La patriota que casi muere celebrando la victoria de Chacabuco
Juan Ignacio de San Martín, nacido en 1721, fue un próspero vecino de Buenos Aires, heredero de propiedades y estancias, la más importante en la zona de Baradero. No estaba emparentado con José de San Martín, por lo tanto asumimos que cuando llegó el futuro Libertador en 1812, muchos deben haberse preguntado si pertenecía a la distinguida familia de don Juan Ignacio, casado con Bernarda Ceballos.
Tuvieron ocho hijos entre los cuales destacamos a dos: Bernabé y Jerónima. El varón nació en 1777, cuando Jerónima tenía 19 años y estaba a punto de casarse. Bernabé siguió la carrera militar y actuó en las dos Invasiones Inglesas. Fue quien dirigió al grupo de artillería que disparó contra la torre de la iglesia de Santo Domingo durante la Defensa de la ciudad en 1807. Los ingleses habían tomado la iglesia como bastión y Bernabé se encargó de accionar el obús que dañó la construcción. Ya lo sabe: cuando pase por Santo Domingo y vea las marcas en la torre, ése fue Bernabé de San Martín.
En cuanto a Jerónima, se casó, como dijimos, en 1777. El novio fue el genovés Giuseppe Buchardo. Don Martín de Sarratea firmó como testigo del casamiento. Siete años duró el matrimonio, ya que Buchardo murió en 1784. Luego de dos años, Jerónima volvió a casarse. El agraciado fue Francisco Herrera. Testigo del casamiento, León Ortiz de Rozas (padre de Juan Manuel de Rosas). Tampoco fue un matrimonio de larga duración. Jerónima volvió a enviudar en 1810 y ya no reincidió. Sí fue una ferviente patriota de la primera hora que hizo donaciones y propagó con entusiasmo las ideas de la Revolución. Era, además, una eximia cantante.
A fines de febrero de 1817, Buenos Aires recibió con alegría la noticia del triunfo del Ejército Libertador en la cuesta de Chacabuco, luego de cruzar los Andes. Entusiasmada con la novedad, Jerónima, quien tenía 59 años, resolvió que aquella buena noticia debía celebrarse de una manera especial. Apenas unos días después tuvo lugar un acto insólito. Una mañana se vistió con un traje azul, zapatos celestes, medias blancas y una mantilla también blanca. En la cabeza, un gorro frigio. En la mano, una bandera argentina. Convocó a un grupo de niñas que usaron vestido blanco y una banda azul, además del gorro color punzó y, como detalle, el pelo suelto y la raya más hacia la derecha, al estilo patriota.
Poco antes del amanecer partieron de la casa de doña Jerónima (vivía en las actuales Córdoba, entre San Martín y Florida) y marcharon hasta la plaza histórica. Se plantaron delante del Fuerte para cantar el Himno Nacional, cuya ejecución demandaba 20 minutos. El pueblo acompañó a estas mujeres en la interpretación y cuando terminó el canto, doña Jerónima juntó aire y lanzó un potente "¡Viva la Patria!". Tan potente, que se desmayó. El susto fue general. Muchos pensaron que Jerónima "partía de gira" en ese mismo instante.
Esa tarde, el Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredon, concurrió a la casa de la patriota, acompañado del ministro de Guerra, Florencio Terrada. La dama se había recuperado. Mientras se realizaba la visita, la casa estaba convulsionada. Por la noche, se daría un baile patriótico. También se trabajaba en la reja de la ventana principal. La dueña de casa había mandado colocar una inscripción en letras blancas sobre fondo azul claro: "Viva la Patria - 1817". De esa manera inmortalizó el grito sagrado que la hizo célebre.
Durante más de sesenta años, los porteños que pasaban por la casona de la Dama Patricia tuvieron el privilegio de admirar la inscripción que, por generaciones, fue conocida como "la cifra de hierro".
Más allá de la noticia que emocionó a todos, la mujer tenía otro motivo fundamental para celebrar. En 1807, su hija Dominga se casó con uno de los héroes de la Primera Invasión Inglesa. Nos referimos a Antonio González Balcarce, quien había acompañado a Santiago de Liniers en 1806, durante la acción de la Reconquista. El casamiento tuvo lugar en enero y pocos meses después, el militar de 31 años partió a Montevideo para dirigir los preparativos ante la Segunda Invasión, dejando a su amada Dominga felizmente embarazada y al cuidado de Jerónima. A fin de año nació Marianito. Con el tiempo, Mariano Balcarce, el nieto de la gran patriota, se casó en París con Mercedes San Martín, la hija del Libertador, vencedor en Chacabuco, en 1817, dándonos esa victoria que originó el festejo de las damas en la plaza.
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