La Provence fue el escenario de su infancia. Allí Charlotte Casiraghi vivió hasta la adolescencia, junto a su madre Carolina de Mónaco y sus hermanos, Andrea y Pierre, tras la trágica muerte de su padre Stefano, en 1990. Décadas después, la "princesa filósofa" regresó a aquella tierra, que en verano huele a lavanda, cedrón y romero, para escribir uno de los capítulos más felices y románticos de su vida: la boda religiosa con el productor de cine francés Dimitri Rassam.
Un mes después del casamiento civil en Mónaco, los novios eligieron la abadía de Sainte-Marie de Pierredon, en las afueras del pueblo de Saint-Rémy-de-Provence, para sellar su amor ante Dios. La abadía parece salida de un cuento: fue construida en 1200 y está situada en la cima de una colina, rodeada de doscientas hectáreas de bosque.
Para preservar su intimidad, Charlotte y Dimitri mantuvieron en secreto la localización hasta último momento y así lograron que la ceremonia fuera muy íntima, con familiares y amigos más cercanos como únicos testigos.
DOS DÍAS DE FIESTA Y UNA FERIA ESPAÑOLA
Según pudo saber ¡Hola!, el lugar de la fiesta posterior a la ceremonia también era un misterio para los invitados, que fueron citados en el campo y desde allí trasladados en vehículos a una finca, donde se unieron a los recién casados. El dress-code, tal y como rezaba la invitación, sugería ir de blanco y con estilo bohemio. El domingo, Charlotte y Dimitri convocaron a sus amistades a un almuerzo en otro rincón secreto de Saint-Rémy –pidieron a todos que fueran vestidos de "gitanos chic"–, donde montaron una feria con acento español. Un guiño de la novia a su infancia en el lugar, cuando vestía trajes de flamenca para las fiestas andaluzas que se celebran durante el verano en el pueblo.
LOS GRIMALDI Y SAINT-RÉMY, CASI CUATROCIENTOS AÑOS DE HISTORIA
La elección de Saint-Rémy tuvo dos razones: una sentimental y otra histórica. Quizá la primera haya pesado más que la segunda. Tras la muerte de Stefano en un accidente náutico, Charlotte y su familia se refugiaron en esa bella comuna francesa, a casi tres horas de Mónaco.
Fue la modelo Inès de la Fressange, amiga de Carolina, quien descubrió la zona, famosa por sus idílicos paisajes. La princesa de Mónaco, destrozada, se propuso cumplir allí con una de las últimas voluntades de su difunto marido: dar a sus hijos una vida discreta y serena. Carolina y sus herederos se recluyeron en la masía "Le Mas de la Source", en las afueras del pueblo, y se los podía ver con frecuencia pasear en bicicleta, ir de compras, recoger flores, montar a caballo por el campo o participar en la tradicional Fiesta de la Trashumancia, el pasodel ganado desde las zonas de pasto de invierno a las de verano. Charlotte, Andrea y Pierre acudían a la escuela pública y, después de clase, al club hípico de Antiques, donde la mujercita de la familia descubrió su pasión por los caballos.
Saint-Rémy es un sitio vinculado a los Grimaldi desde hace siglos. En 1643, el rey Luis XIII de Francia donó esta jurisdicción a Honorato II Grimaldi, primer monarca monegasco. En conmemoración, el príncipe Alberto sigue ostentando el señorío de esta comuna.
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