Cuenta la historia que, a principios de siglo, los rochenses llegaban hasta La Pedrera en carretones para descansar junto al mar. La voz sobre la existencia de ese pequeño paraíso rústico corrió primero hasta Montevideo y, después, cruzó el Río de la Plata para tentar a los argentinos. Entre ellos, hace treinta años llegaron los arquitectos del estudio Lacroze-Miguens-Prati que, enamorados de esta geografía pedregosa a orillas de un mar que se revela furioso hacia la Playa del Barco y calmo hacia El Desplayado, ya concretaron allí más de diez proyectos. Miradores de La Pedrera es el más reciente.
Su arquitectura buscó maximizar las vistas en la planta alta, reservada a las áreas sociales, dentro de prismas cuadrangulares de madera reforestada cruzados sobre los muros de concreto y piedra que protegen los dormitorios.
El techo de la caja fue la gran cruzada. Sobre los paneles de madera se aplicó una membrana; luego, poliuretanos de alta densidad que aportan aislación térmica, y, finalmente, piedras, tanto para evitar que se vuele el poliuretano como por una cuestión estética.
"Elegimos grandes ventanales en la planta alta y ubicamos los dormitorios en la planta baja, con vista al jardín. Después de todo, ahí se va a dormir o leer, y las vistas nocturnas tampoco son grandiosas si la bahía no está iluminada", cuenta el Arq. José Ignacio Miguens.
Piso, paredes y techo revestidos en maderas forestales, líneas rectas y solo el rojo, blanco y negro de los muebles rompen con esta caja; al ser todos de Ikea, crean una cierta armonía. Los ventanales de aluminio anodizado en ambos extremos se benefician, uno, de la buena orientación; el otro, el recorte del mar y la bahía.
El living da paso a una terraza con deck y paredes de madera que mira hacia la Playa del Barco e invita a disfrutar del sol y del espectáculo del surf.
En las paredes exteriores, tablas de madera que se tratan una vez por año con un producto antihongos y antipolillas y luego, Cetol. Para los revestimientos interiores, fenólico, porque combina una superficie lisa con vetas muy atractivas.
"Lo que más me gusta es la tranquilidad del jardín, casi monacal, al que miran los dormitorios. No ver pasar gente en ese espacio personal tiene su magia. Mientras, arriba explota: hay vida social e impactantes vistas".
En la zona de descanso, el cielorraso hormigonado convive con paredes de piedra natural y de cemento alisado, material elegido para los pisos de la planta baja. La cama del primer dormitorio se vistió con un cubreedredón y fundas de almohadones en tussor. El pie de cama es de Nest, y las cortinas, de black out de algodón en gris grafito.
"La piedra que reviste el interior de los muros (extraída de este mismo terreno, en el que abunda) es un paisaje en sí mismo, una expresión. No sentimos la necesidad de colgar cuadros".
Para el segundo dormitorio se eligió un cubreedredón y cubresomier de algodón en finísimas rayas azules y blancas. La planta baja se calefacciona con losa radiante.
La elección de maderas reforestadas en lugar de nativas; el aprovechamiento de las piedras del lugar, que aportan identidad y evitan traslados de material; y la incorporación de plantas individuales de tratamiento de aguas que vuelcan sus efluentes a un sistema de riego y evitan el consumo de agua potable convierten este proyecto en un manifiesto de respeto al entorno y al medio ambiente.
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