Parasite, el filme surcoreano que se alzó con el Oscar a la Mejor Película del año, se rodó en sets cinematográficos diseñados a la medida de la gran metáfora planteada por Bong Joon-ho.
Un callejón profundo y una mansión soleada. Una familia que disfruta de un jardín luminoso y otra, que padece inundaciones cuando llueve. Los escenarios del filme surcoreano Parasite hablan de la desigualdad de sus habitantes que transitan la fragmentada ciudad de Seúl. Ganadora del Oscar a la Mejor Película, la historia del contraste que plantea Bong Joon-ho en el filme también pone la lupa en una ciudad desigual.
Pequeños comercios, pasadizos subterráneos, calles húmedas con madejas de cables cruzados. Instantáneas de Noryangjin o Mangwon, los barrios en los que se inspiró el director para componer uno de los universos que conviven en Parasite. El otro, el de las colinas verdes donde abunda la luz natural, se llama Seongbuk, un suburbio exclusivo donde se filmaron los alrededores de la mansión de los Park, la familia millonaria. Esta zona es conocida por sus galerías de arte, embajadas y residencias amuralladas.
Sin embargo, tanto la casa de arquitectura moderna como la del callejón de la familia Kim no existen. Fueron creadas de acuerdo a los requisitos del director y bajo un meticuloso trabajo de dirección de arte, la categoría que también se alzó con el Oscar al Mejor Diseño de Producción. Lee Ha Jun, directora de arte, diseñó las casas en función de la luz, la entrada de sol, el movimiento de los personajes y la cámara.
En el caso del callejón, el set inundable se construyó con materiales impermeables. No fue un capricho del director. Fue otra metáfora del tejido urbano que predomina en Seúl, la ciudad que en 1988 experimentó un crecimiento desmedido por los Juegos Olímpicos. Desplazamientos de asentamientos precarios y nuevas edificaciones convivieron en esos años que acrecentaron las desigualdades. El sótano donde vive la familia Kim se conoce como banjiha, un parche que fue pensado como búnker para emergencias que luego se convirtió en una opción de vivienda.
En 2010 la ciudad sufrió un récord de inundaciones que afectó a más de 10 mil familias, una situación que retrata Parasite a partir de un lenguaje visual más que elocuente. El propio director de arte vivió en uno de estos semisótanos cuando estudiaba. En una de las entrevistas que dio luego de ganar el Oscar, contó que lo que más le impresionaba eran los retretes y la basura en la calle. Y entonces, para el filme, llenó el set de Aqua Studio de residuos orgánicos.
Al desastre natural de la inundación, se sumó la demolición de una autopista y un gran incendio, que contribuyeron a reforzar los contrastes en los que se inspiró Bong Joon-ho. En el área de la autopista ahora los vecinos disfrutan de un arroyo, construido sobre la traza del río Cheonggyecheon, y un parque lineal de más de 400 hectáreas, casi tres veces el tamaño del Hyde Park de Londres.
En tanto, ya nadie extraña la vieja autopista: Seúl cuenta con una red de subtes con 16 líneas y 9 trenes urbanos que transportan a más de 2.500 millones de pasajeros por año. Para representar la vida del millonario arquitecto Park, el director de Memories of murder (2003) tomó prestada la trama urbana del imperio chaebol, la ciudad tecnológica que se construyó sobre un basural. El polo donde se asientan empresas de celulares, videojuegos y sistemas es uno de los más pujantes de la ciudad y blanco de protestas de los jóvenes universitarios.
Epicentro de contrastes dentro y fuera del set, Seúl hoy es sinónimo de Parasite, un fenómeno cinematográfico que llevó a la pantalla la historia de la ciudad con guión propio.
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