La original manera de sobrellevar el encierro: cocinar recetas de 200 países
Lo que comenzó como un juego para pasar los días de cuarentena terminó en un divertido libro personal que Hebeté G. V. De Warren comparte con familia y amigos
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Tras enviudar en 2019, luego de un largo y muy feliz matrimonio, Hebeté (contracción de Hebe y Teresa) González Victorica de Warren (78) se encontró encerrada en su departamento de San Isidro.
Detrás de sí tenía un camino profesional en el sistema bancario y una carrera en Dibujo Publicitario. Sin embargo, la cuarentena estricta la puso en un apuro: ¿qué hacer? ¿cómo pasar el tiempo alejada de los seres queridos, sin el cariño de la familia, de los amigos?
“Un día estaba sola en casa, puse en la mesa unas salchichas con mostaza y un vaso de cerveza y me pareció un típico plato alemán. Como soy loca de la fotografía se me ocurrió sacarle una foto para que los chicos vieran lo que estaba comiendo la abuela”, explica Hebeté, que tiene cinco hijos y 16 nietos.
Esas salchichas fueron el chispazo para que Hebeté se lanzara a una aventura que la llevó a cocinar todos los días, exactamente 200, un plato diferente. Además, preparaba una mesa alegórica del lugar de donde era la receta y luego las fotografiaba para compartirla con familia y amigos.
“Doy gracias a Dios por haber descubierto esta creatividad en mí que me ayudó a pasar los días de encierro por el Covid-19 sin decaer. Es más, nunca me sentí sola, siempre me acompañaron los que leían mis propuestas diarias. Hubo personas que si no les llegaba el envío me llamaban y me lo reclamaban”, cuenta Hebeté vía telefónica a LA NACIÓN.
La vuelta al mundo en 200 platos
Hebeté revela que comenzó el desafío como un juego. “Mi marido Carlos murió de Parkinson en 2019; bastante antes habíamos vendido la casa donde vivimos por 37 años y nos instalamos en un departamento divino de San Isidro”, rememoró.
Fue en ese departamento donde ella se las ingenió para nunca sentirse sola ni encerrada: “En estos 200 días viajé, recorrí continentes, distintos climas... Reviví lugares conocidos en donde fui tan feliz con Carlos y nuestros hijos y nietos. Recordé historias de algunos países visitados por nuestra familia y amigos, y de algunos totalmente desconocidos. Para ello tuve que estudiar. Viví la alegría de preparar el menú de sitios donde hay alimentos y se valora a la persona que los preparan. Sufrí en otros donde constaté que la vida de la gente es muy difícil, no tienen libertad, ni agua, ni alimentos”, explica en su libro.
-¿A quién se le ocurrió hacer el libro con todo?
-¡A mí! Obvio que me ayudaron mis hijas y nietas. Yo lo que quería era que tuviera letras grandes para que se pudiera leer sin anteojos. Mis amigas Milena Cassini y Lucila Garcia Aleman, de Racha Estudio, se ocuparon del diseño y armaron la tapa con los platos que les pedí a todas mis amigas. También les sumé algunas flores, otra de mis pasiones. Si era un libro que iba a estar en la coffee table tenía que quedar lindo y llamar la atención.
-¿Qué le dirías a un persona que está sola y con la pandemia ve tan reducidas sus posibilidades de salir y entretenerse?
-Hay que cambiar la óptica y mirar las cosas desde otro lugar. Todo es para agradecer, hasta lo más triste. El tiempo pasa y todo mejora. Y aunque uno se ponga más viejito, no importa, hay que seguir en movimiento. Sé de gente grande que ha corrido todos sus muebles para poder caminar y hacer un circuito dentro de su hogar. Hay que buscar la forma, la vida es bella. Para mí, fotografiar los platos de todos estos países no solo me entretuvo sino que fue el disparador para acompañar y levantar el ánimo de tantos amigos.
-¿Cuándo dijiste “listo, esta es la última receta que hago”?
-Todas las cosas que hago, las hago siempre con muchas ganas, si no prefiero no hacer nada. Arremeto siempre para adelante. Así soy, no me gusta dejar las cosas por la mitad. Hice un montón de países, me encantaba preparar la mesa y la receta. Cuando se me acababan los manteles buscaba pashminas, me las rebuscaba. Todo fue motivo de ilusión, de alegría, de preparar y soñar. Pero en un momento dije: “Esto va a tener que terminar”. Ahí me di cuenta de que en dos días me tocaba el número 200 y me pareció un buen cierre. Y justo tenía una foto con mi nieta y un planisferio que parecía que hubiéramos dado la vuelta al mundo juntas y eso terminó por confirmar mi decisión.
-¿Tus amigas hacían las recetas que vos les mandabas por WhatsApp?
-Mis amigas no hacían nada porque son unas vagas, ellas esperaban ver las fotos, ver lo que iba a comer y sobre todo leer los textos que agregaba, porque como no eran tan rigurosos, terminaban siendo graciosos. Y en muchos contaba anécdotas personales.
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