación mecánica, arreglar todo lo que faltaba, pasar pruebas de audiometrías etc. Pasamos por todo esto y por fin, tres meses después tuvimos la licencia en esa esquina que hacía tres años nadie abría, justamente por falta de licencias”.
El bar, ubicado en una esquina del barrio Eixample, abrió sus puertas un viernes 18 de diciembre. Y vale la pena leer de primera fuente cómo fueron los días previos a la gran inauguración. “No podemos evitar reírnos cuando recordamos aquellos momentos. La inauguración estaba programada el jueves 17 de diciembre. Ese mismo 17 estaban nuestros amigos limpiando el piso salpicado de pintura y otros ordenando. Fue hermoso porque era una gran familia, esa que no tenemos de sangre pero que armamos acá. Abrimos el viernes 18. Teníamos todo listo: cocinero, un encargado y tres mozos. Faltaban tres horas para la inauguración y nos enteramos que, a partir del lunes siguiente, solo podríamos abrir de 7 a.m. a 9 a.m. y de 13:30 p.m. a 15 p.m. Cancelamos el contrato del cocinero automáticamente. Con mi prima nos metimos en la cocina, hicimos todo lo mejor que nuestra familia e Instagram nos había enseñado”.
Noel no perdió tiempo. Tomó su celular y tipeó cómo decorar un plato. Por su parte, Joaquín hizo el servicio de sala y ofició de encargado la barra. El esfuerzo valió la pena y salió todo perfecto. Los siguientes dos meses se reinventaron: hicieron dulces, vendieron algunos desayunos y pensaron cómo mantenerse en pie. Finalmente, cuando llegó el momento en que pudieron abrir como bar botánico -el primero de España-, el lugar explotó de gente. “No lo esperábamos y no lo podemos creer todavía. Hoy tenemos tres camareros, un encargado y dos cocineros”.
Carta y presentación
Su carta de presentación es ser el único bar botánico de España. Allí se puede comer y beber, aparte de comprar todo tipo de plantas. Lo llaman hibridación de negocios y, en este caso, se trató de fusionar el buen momento que vive el mundo de las plantas decorativas con una oferta gastronómica vegetariana y vegana con acento argentino. El concepto detrás siempre estuvo claro: “abrir un lugar donde la vegetación se vea, se respire, se come y se beba. Por muy argentinos que seamos, podemos ofrecer cocina vegetariana y vegana de calidad”, dice con orgullo Joaquín.
Se especializan en burguers veganas y bowls. De las primeras, la más pedida es “La del Tano”, una hamburguesa casera de 200 grs de lentejas, zanahoria, cebolla caramelizada, tomate seco con un toque ahumado, rúcula y provolone argentino. También ofrecen tapas, bastones de boniato con salsa brava de autor; chipás, que la gente ama y una provoleta con brócoli y chimuchurri.
La carta de tragos está desarrollada por Kevo Jacoby, un amigo argentino que es barman en uno de los mejores bares en Barcelona. Es una carta a base de hierbas y los cocktails van decorados con plantas. ¿El más pedido? La Suegra Fizz, el cóctel emblema de la casa: cítrico, aromático y refrescante, lleva gin, lima, hierbas, cardamomo y jengibre, servido con una planta de eucalipto.
Un nombre que guarda un secreto
Es original y llama la atención. El nombre del bar, La Suegra del Jardinero, tiene su razón de ser. “El día que trajimos las plantas al local, una señora de aproximadamente 75 años nos preguntó si nos había enviado el jardinero. Nosotros no entendíamos nada. Le contamos que íbamos a abrir un bar botánico y se presentó”.
— Yo soy la suegra del jardinero, pero él ya no está, dejó a mi hija sola. Si les interesa, les doy los libros que guardaba. Sé que tenía muchas anotaciones sobre los cuidados de las plantas que pueden ser de utilidad.
¿Casualidad o causalidad? Fiel a su palabra, la mujer llevó los libros y nunca más la volvieron a ver. “Hasta ese momento el bar se iba a llamar Plants & Bar. Pero sabíamos La Suegra del Jardinero era el nombre que debía llevar. Un nombre diferente y que todo el mundo recordaría. Nos la jugamos, teníamos claro que queríamos impactar y atraer a un público que busca hacer cosas diferentes, creativas y divertidas”, dice Noel.
En cuanto a la imagen de la mujer que decora paredes, vasos y demás objetos, aseguran que es real. Se trata nada más y nada menos que de la tía abuela de Noel, quien se prestó a ser la cara de La Suegra. Se llama Juana, no sabe que es famosa. Está en los vasos y la gente se saca fotos con la cara.
“Hola Suegra querida, ¿nos reservas una mesa para 5 esta noche?, nos dicen cuando nos llaman. Es muy gracioso. ¿Abrieron en pandemia?, nos repiten los europeos a diario. Se nota que son argentinos, no se quedan quietos, están reinventándose, son ingeniosos, arriesgados y emprendedores. Y realmente creo que sí, nuestra cultura y las circunstancias que vivimos como país nos enseñó a pelearla siempre y creer en que todo se puede aunque no haya ni una señal. Si algo sabemos es que toda crisis trae una oportunidad”.
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