La ruta del vino bonaerense: cuatro increíbles viñedos de Buenos Aires para visitar entre sierras, médanos y ríos
La provincia cuenta con una gran cantidad de bodegas en su territorio que ofrecen degustaciones y propuestas de enoturismo; ubicadas entre 80 y 700 kilómetros de la Capital Federal, te acercamos algunas propuestas
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Cuando hablamos de vino argentino se nos viene a la mente la región de Cuyo. Y si hablamos de una provincia, Mendoza por excelencia se decanta en ser nuestra abanderada en producir las mejores variedades de esta bebida, aunque Salta, La Rioja y San Juan tampoco se quedan atrás. Lo cierto es que nuestro país posee una gran cantidad de cultivos de vid en diferentes regiones y suelos, que pese a no ser tan famosos para los turistas que disfrutan de esta bebida, su calidad es óptima.
En la provincia de Buenos Aires se ubican diferentes bodegas y cultivos de vid que las caracterizan por el lugar en el que están instaladas. Con la influencia de las sierras, el mar, los médanos y la llanura, también se logró instalar la fabricación de vino, que poco a poco aportó a la consolidación de una nueva imagen identitaria de los bonaerenses.
Además de disfrutar de una buena degustación, visitar algunos viñedos puede significar una experiencia sin comparación. Mucho más en esta temporada estival en la que millones de argentinos están en busca de lugares turísticos poco usuales para conocer. En esta línea, las bodegas bonaerenses ofrecen paisajes distintos, que se acoplan a las necesidades de los foráneos y les permiten aprovechar una opción atípica.
A lo largo de nuestra ruta del vino que se detalla a continuación, describiremos de norte a sur una guía única, de la cual se podrá descubrir el paisaje aledaño a la vez que los vinos locales se vayan ganando nuestro paladar.
Finca Don Atilio - Bodega Uribelarrea
Nuestra ruta del vino comienza en el paraje La Noria, muy cerca de Uribelarrea, dentro del partido de Cañuelas y a 88 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El viñedo que se emplaza en la Finca Don Atilio con una trayectoria e historia particular, invitan al turista a recorrer sus instalaciones y degustar la producción de vinos local.
Horacio Spinazzola, es dueño de la bodega que inició con la plantación de vid en 2010, la cual se encuentra muy cercana al paso de la ruta nacional 205 y del atractivo pueblo de Uribelarrea, por lo que le permitió la explotación no solo del vino, sino también de la parte turística. Además de ello, destacó que su ubicación es importante, ya que está en “la misma latitud que la zona de producción vitivinícola de Uruguay, con características muy similares, por lo que esto garantizaba desde un principio el éxito del proyecto”.
En tanto, Horacio no lleva solo adelante la finca, ya que sus hijos Federico y Paula, al igual que su esposa, se encargan de acompañar en las diferentes actividades para mantener el viñedo y la propuesta de enoturismo. Al igual que en la mayoría de estos casos, la presencia del grupo familiar es de suma importancia para el progreso de la empresa.
“La variedad que nos identifica es el Tannat, por la zona donde nos ubicamos”, describe Horacio. Esa es la cepa que ocupa el 98% del viñedo y el resto se divide entre las cepas tintas de Merlot, Syrah, Pinot Noir, Marselan, Montaje Hamburgo, Sauvignon Blanc, Chardonnay, pero solo para hacer el corte cuando se muele la uva y se mezclan con el Tannat para producir una pequeña variación en la característica del vino. Sin embargo, la bebida cuenta con el 85% de la última cepa como original.
En dependencia de las cuestiones climáticas, el viñedo produce de 6000 a 7000 botellas por año de vino, de las cuales son consideradas “naturales”, ya que no poseen correcciones de acidez. La intervención en el proceso es casi nula para respetar la fermentación de la uva. “En dos hectáreas y media de cultivo artesanal, que no hay mucho en el mercado de este producto, la gente viene a buscar experiencias nuevas”, señaló Horacio.
En cuanto a la propuesta al visitante, la bodega ofrece el enoturismo, con el objetivo de “conocer el cultivo desde adentro. Desde dónde sale el vino, la uva, el cierre de la botella y por último la degustación de la bebida”. Cada persona tiene la oportunidad de probar cuatro variedades de vinos en una cata que comienza con el Pet-Nat y luego sigue con tres tintos acompañados de bruschetas y otras delicias caseras.
La recorrida por la Finca Don Atilio comienza a las 11 de la mañana y termina a las 14. Las visitas guiadas son con reserva previa, la cual se realiza a través del sitio web oficial vinosuribelarrea@gmail.com. Los días que se llevaban a cabo las mismas dependen de los grupos conformados y suelen ser cada una semana o cada 10 días. En tanto, los mejores meses para apreciar el viñedo en todo su esplendor van desde noviembre hasta abril.
Cordón Blanco - Tandil
Nuestro camino sigue hacia la bodega Cordón Blanco, que está asentada en la ciudad de Tandil, al sudeste de la provincia, a tan solo 356 km de la Ciudad de Buenos Aires. Gracias a su punto estratégico, los viñedos reposan sobre dos tipos de suelo serrano, lo que favorece al desarrollo de ciertos tipos de varietales y vinos.
La historia de Cordón Blanco inició hace 12 años, cuando Matías Lucas inclinó su carrera gastronómica hacia el lado de la enología. Si bien en un principio se especuló con la posibilidad errática de producir vino en la ciudad, aún así, debido a sus características climatológicas y amplitud térmica, se desarrolló un negocio que prospera hasta hoy en día.
El amor de Matías por el vino se dio luego de su primer trabajo en una de las vinotecas más importantes de Tandil. Allí, descubrió una nueva manera de vincularse con la bebida, que lo llevó a despertar su interés por crear un viñedo. A partir de una importante propuesta, comenzó a dar clases de enología debido a su experiencia en la materia, que más tarde debió perfeccionar en Buenos Aires y otras ciudades, para estudios específicos.
Fue en la capital porteña en donde un ingeniero agrónomo le insistió en la oportunidad que el terruño tandilense le aportaría al crecimiento de la vid. “De los grandes viñedos a nivel mundial, están en zonas muy similares a Tandil”, señaló Matías. Ya en 2008 y con la ayuda de su familia, ejecutó la creación de Cordón Blanco, la bodega que lleva ese nombre debido al cuarzo blanco que se encuentra sobre ese sector de la localidad.
Como primera medida, sus tíos le presentaron una hectárea para el cultivo de los diferentes varietales de uva. “El clima de Tandil es muy peculiar, tiene hasta algo raro, porque de hecho, las condiciones climáticas son completamente ajenas al resto del país. Todo tiene que ver por el lugar donde está situado”, describió Matías.
En su comienzo, la bodega arrancó con nueve varietales de vid plantados en 10 hileras. A pesar de los prejuicios del consumidor por producir un vino en estas latitudes, Matías insistió en cumplir con su meta. Con el paso del tiempo y el éxito de la mano, logró alquilar un espacio con una distancia aproximada de 10 Km con su primer terreno, con el objetivo de aprovechar otro tipo de suelo y con otra característica de piedra.
Actualmente, Cordón Blanco se extiende por una superficie de 5 hectáreas entre los viñedos (La Helena y Don Bosco), desde donde se utiliza el método de secano para el crecimiento de las plantas (es decir que no requieren agua). Anualmente se producen 12.000 litros de vino de varietales de uva como Syrah, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc y Merlot. Para quien recorre por primera vez el terreno cultivado, se le hace imposible no vincularlo con las campiñas francesas debido a sus colinas y paisaje atrapante.
Para conocer en persona la bodega Cordón Blanco, las instalaciones de Don Bosco están abiertas al público durante la época vacacional, en donde se arman grupos de entre 5 a 30 personas para recorrerlo durante los fines de semana. Además, el visitante tiene la oportunidad de llevar a cabo una degustación en medio del paisaje serrano. Es posible encontrar más información y el contacto del lugar en su sitio web www.cordonblanco.com.
Bodega Saldungaray
Abandonamos el paisaje de Tandil y nos dirigimos al sur. Aproximadamente a 573 kilómetros de Capital Federal, en medio del sistema de sierras de la Ventania, se encuentra Bodega Saldungaray. Entre un paisaje de colinas, aire puro y tranquilidad maravillosa, este viñedo es un punto ideal para descubrir a lo que a diferencia de otras localidades de similar geografía en la provincia, su suelo y climatología favoreció al desarrollo de vides específicas.
Manuela Parra, una de las propietarias de la bodega, contó que la historia del viñedo comenzó en el año 2000, con la búsqueda y adquisición de un campo adecuado para el desarrollo del mismo y el cual se concretó recién en el 2003 con la implementación de ocho variedades de vid. “Es una bodega familiar, que surgió con la motivación de mis padres, ambos agrónomos, al observar la climatología del lugar y advertir su potencial como zona vitivinícola”, destacó.
Desde sus inicios, este fue un emprendimiento familiar, como el de la mayoría de productores que iniciaron el negocio desde cero. Para la creación de la bodega, tuvieron que esperar hasta 2007, cuando el clan celebró su primera vendimia. Un dato no menor es que para ese festejo se logró elaborar los primeros 10.000 litros de vino. Sin dudas, una cifra que se rememora con alegría.
Manuela aseguró que desde el comienzo ella y sus hermanos estuvieron convencidos de ofrecer algo más a la comunidad. Además de elaborar vinos, la familia se volcó al enoturismo como estrategia de comercialización y difusión de esta bebida que, de antemano, sabían que “sería diferente”.
“Nuestra zona se caracteriza por la amplitud térmica, noches muy frescas, abundante sol, bajas precipitaciones y viento constante”, describió Manuela. Esto hace que su producción sea sin igual. “Es una zona fría, por lo tanto las características de los vinos en principio se ajustan a esa primera imagen general que tenemos de los vinos de zonas frías”, señaló.
En tanto, el predominio del bouquete en el viñedo con menor carga tánica se traduce en una textura más suave y estructura algo más ligera, lo que logra una bebida muy fresca, con buena acidez natural, que se identifica por sobre el resto de la región. En cuanto a las variedades implantadas, el visitante se podrá encontrar con Sauvignon Blanc, Chardonnay, Merlot, Malbec, Tempranillo, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc. Con estas cepas, Bodega Saldungaray elabora vinos blancos, rosados, tintos y espumosos.
En el viñedo actualmente se producen unos 40.000 litros anuales y se realizan elaboraciones para terceros. Para quienes desean continuar por la ruta del vino bonaerense, Bodega Saldungaray ofrece visitas guiadas y venta directa todo el año, de jueves a domingos y feriados. Durante esta temporada de vacaciones, entre enero y febrero, sus puertas permanecen abiertas todos los días.
Sobre las visitas guiadas, son recorridos de 30 minutos que incluyen una degustación, desde las 11 horas hasta las 18 horas inclusive, se repiten a cada hora en punto. En tanto, las catas dirigidas se realizan con reserva previa. Para más información, se puede ingresar a la página oficial: www.bodegasaldungaray.com.ar.
Bodega Al Este
A pocos kilómetros de Bodega Saldungaray y a casi 680 km de la Ciudad de Buenos Aires, descansa nuestro último viñedo del recorrido. Bodega Al Este se levanta en un terreno totalmente diferente al mencionado en las otras producciones.
Daniel Di Nucci cuenta que su interés por producir vino en Buenos Aires nació tras su viaje en auto desde Barcelona a Venecia en el año 2000. Al transitar por la Autopista número 9, atravesó la campiña francesa y la imagen de un viñedo típico le encendió su entusiasmo por reproducir lo mismo en Médanos.
Luego de su intensa búsqueda de recomendaciones e información necesaria sobre la enología, gracias a los consejos brindados por una consultora mendocina, instaló en una superficie de 1,5 hectáreas ocho tipos de varietales. “El proyecto fue desarrollado sobre una parcela de mi familia, donde el primero de diciembre de 2000 implantamos 5000 vides de los varietales Malbec, Tannat, Merlot, Syrah, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Petit Verdot y Chardonnay”, rememoró.
En septiembre de 2003, después de la adquisición de otras 40 hectáreas, el proyecto familiar se dispuso a aumentar la producción. Daniel construyó una bodega y especificó el cultivo de “los varietales como Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Tannat como uvas tintas y Chardonnay y Sauvignon Blanc como uvas blancas”. Poco a poco la calidad y fama del viñedo creció hasta que en 2009, el Chardonnay logró la medalla de plata por el Decanter World Wine Awards que se realiza anualmente en la ciudad de Londres, Inglaterra.
Debido al suelo y las condiciones climáticas, se adaptó la zona de cultivo con el sistema de riego por goteo, con un método eficiente para optimizar el uso de agua extraída. Actualmente, la capacidad de la bodega Al Este es de 180.000 litros de vino, de los cuales por año se producen entre 60 y 70 mil litros, entre tintos y blancos.
En cuanto a la propuesta de enoturismo, sus puertas están abiertas durante las vacaciones de verano de lunes a viernes desde las 9 horas hasta las 15 horas. Y los sábados hasta las 12 horas. Es posible recorrer el viñedo y degustar sus excelentes vinos. Además las instalaciones se ofrecen para realizar distintos tipos de eventos para empresas y casamientos, entre otros. Para más información y contacto, se puede ingresar a www.bodegaaleste.com.ar
De este modo llegamos al final de nuestra ruta del vino bonaerense, desde donde se destacan cuatro bodegas que ofrecen distintas variedades de esta bebida en medio de paisajes diversos y que describen a la perfección la amplitud geográfica provincial.
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