La ciudad de St. Dié, en el norte de Francia, más cerca del Rin que del Sena, es un libro de arquitectura a cielo abierto, desde su catedral románica a la fábrica Claude et Duval que diseñó Le Corbusier. Pero su fama viene por el lado de los mapas y en especial por el hito de haber bautizado un nuevo continente.
No siempre el que llega primero llega dos veces. Aunque Cristóbal Colón -al menos según la historia oficial- fue el primero en desembarcar en las Américas y completó en total cuatro viajes, el continente que "descubrió" fue bautizado con el nombre de otro: Amerigo Vespucci, o Américo Vespucio en estos lares, un explorador y comerciante italiano que dejó varias cartas relatando sus expediciones al Nuevo Mundo, varias de ellas bastante dudosas pero lo suficientemente imaginativas y descriptivas como para consagrarlo en el podio de haber sido el primero en poner un pie en la América continental. De hecho, en sus dos primeros viajes Colón desembarcó en las Antillas y solo el tercero, en 1498, llegó a las costas de Venezuela: mientras tanto, según su propio relato, en 1497 Américo Vespucio -que reivindica cuatro viajes transatlánticos de 1497 a 1504- habría sido el primer europeo en pisar tierra firme americana, un año antes que Colón. Qué tan ciertas son sus cartas y sus fantásticos relatos aún es motivo de discusión, pero lo cierto es que le valieron el nombre entero de un continente en su homenaje. Y aquí es donde empieza la historia de St. Dié, una pequeña localidad del norte de Francia que se convirtió, por obra y gracia de la cartografía, en la Capital Mundial de la Geografía.
Un mapa histórico
St. Dié tiene méritos suficientes como para ganarse la visita de quien recorra el macizo de los Vosgos:
- una catedral en parte románica y en parte gótica varias veces reconstruida después de incendios varios (desde los medievales hasta los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial)
- una fábrica textil, la Claude et Duval, en el más puro estilo de Le Corbusier.
- Pero ninguno de estos lugares atrae tanto a los visitantes como el Festival Internacional de la Geografía (este año con fecha el primer fin de semana de octubre y dedicado a las migraciones, un tema que -por emigración o inmigración- siempre es actual en Europa y hoy más que nunca).
¿Cómo llegó a convertirse St. Dié, una ciudad del noroeste francés casi desconocida y semioculta en los Vosgos, en la Capital Mundial de la Geografía, con festival incluido? Todo tiene sus raíces allá por el Renacimiento.
Allá a lo lejos...
Ocurre que St. Dié, convenientemente situada sobre la ruta que unía París con Estrasburgo, había creado una escuela eclesiástica -el Gymnasium Vosagense- que incluía una imprenta dedicada a difundir trabajos científicos de todas las áreas. La primera obra impresa aquí fue De Artificiali Perspectiva, que ponía por escrito los principios que hicieron toda la diferencia entre el arte medieval y el renacentista. Entre otros, formaba parte del Gymnasium el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller, que tendría un papel clave en toda esta historia.
En 1507 -cuando Cristóbal Colón ya había muerto- el duque de Lorena entregó a la escuela la serie de cartas de Vespucio reunidas bajo el nombre de Mundus Novus, incluyendo la Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente trovate in quattro suoi viaggi (Carta de Américo Vespucio sobre las islas descubiertas en sus cuatro viajes). Es decir, aquellas donde se atribuía haber sido el primero en pisar tierra continental americana. A los sabios del Gymnasium Vosagense, evidentemente no inmunes a la fantasía exploratoria y las maravillas del Nuevo Mundo, las cartas los fascinaron de modo tal que decidieron realizar un mapa donde reunían los más nuevos conocimientos geográficos de su tiempo para acompañar la publicación de la obra Cosmographiae Introductio (Introducción a la Cosmografía) de Martin Waldseemüller. Un buen nombre para abreviar el verdadero: Cosmographiae introductio cum quibusdam geometriae ac astronomiae principiis ad eam rem necessariis. Insuper quatuor Americi Vespucii navigationes. Universalis Cosmographiae descriptio tam in solido quam plano, eis etiam insertis, quae Ptholomaeo ignota a nuperis reperta sunt, a saber, Introducción a la cosmografía con ciertos principios necesarios de geometría y astronomía, a los que se agregan los cuatro viajes de Américo Vespucio.
Una representación del mundo entero, tanto en el sólido como en el proyectado en el plano, incluyendo tierras desconocidas para Ptolomeo recientemente descubiertas. Casi un Google Maps de sus tiempos, que incluía la traducción latina de las cartas de Vespucio y sobre todo un mapamundi donde nuestro continente figura por primera vez con el nombre de América, primer y duradero homenaje de los geógrafos de St. Dié a Américo Vespucio.
Aquellos estudiosos explicaban, además, el motivo del nombre: buscaban honrar la figura de Vespucio, que había navegado por cuenta del reino portugués y había sido el primero en comprender cabalmente que aquellas tierras no podían ser parte de Asia sino un auténtico nuevo mundo, un continente aparte como los cuatro ya conocidos: Europa (una princesa fenicia seducida por Zeus), Asia (la hija de Océano y Tetis), África (probablemente un viento procedente de Cartago). Todos nombres en femenino que llevaron, casi naturalmente, a brindarle al nuevo y aún ignoto territorio el nombre de América. Waldseemüller lo explicaba así: "Yo no veo nada que nos impida razonablemente llamar a la Tierra de Américo con el nombre de su genial descubridor, o simplemente América, ya que tanto Europa como África recibieron nombres de mujeres".
La Capital Mundial de la Geografía
St. Dié se ganó así el apodo de "la madrina de América". Se estima que de la obra de Waldseemüller se imprimieron unos mil ejemplares, aunque se conoce la existencia actual de un solo mapamundi original de St. Dié, descubierto en la biblioteca de un príncipe alemán a principios del siglo XX: al parecer había pertenecido a un fabricante de globos terráqueos de Nüremberg. En 2001, después de una negociación de ¡80 años! fue vendido en 10 millones de dólares a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que la describió como "la partida de nacimiento de América" (en el mapa tal nombre aparece escrito en el sur de Sudamérica). Para ver el original, entonces, hay que ir a Washington: pero en St. Dié una réplica del mapamundi -cuyo original se imprimió en 12 planchas individuales de 43 x 59 cm que forman un solo planisferio de 1,29 x 2,32 metros- se expone en la Sala del Tesoro de la Mediateca y también se puede consultar íntegramente en su versión digital.
Haber bautizado un continente no es poca cosa. A St. Dié le permitió convertirse en la Capital Mundial de la Geografía, y organizar cada año el festival que atrae a los cartógrafos y geógrafos de medio mundo. Además cada año se entrega aquí el Premio Internacional de Geografía Vautrin Lud (por el nombre del fundador del Gymnasium Vosagense), considerado el "Premio Nobel de la Geografía".
Tal vez el ganador sea, algún día, quien pueda dilucidar el auténtico misterio del mapa de St. Dié: ¿por qué los cartógrafos de la Francia de 1507 dibujaron en ese planisferio las Rocallosas y los Andes, cuando habría que esperar en realidad al viaje de Magallanes en 1520 para conocer esa parte del continente americano?
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