La pluma del tango
Su nombre está ligado a Troilo y Piazzolla, a Balada para un loco y María de Buenos Aires. Horacio Ferrer cumple 80 años y mantiene vigente el espíritu del poeta romántico y bon vivant
¿Cómo se ve? ¿Cómo se considera?
Soy un hombre muy afortunado. Para empezar, por Lulú, la compañera que tengo, que es una maravilla.
¿Hace cuánto que están casados?
Treinta años.
Se casaron varias veces, si no me equivoco.
Nos casamos varias veces. Siempre le propongo matrimonio, y me dice que sí [se ríe fuerte en voz alta].
¿Por qué vive en el Alvear?
Si yo supiera… Son esas circunstancias fortuitas de la vida. Un día, una amiga me dijo en el hotel Alvear venden suites de 1 o 2 ambientes. Le había hecho una nota a Joan Manuel Serrat en este hotel y ya más o menos lo había conocido; un hotel muy lindo. Estaba entonces convertido en un consorcio de propietarios. Y bueno, vine a ver, me mostraron una habitación… Me di cuenta de que tenía paz de hotel, donde los vecinos son todos pasajeros.
Es muy linda frase "los vecinos son todos pasajeros"…
No es un chiste, pero es la verdad. Acá se van todos y uno queda. Éramos diez propietarios. Conseguí un préstamo de 20 mil dólares de Sadaic y me compré una habitación de 20 metros cuadrados en el contrafrente. Y bueno, el asunto fue que ya me aposenté acá. Me di cuenta de que para escribir, para meditar, necesitaba silencio. Y aquí se oye el silencio, es impresionante, y la calle queda como aislada. Luego, una gobernanta madrileña que se llamaba Paquita me dijo: "Don Horacio (a mí me dicen don desde que tenía 15 años), en el piso 8 un señor chileno, por el problema del Beagle, está molesto... Deja el departamento y es como hecho para usted". Tenía el doble de metros cuadrados y dos balconcitos franceses que dan al infinito. Vine y lo compré. Pagué la diferencia, otro préstamo de Sadaic [carcajada]. María de Buenos Aires, Balada para un loco, Chiquilín de Bachín han pagado todas mis cosas.
¿Los hijos nunca fueron un tema para usted?
No, no. Mis hijos son La última grela, Las venusinas, el loco de la Balada… Esos son mis hijos. Yo nunca quise tener hijos porque, aunque adoro los niños, para tenerlos hay que educarlos, preocuparse.
¿Cómo comienza su relación con los músicos?
Yo soy un poco músico. Estudié bandoneón, estudié música también y fui amigo de músicos, especialmente de Troilo y de Piazzolla, que fueron como padrinos míos toda la vida.
¿Cómo era Troilo?
Era Gardel. Pichuco era Gardel. Amoroso, cariñoso, buen amigo, fino, elegante, todo. Sabía pagar…
¿Y Piazzolla?
Astor era más chinchudo, pero era de la escuela troiliana en muchas cosas. Lo imitó a Troilo en muchas cosas, fue una buena escuela para él. Era un buen tipo Astor. Nunca tuvimos un problema él y yo, nunca. Siempre fue una relación maravillosa. Y la obra que hicimos responde a esa armonía y al respeto que nos teníamos.
Usted vivió entre dos mundos: el de los tangueros y el de los paquetes porteños.
Buenos Aires es París, es una de las ciudades más bellas y magnéticas del mundo y yo me críe acá. Yo nací en Montevideo porque mi padre tuvo que elegir dónde vivir. Mi madre era porteña y recontra porteña; Ezcurra, una familia antiquísima de la época de Rosas. Apenas me llamó Piazzolla, me dijo: "Venite a vivir conmigo a Buenos Aires, vos tenés que trabajar aquí conmigo". Era cruzar el charco en vez de cruzar el océano.
¿Qué otras músicas le gustan?
Todo, y me gusta la música sinfónica. Escribí un libro que se llama Sonetos Mozart. Escribí 66 sonetos, de toda la obra de Mozart, sinfonías, conciertos, óperas, todo. Está La flauta mágica, la Sinfonía 29, la Sinfonía 40, y está La pequeña música nocturna; todo hecho en poesía.
¿Cómo es su proceso creativo?
A mí me gusta escribir sobre la música. Tengo buen oído musical y mucha memoria, y me gusta escribir sobre la música, escuchar lo que me dice la música.
¿Y dónde escucha?
En la calle. En la calle querida. Yo me la sé de memoria y voy por la calle cantando. Tengo un aparato moderno pero lo uso de vez en cuando. Funciono con mi memoria.
¿Usted anda por la calle y en la cabeza tiene las partituras?
[silencio largo] Sí, yo tengo una memoria musical impresionante.
¿Se sienta a escribir?
No, yo escribo de memoria. Primero las pienso por calle y sobre todo voy siguiendo el ritmo del verso. Yo escribo como música. La música y la poesía son la misma cosa. Me crié entre payadores. Iba siempre al balneario donde escribimos María de Buenos Aires.
¿Con qué escritores tiene buena relación?
Yo nunca pertenecí al mundo llamado intelectual.
¿Cómo se lleva con la política?
No me interesa.
¿Cómo se lleva con la religión católica?
Muy bien. No voy a misa porque la misa tiene un horario demasiado matutino. Yo tengo mi diálogo con Dios.
¿Y cuál es su ilusión?
La vida, la vida. Los viajes me encantan. Me he recorrido todo el mundo.
Si tuviéramos una copa para brindar, ¿por quién brindaría?
Por Lulú.