La revelación de un auxiliar de vuelo que pone fin a una histórica duda de los pasajeros
En uno de sus libros, Boris Millan, autor de varias guías de viajes, respondió un interrogante que muchas personas se hacen a la hora de subir un avión
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Luego de desempeñarse durante casi 20 años ininterrumpidos como auxiliar de vuelo, Boris Millan decidió plasmar algunas de sus experiencias en las alturas en distintas publicaciones. Así, en uno de sus libros, este estadounidense puso fin a una histórica duda que muchas personas tienen al viajar en avión.
Oriundo de Fort Lauderdale, en el estado de Florida, Boris Millan trabajó cerca de dos décadas como auxiliar de vuelo. Su experiencia a bordo de los aviones le permitió brindar muy buenos consejos a la hora de viajar tanto en sus libros como en su blog de viaje AirTravelingTips.com.
A través de su guía de viaje The Common Sense of Flying (2018), Millan despejó una duda que muchas personas tienen al subir a un avión. Más precisamente vinculada a un accesorio de los asientos: los apoyabrazos. Supongamos que se llega a la hilera del avión y se encuentra que de la fila de tres, el asiento que se debe ocupar es el del centro. En ese caso… ¿a quién corresponde cada apoyabrazos? ¿Hay que compartirlos? En ese punto, Millan tiene algo importante para transmitir a sus lectores.
Entrevistado por Laura “LJ” Salerno y Flight Attendant Jo para el podcast Confessions on the Fly, Millan se explayó acerca del comportamiento deseable a bordo de un avión. En ese contexto explicó que en Reino Unido se investigó mucho acerca del tema y, por alguna razón se llegó a la conclusión que ambos apoyabrazos corresponden a la persona sentada en el medio.
Del mismo modo que lo explicado por Millan, un artículo de la revista Reader’s Digest de julio de este año llegó a la misma conclusión. El texto titulado Caso cerrado: aquí te contamos a quién le corresponden los apoyabrazos del asiento central de los aviones (Case Closed: Here’s Who Gets the Middle-Seat Armrests on Planes) explican que son para el pasajero del medio.
Los motivos esgrimidos por el artículo no son más que de sentido común. En primer lugar, son para brindarle mayor confort al pasajero que “no tiene escapatoria”, no puede moverse, está contenido por sus vecinos. Por su parte, el de la ventana no solo puede apoyarse sobre la parte lateral de esta, sino que también se distrae con la vista durante todo el viaje. Al otro extremo, el pasajero que eligió el pasillo cuenta con un apoyabrazos y, además, la facilidad de estirarse y levantarse en cualquier momento sin necesidad de molestar a nadie.
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