La primera escapada juntos, una prueba de fuego
"Mi primer y único viaje con Martín fue una tortura desde que nos subimos al taxi. Se quejó de lo caro que era llegar a Ezeiza, de que no habíamos hecho el web check in , del señor que se nos sentó al lado en el avión? de todo", cuenta Ana, de 29 años. Es que en las vacaciones es más fácil descubrir rasgos del otro que en la vorágine de la vida cotidiana pasan inadvertidos. Se trata de compartir un tiempo y espacio desconocidos. "La primera vez que una pareja comparte el ocio y el tiempo libre los llena de expectativas, pero las cosas no siempre resultan según lo previsto y el temor a la desilusión suele provocar estrés", explica Rosalía Beatriz Álvarez, psicoanalista experta en cuestiones de pareja y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Como en todo viaje, decidir el destino no es tarea sencilla. Lo ideal es haber acordado el lugar y el tipo de vacaciones. "Elegir el destino es importante, por ejemplo, si el lugar es desconocido o implica exigencias idiomáticas. Estas circunstancias pueden unir más a la pareja o pueden desilusionar porque el otro no sabe resolver determinadas cosas. Cuantos más riesgos se toman, más prevenido hay que estar de que se está enfrentando una prueba con cierto grado de dificultad", advierte Eduardo Drucaroff, médico psicoanalista especialista en familia y pareja, también miembro de APA.
Algunos deciden emprender el viaje lo antes posible para descubrir en esa primera convivencia aspectos del otro que hasta ese momento desconocían. Cuando Ana y Martín decidieron organizar sus vacaciones a Perú, llevaban ocho meses juntos. Les costó ponerse de acuerdo: "Él quería hacer el camino del Inca, y yo prefería algo más tranquilo. Finalmente cedí porque me parecía más importante probar si funcionábamos conviviendo las 24 horas del día juntos por dos semanas", reconoce Ana. Pero tampoco hay que pasar todo el tiempo juntos. Los especialistas recomiendan encontrar espacios propios. "Lo ideal es ver la posibilidad de tener momentos para cada uno. A veces, uno no se anima a pedirlo porque supone que el otro lo va a tomar mal, cuando va a servir para balancear los espacios propios y los compartidos", destaca Drucaroff. Además, el entorno vacacional puede ayudarnos a descubrir aspectos de nuestra pareja que hagan que nos guste aún más y desterrar dudas infundadas. "Es fundamental bajar los niveles de ansiedad,", concluye Álvarez. "El primer viaje es una prueba en cierto punto válida, pero la vida continúa luego del descanso y no se parece en nada a las vacaciones, ni en lo bueno ni en lo malo. Es probable que esto sea un indicio del posible rumbo de la relación, pero tampoco hay que darle un excesivo peso para poder disfrutar y aprender de la experiencia.