La risa es salud... y una señal para otros
¿Cuándo nos reímos? La respuesta inmediata es que lo hacemos cuando algo nos divierte o cuando nos cuentan un chiste Pero… no. Fundamentalmente la risa parece ser un pegamento social: nos reímos con otros, y no de sus bromas. Es una de las actividades más comunitarias que existen, y sin duda promueve vínculos entre las personas. Podríamos decir que la risa es una serie de acciones rítmicas, vocalizadas, espiratorias e involuntarias. Se contraen unos 15 músculos faciales y se estimula el músculo cigomático mayor, que nos mueve el labio superior. El aire entra de manera interrumpida. Y a veces se activan las glándulas lagrimales. Todo eso. Y con ruidos para todos los gustos: sonidos que se repiten en promedio cada 210 milisegundos.
Lo que es seguro es que es algo raro: hay risas – y sonidos – para todos los gustos. A ver…
ríanse. ¿Qué se mueve: la lengua, el paladar, la mandíbula? Nada de eso: lo que más se mueve son las costillas (sí, de ahí debe venir el descostillarse de risa). Reírse no tiene que ver con hablar sino, más bien, con producir sonidos; se trata de una expresión muy básica de las emociones que, como todo bebé sabe, es muy previa a las palabras. Es más: seguro que reconocemos la risa de donde venga, aunque sean culturas muy diferentes. ¡Y a veces es lo único que reconocemos! También podemos reírnos como buenos primates, al igual que los chimpancés, los orangutanes o los gorilas. ¡Hasta hay investigadores que afirman que las ratas de laboratorio también se ríen!
Como buena ciencia, la de la risa admite categorizaciones, desde la más espontánea, pasando por la estimulada por el cosquilleo o ciertas drogas, hasta la fingida. Algunas se pueden reconocer estudiando el cerebro, el verdadero órgano de la tragedia y la comedia. Sabemos algo, pero no todo, sobre los circuitos neurales de la risa, que obviamente tienen que ver con las zonas emocionales del cerebro. Claro que también hay zonas que deben inhibirse para que podamos disfrutar de una buena carcajada: las áreas de la solemnidad, de las decisiones, del control.
A veces no es tan bueno reírse: hay enfermedades en las que así, de la nada, se producen ataques de risa. También hay palabras difíciles en todo esto, como la gelotología (el estudio científico de la risa), la gelotofobia (miedo a que se rían de nosotros), o el katagelasticismo (el placer de reírse de otros). Excelentes para los crucigramas y el Scrabble.
Pero como bien dice el lema, la risa es salud: puede mejorar la función cardiovascular y hasta apoya a nuestro sistema inmune, además de ponernos de mejor humor con los que nos rodean.
¿Y qué pasa con los comediantes? Resulta que se ríen mucho más que su público. Y la risa de este mismo público no siempre refleja los chistes, sino que aparece casi al azar (incluso como separando las frases). De nuevo, la risa como cuestión social: aparece mucho más frecuentemente (¡unas 30 veces!) en grupos que en solitario. La risa es una señal para otros, no para nosotros.
Las mujeres se ríen un poco más que los hombres. ¿Será prueba de que son más sabias? En los avisos de búsqueda de pareja las mujeres suelen poner que buscan a alguien con buen sentido del humor y que las haga reír. Y si se ríen… todo va bien en la eventual pareja.
Hay casos de risa contagiosa de verdad. Como la epidemia de risa que ocurrió en 1962 en una escuela de Tanzania. Comenzó con tres chicas, infectó a 95 (el colegio tuvo que cerrar) y al cabo de dos años había más de 2000 reidores que no podían parar.
Pero… ¿qué nos resulta gracioso? Una teoría dice que es la incongruencia, cuando una narración pierde el sentido de la lógica, pero hasta ahí nomás. La anticipación de lo que vendrá también juega un rol. También podemos reírnos sintiéndonos superiores cuando alguien comete errores absurdos. O usar la risa para aliviarnos de una situación de tensión.
En fin… Nos reímos, en promedio, unas 17 veces al día. Por algo será. A reír que se acaba el mundo.
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