La nueva bohemia
Sorprende la cantidad de extranjeros que llegan al país como residentes temporarios o para el largo plazo. Esta nueva presencia obliga a pensar en un "nuevo cosmopolitismo" que revive la idea de la gran capital junto al puerto, la que describieron viajeros europeos a comienzos del siglo veinte.
La reflexión la dispararon las elecciones en Bolivia, el 18 de diciembre último, cuando el consulado de ese país en Buenos Aires estimó en un millón sus ciudadanos en la Argentina. El censo de 2001 registró 923.000 nacidos en países limítrofes. Muchas de estas personas se han trasladado a la Reina del Plata porque por mal que les vaya aquí en sus países les iba peor.
Al arribo de chinos, coreanos y taiwaneses (estimados en unos 30.000 radicados), hay que agregar la migración europea y de Estados Unidos, que comenzó a crecer a partir de la devaluación del peso en 2002. A lo largo de cuatro años ha sido notable la multiplicación de nacionalidades e idiomas en las calles de nuestras ciudades, hecho que no es exclusivo de Buenos Aires. Muchos jóvenes optan por residencias temporarias para decidir cómo enfocar su vida y su carrera. Viven de la enseñanza de idiomas y se entrenan en una variedad de pasantías, o recurren a sus ahorros para vivir con cierta comodidad en San Telmo o en Montserrat. Otros se dedican a oficios y artesanías que ensayan aquí para lanzar allá. Somos un país de vida barata para ellos, y así se ha instalado una nueva bohemia en el Río de la Plata.
Las cifras son de dudosa confiabilidad. El censo de 2001, según un informe en La Nacion del 4 de septiembre último, reflejó la existencia de 1.531.940 inmigrantes, o sea, el cuatro por ciento de la población total del país.
Hubo una época, hasta hace unas cinco décadas, en que los europeos recién venidos y residentes consideraban de rigor inscribirse en sus consulados. Ya no. El consulado de EE.UU. estimó, en marzo de 2004, que residían aquí 35.000 ciudadanos de su país, si bien la cifra actual llegaría hasta los 47.000. El consulado alemán dijo que tenían registrados unos 35.000 pasaportes, pero que había una cifra superior, desconocida, de personas con derecho a la ciudadanía alemana. El consulado británico da 1500 jefes de familia inscriptos, es decir, unas seis mil personas, cifra que ya no se compara con los 17.000 registrados en el consulado a fines de los sesenta. Y ni hablar de italianos y españoles, estos últimos dispersos en empresas ibéricas en todo el país. Hay un número desconocido de rusos, ucranianos y otros provenientes de las ex repúblicas soviéticas. Un porcentaje de esta gente se ha "asimilado". Sucede que muchos llegaron a estas costas cuando los argentinos no necesitaban visas para ingresar en los EE.UU. Era atractivo tener residencia porteña y obtener pasaporte argentino, para luego dirigirse a l país del Norte. La eliminación de esa facilidad hace cinco años clausuró la ruta. Algunos quedaron, otros regresaron. La ampliación de la Comunidad Europea en 2004 ofreció nuevas oportunidades.
Es bueno para una sociedad tener una presencia importante de extranjeros, porque nutre la vida local, nos hace más cosmopolitas y abre horizontes.
* El autor es escritor y periodista