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Su recuerdo casi siempre está asociado a la belleza, a como grandes personajes de la historia, como Julio César o Marco Antonio, se deslumbraron tanto al verla que rompieron con las normas del momento y se “asociaron” a ella sin importar las consecuencias. Abundan los relatos sobre cómo su mágica o imponente figura era la virtud por excelencia de aquella joven mujer, y aunque mucha información se ha perdido Cleopatra se destacaba por su gran conocimiento de los temas más diversos.
La ejecución de su hermana y un carácter impiadoso
Su vida asociada al poder comienza desde años antes de su nacimiento, ella fue descendiente de Ptolomeo I quien, a la muerte de Alejandro “Magno”, fue nombrado Faraón de Egipto. Años más tarde, el padre de Cleopatra, Ptolomeo XII, en su afán de consolidarse en el poder y va en busca del apoyo de los romanos, y al volver de Roma debe enfrentarse a su propia sangre y ejecutar a Berenice IV, la hermana mayor de Cleopatra, que se había rebelado ante él. De este hecho que la marcaría, aprendería a ser implacable en la toma de decisiones para mantener su puesto de poder y no tener piedad, ni siquiera con su familia.
Cuando su padre Ptolomeo murió en 51 a. C. Gobernó en el trono de Egipto como corregente junto a su hermano menor, Ptolomeo XIII. Tenía tan solo 17 años. Los problemas no tardaron en aparecer y comenzaron una guerra entre ellos. Julio César cautivado por Cleopatra quiso mediar entre las partes para una reconciliación pero no tuvo éxito.
Cleopatra era una mujer totalmente preparada, sabía el lenguaje de Egipto y había aprendido a leer jeroglíficos, la única en su dinastía. También hablaba griego y los idiomas de los partos, hebreos, medos, trogloditas, sirios, etíopes y árabes. Se sabe que al aprender tal cantidad de idiomas tenía acceso a todo conocimiento posible, era una consumidora asidua de libros. No había ejemplar que no estuviese al alcance de su voraz hambre de conocimiento.
Entre tanta lectura adquirió conocimientos en diplomacia internacional, historia, geografía, economía, matemáticas, medicina, astronomía, zoología, y otras disciplinas. Su voracidad fue famosa ya que Intentó acceder a todo el saber de su época.
Estaba interesada en la curación mediante las hierbas, pasaba mucho de su tiempo en una especie de antiguo laboratorio en el cual escribía sobre temáticas relacionadas con hierbas y cosméticos. Los libros de Cleopatra incluían técnicas y trucos sobre belleza. Al saber tantos idiomas pudo leer numerosos papiros que se encuentran perdidos al día de hoy.
Gracias a su conocimiento e influencia en las ciencias y la medicina se hizo conocida en los primeros siglos del cristianismo, tanto que el afamado físico Galeno estudió su obra, y fue capaz de transcribir algunas de las recetas.
Lamentablemente todos sus libros quedaron destruidos en el incendio de la gran Biblioteca de Alejandría del año 391, lo que hizo que ninguno de ellos llegara a nosotros.
Estos conocimientos harían famosos sus baños de leche de burra. Sus beneficios eran muy conocidos por los griegos y los egipcios, quienes fueron los primeros en darle un uso cosmético, ya que hidrata la piel y le da suavidad teniendo un efecto regenerativo que la tonifica y revitaliza.
Una alianza con trágico final, planeado
Cuando conoció al general y dictador Julio César inmediatamente trató de aliarse con él, lo invitó a hacer un viaje por el Nilo y posteriormente dio a luz a un hijo al que llamó bebé Cesarión o “pequeño César”. La noticia causó un escándalo en Roma ya que César no tenía otros hijos varones, aún así residía ocasionalmente allí junto a su hijo, viajando regularmente a Egipto. Pero tras la muerte de César, ellos corrían peligro y debieron irse de inmediato.
Cuando Marco Antonio la conoció cambió rotundamente su vida, juntos disfrutaron de excesos de todo tipo, tanto sexuales, como de comida y bebida. Tuvieron tres hijos más: los mellizos Cleopatra Selene y Alejandro Helios y el más pequeño, Ptolomeo Filadelfo.
Según expone Plutarco, el biógrafo griego de Marco Antonio, no era el aspecto físico de Cleopatra lo que resultaba tan atractivo de ella, sino su conversación y su inteligencia.
Y otro mito para desterrar, al contrario de lo que se cree popularmente, Cleopatra no murió por amor. Marco Antonio se suicida porque ya no había lugar a donde huir -luego de perder el poder de Roma ante Augusto- mucho menos siendo quien era. Pero la ausencia de su amado no fue el detonante del final de la faraona. En realidad, ella eligió morir para no sufrir la humillación de ser mostrada y avergonzada por las calles de Roma luego de que el emperador Augusto fundara su imperio sobre la base de la derrota a Cleopatra. Como hizo cuando tuvo la oportunidad de nombrar un mes en su honor, en lugar de elegir septiembre, el mes en el que nació, el emperador optó por el octavo, el mes en el que murió Cleopatra, para que todos los años se recordará su derrota.
Hasta el último detalle: su muerte
Pese a que el nuevo emperador, y todo Roma, no tenía una buena imagen de ella, muchos de los escritores árabes de la época se referían a ella como una mujer erudita y 400 años después de su muerte aún se le rendía tributo a una estatua suya en Philae, un centro religioso que atraía a peregrinos de más allá de las fronteras de Egipto.
Cleopatra fue una mujer que supo tener el control de su propia imagen y la adaptó según sus necesidades políticas. Su astucia y conocimiento la ubicaron siempre en el lugar donde ella quería, no solo con los que la amaban, sino también con los que no.
Utilizó su belleza y conocimientos para convertirse en la mujer más importante de su época. pensando en todo, estando en cada detalle, incluso hasta el momento de su muerte. Llegó a planificar tanto su final que se sabe que ensayaba con diferentes sustancias letales tratando de hallar la más eficaz para cuando decidiera quitarse la vida. Lo que finalmente ocurrió entre el 10 y 12 de agosto del año 30 A.C en Alejandría, a la edad de 39 años, sin dejar detalles fuera de su control.
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