La mujer, llamada Eve Wiley, decidió investigar más a fondo su historial médico y lo que halló la dejó sin palabras; su historia fue contada en un programa de la BBC
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Eve Wiley tenía 16 años cuando descubrió que fue concebida mediante un donante de esperma. La joven de Texas, Estados Unidos, se sorprendió, pero también se emocionó al saber quién era su padre biológico, ya que el esposo de su madre, a quien consideraba su padre, había muerto de una enfermedad cardíaca cuando ella tenía apenas 7 años.
Cuando conoció a su padre donante, la conexión fue instantánea: Eve comenzó a llamarlo “papá” e incluso ofició su boda. Pero, cuando años más tarde el hijo de Eve se enfermó, decidió investigar más a fondo su historial médico y encontrar más miembros de la familia mediante una prueba de ADN casera.
Lo que descubrió de sus medio-hermanos recién encontrados la horrorizaría primero y luego la llevaría por los congresos de distintos estados de EE.UU. para modificar el marco legal de la inseminación artificial.
Un día en la adolescencia estaba revisando los correos electrónicos de mi mamá y vi un montón de correspondencia de California Cryobank. Hice clic en uno y tenía mi fecha de cumpleaños. Allí supe que algo andaba mal.
Busqué California Cryobank en Google y me enteré de que yo era producto de inseminación artificial de un donante anónimo de esperma. Al principio estaba muy impactada, muy confundida. Siempre supe que había un secreto de familia. Lo que no sabía era que yo era ese secreto de la familia.
“¿Será ese el padre biológico?”
Enterarme de que mi padre biológico no era Doug, que ya había muerto, tenía un lado positivo. Volvía a tener la oportunidad de tener un padre. Cuando cumplí 18 años, envié mis registros médicos para intentar encontrarlo.
Mi mamá quedó embarazada de mí en los 80. Por entonces solo podían utilizar un donante local y no tenían información sobre él. Como somos de un pequeño pueblo del Estados Unidos rural, ella no quería caminar por la tienda y preguntarse: “¿Será ese el padre biológico?”.
Mis padres habían estudiado los perfiles de los donantes de California Cryobank y seleccionaron al número 106. Mi mamá todavía tenía la hoja, que solo proporcionaba características físicas, intereses, nivel educativo, tipo de sangre, y ya.
Con eso yo quería, como mínimo, mi información médica, y luego quería un padre. Quería una relación padre-hija. Le pedí a California Cryobank que, cuando contactaran al donante 106 para actualizar sus registros médicos, le enviaran una carta que cuidadosamente le había escrito.
Lo encontraron aproximadamente un año después, le pasaron la carta, él respondió y comenzamos a comunicarnos, primero por correo electrónico y después por teléfono.
Fue así que conocí a Steve, un padre cálido, amable, amigable y que estaba realmente interesado en mí. Fue maravilloso. Se sentía como un cuento de hadas. No iba a ser como todas las otras historias de terror que escuché.
La pista en el ADN de mi hijo
Después de casarme, quedé embarazada muy rápido y tuvimos a nuestro hijo Hutton, quien muy pronto se presentó con un montón de desafíos médicos y misterios que los doctores no podían resolver.
Cuando tenía 3 años le hicimos algunas pruebas genéticas y de ADN más extensas y resultó que Hutton era celíaco, una enfermedad autoinmune. Esto era algo hereditario y me dijeron que probablemente yo tenía el gen recesivo y por eso nunca se había manifestado en mí.
Fue una sorpresa porque nadie en mi familia o en la familia de Steve presentó ningún tipo de trastorno autoinmune. Los resultados de la prueba incluían un listado de personas con las que estaba relacionada genéticamente. Fue como “aquí estás tú y 3000 de tus parientes más cercanos”. Me voló la cabeza.
Un día, mi mamá me dijo “oye, Eve, creo que estos podrían ser medio-hermanos tuyos”. Empecé a conectarme con estos hombres, que eran mayores que yo.
Contacto al primer medio hermano, y mientras hablo con él, me dice que conoce a nuestro padre biológico y que es Kim McMorries, el médico de mamá. Ese hombre no entendía nada, pensé. McMorries era quien había hecho las inseminaciones artificiales.
Hablé con un posible segundo medio hermano y después con un tercero. El tercero me dice que no cree que seamos medio hermanos. “Me parezco a mi papá”, me contó, y luego se preguntó: “¿Y si somos primos hermanos?”. “Ok, cuéntame sobre tus tíos”, le pedí. “Solo tengo un tío, que de hecho es de cerca de donde tú creciste. Su nombre es Kim McMorries”. Mi mundo se detuvo.
Fingir o enfrentar la verdad
Vuelvo a mirar los resultados de ADN y solo significan una cosa, y esa cosa es que, efectivamente, Kim McMorries, el médico especialista en fertilidad de mi madre, usó su propio esperma en lugar de aquel del donante que mis padres seleccionaron y consintieron utilizar.
Fue muy impactante y desagradable porque hasta ese momento había tenido una historia tan feliz y hermosa con mi papá Steve, y sabía que nunca iba a poder tener eso con este médico porque hizo algo que se suponía que no debía hacer. Tenía mucho miedo de perder lo que tenía con mi papá Steve y de cómo esto afectaría y lastimaría a mi mamá.
Decírselo a ella fue muy difícil. Colgué el teléfono con mi ahora primo hermano y hubo un momento de “¿qué voy a hacer con esto?”, porque puedo fingir que nunca me di cuenta y todos felices.
Pero no. Inmediatamente, subí las escaleras y le dije “mamá, tengo que hablar contigo. Steve no es mi padre. Mi padre es Kim McMorries”. Quedó en estado de shock. Estaba temblando al punto de que mi esposo preguntó si llamaba a una ambulancia o la llevaba al hospital. “No puede ser. No él. Él nunca haría algo así. Es un buen hombre. Y eso no es lo que dicen mis registros médicos”, me contestó.
Nos tomó un tiempo separar realmente las dos cosas y decirle: “Mamá, puedes tener sentimientos opuestos sobre esto. Puedes estar tan feliz de que sea tu hija y a la vez muy molesta por el engaño en torno a mi concepción”. Él le había quitado a mi mamá el poder de decisión y se insertó en nuestras vidas de forma permanente sin consentimiento.
La excusa del doctor McMorries
No había un camino claro hacia una demanda penal o incluso civil, lo que me impactó. Le escribí una carta a McMorris en la que, amablemente, lo enfrentaba y le preguntaba cómo podía ser esto. Su respuesta fue: “Puede que hayas heredado parte de mi genética”.
Luego me dijo que ya no tenía los registros porque solo estaba obligado a conservarlos durante siete años, pero que como el esperma de los donantes del Cryobank no estaban funcionando, su mentor le sugirió que mezclara diferentes muestras.
Así que, según me dijo, fue a buscar sus viales de cuando él había sido donante, 13 o 14 años antes, y los usó. Su defensa era que mi mamá quería quedar embarazada, quería tener un hijo.
Si no había nada malo en usar su esperma, ¿por qué no dijo, ‘oye, estoy teniendo más éxito usando el mío?’. Podría haber sido completamente transparente sobre todo este asunto y la razón por la que no lo hizo es porque ella habría dicho que no lo quería.
En las notas médicas de una de mis medio-hermanas, McMorries puso que había utilizado una muestra fresca. Ella es unos meses mayor que yo, así que creemos firmemente que extraía su semen en su oficina e inmediatamente lo inseminaba en las futuras madres.
Hasta ahora, somos 13 medio-hermanos en total. Afortunadamente, después de esto, Steve y yo estamos todavía más cerca.
Con su caso, Eve Wiley logró que cambiaran las leyes en varios estados para que esta conducta sea penalizada. Una primera participación en el programa Outlook de la BBC le dio tanta visibilidad que decenas de personas se pusieron en contacto con ella para contarle que vivían situaciones similares.
Así, aunque su batalla legal empezó en Texas, su estado natal, Wiley ya ha conseguido que se modifique la legislación en 11 estados del país.
Su objetivo, le dice a BBC Mundo, es combatir la falta de rendición de cuentas en la industria de la fertilización.“Encontré un propósito en mi dolor, necesitaba hacer esto para sanarme y me siento orgullosa”, subraya.
La BBC contactó a Kim McMorries a través de su abogado para ver si quería responder a las acusaciones en su contra, pero no recibió respuesta.
* El testimonio personal de Eve Wiley está recogido en un episodio del programa de radio Outlook del Servicio Mundial de la BBC.
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