En las islas Baleares, los años 60 tienen dos puntas bien definidas. Al principio llegaron rebeldes sofisticados, artistas e intelectuales (a Deià específicamente, Robert Graves, por ejemplo) y también jetsetters; hacia el final, los miles que descubrieron su secreto deschavado por los paparazzi. El constructor Oro del Negro –socio del estudio More Design junto con el arquitecto Manuel Villanueva– es hijo de uno de los miembros del primer grupo.
Después de estudiar arte en Londres, Oro volvió a Deià con su mujer, la estilista noruega Tille del Negro, para darles a sus hijos la misma infancia de libertad y belleza que él había disfrutado. Pero también para seguir una carrera que lo apasionaba y con un sentido mayor que cobrar un cheque al terminar un trabajo. Le interesaba colaborar: mantener la identidad de su tierra frente a los conquistadores de verano (cuando Deià pasa de 900 pobladores a alojar un torbellino de turistas), darles trabajo a los artesanos con los que creció y dejar en pie obras que no solo perduraran, sino que se hicieran más espléndidas con los años, que es lo que el paisaje le regaló, junto con el Mediterráneo.
"Reformamos la casa para una gran familia nórdica que se turna en venir a lo largo del año. Teníamos que lograr un espacio bello e inteligente, que se adaptara al uso intensivo de varios dueños y que combinara su estética minimalista con nuestra visión mediterránea", cuenta Manuel Villanueva.
"La casa pertenece a un grupo de edificaciones del siglo XIII, de cuando se estableció en la zona un monasterio cisterciense. Con el correr del tiempo se fueron sumando construcciones; esta casa de principios del siglo XX pertenece a los últimos agregados", agrega Oro del Negro.
Se hizo la puerta de hierro y vidrio por dos motivos: proteger la de madera, el elemento más antiguo, y poder frenar el viento o el frío sin tapar la luz.
La estructura es de tres pisos, y se accede por el del medio, donde están la cocina, el living, un cuarto en suite y el hall de entrada que aloja el comedor. Allí, la mesa se hizo con una tapa encontrada en un mercado de pulgas de Dinamarca y una base forjada por un herrero de la zona. Tanto las sillas de caña, como las pantallas y los almohadones son de la tienda danesa Tine K Home.
Un fondo de blancos y grises –microcemento, paredes y muebles de obra encalados, mesadas y piletas de piedra– es la trama en la que se lucen los texturados marrones de maderas y alfarería de distinta procedencia: el vecino pueblo de Sóller, tiendas como Broste Copenhagen, o el taller de la ceramista Dora Good, hoy instalada en Deià.
Las paredes a la cal y los pisos claros hacen que se destaquen las puertas de roble que cierran los muebles de obra. Las hizo Pedro Casanovas, maestro carpintero que colabora frecuentemente con More Design. Para las mesadas se eligió piedra de Santanyí (muy dura y grisácea), a tono con el microcemento. La canilla de estilo antiguo viene de Barber Wilsons, en Londres.
Acá, donde la renovación fue casi total, otra muestra del equilibrio entre pasado y presente. Las vigas, tan características de la construcción de la isla, se colocaron durante la reforma. Por su parte, las tiras de madera que adornan cada peldaño, otra seña de identidad mallorquina, se lijaron para nivelarlas con el nuevo revestimiento de microcemento y se tiñeron hasta llevarlas al color de las vigas.
El dormitorio de la casa de huéspedes sigue la tónica de los que se encuentran en la construcción principal. Camas con cajones de madera incorporados para evitar armarios aparatosos, y baños con lavatorios de piedra de la zona.
También vecino de la pileta se construyó un baño exterior. El lavatorio fue realizado por el artesano e historiador de la arquitectura Miquel Ramis a partir de un peldaño proveniente de una antigua residencia en Palma de Mallorca.
En el comedor exterior, la vieja mesa y las sillas de caña necesitan poca protección a la sombra del paredón y en un clima de pocas lluvias. El tramado de madera tiene más el objetivo de sostener las lámparas colgantes diseñadas por el Estudio.
Vista mágica desde la terraza. Si bien la casa está muy cerca del centro de Deià, se trabajaron las orientaciones para tener la mayor sensación de privacidad y retiro posibles, la fantasía de que el mar les pertenece solo a sus habitantes.
Producción: Tille del Negro / Bureaux.
LA NACION