La reina Máxima recicló un vestido de 2016 para su reunión con el príncipe saudita
La reina Máxima de Holanda fue invitada especialmente por el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, para dar una charla sobre empoderamiento femenino en el marco del G20, que en esta ocasión tiene sede en Osaka. La soberana viajó como parte de la comitiva holandesa junto al primer ministro de su país, Mark Rutte, en su calidad de Asesora Especial del Secretario General de la ONU en Inclusión Financiera para el Desarrollo, y como miembro honorario de la Asociación Global para la Inclusión Financiera. Su agenda que incluyó además una reunión bilateral con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed ben Salman , una reunión que no quedó exenta de polémica en los Países Bajos (la imagen del príncipe quedó fuertemente desacreditada luego de que se investigara su vínculo con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, y las críticas a la reina por este encuentro se hicieron sentir en las redes sociales). Máxima también mantuvo una agenda de compromisos con representantes de países que buscan profundizar el acceso a servicios financieros.
Todavía no trascendió información del encuentro, que se estima buscó acercar posiciones sobre la temática de la que la reina es una verdadera experta, la inclusión financiera, pero hubo un detalle en particular que llamó la atención: en un claro mensaje de austeridad, la reina no solo repitió un vestido que ya usó en otras ocasiones, sino que se trata de un look de la temporada de verano de 2016.
Si bien la firma del diseño es de Valentino, uno de los modistas favoritos de la reina -autor nada más ni nada menos que de su vestido de novia-, y ya es sabido que Máxima impuso la moda de repetir looks sin preocuparse por el qué dirán, es extraño que se haya decantado por un diseño que fue el grito de la moda hace tres años. Un verdadero gesto que no pasará desapercibido para el resto de las royals europeas, que por estos días están bajo la lupa por sus gastos muchas veces exorbitantes: Meghan Markle está siendo duramente cuestionada por las reformas millonarias del hogar al que se mudará con el príncipe Harry y su recién nacido hijo, Archie, Frogmore Cottage, para el que utilizaron 3 millones de dólares provenientes del presupuesto de la reina, que a su vez vienen del erario.
En el momento en que lo usó por primera vez, para recibir en La Haya al presidente de Grecia, Prokopis Pavlópulos y su mujer, Vlasia, causó sensación: sin dudas es un diseño exótico para un encuentro formal y oficial, pero tal como lo combinó la reina recibió el unánime aplauso de la prensa especializada. El vestido, de seda con estampa de un paisaje hawaiano, ligeramente oversized, se ajustó a su cintura con un fino cinturón a tono con el sombrero, un accesorio distintivo de la reina. En este viaje, sin embargo, Máxima no usó sombreros, y su estilismo apuntó a ser lo ideal para un día de reuniones. Cómodo y efectivo.
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