La nueva bohemia, lejos de Palermo
Barrio Norte se transformó en epicentro de una movida artística que recupera el espíritu efervescente de la escena cultural noventosa
"Heredamos una chispa, chispa divina. Usémosla, que crecerá. Usémosla". Hace no tantos años un grupo de buena clase pop llamado Victoria Mil nos animaba a no desaprovechar lo provisto por quienes nos antecedieron. Se referían, claro, a una creatividad y riqueza cultural de espectro amplio. También a cierto estado de ánimo encendido, de chispa que nos libera de la norma. Nos desburocratiza. Mirando la realidad nocturna de la Buenos Aires actual, aquel exhorto bien podría aplicarse a lo que viene sucediendo desde hace un tiempo en la zona comprendida entre avenida Santa Fe, la calle Paraná y el Obelisco. Un recorrido expectante y en diagonal que busca recuperar aquel bullicio céntrico de fines de los 90, cuando en lugares como Ave Porco, Morocco o El Dorado (del otro lado de la 9 de Julio, es cierto, pero todavía en zona) se ampliaban los límites de lo mostrable y disfrutable. Y bien lejos de Palermo.
"Se invirtieron los roles. Y lo que antes era la ciudad antigua y la ciudad moderna hoy quizá cambió de lugar y de nombre", señala Migue Castro, cantante de Un (y antes de Victoria Mil) que no casualmente figura entre quienes buscan revivir la tradición moderna de la zona y frenar el éxodo hacia otros puntos de la ciudad. Es jueves por la noche en Milion, clásico palacio plebeyo, en el inicio de lo que será una recorrida testimonial de esa Buenos Aires que hace no tanto fue elegante y moderna y ahora quiere volver a serlo. Y aunque el clima hoy no ayude (ventoso, frío, con vestigios de una sudestada que no llegó a eclosionar, pero que igual horadaba los ánimos) la concurrencia en las calles es menor a la habitual. En Milion, sin embargo, los abrigos se dejan en los respaldos y la temperatura corporal recobra su valor porque canta Candelaria Zamar.
Suave, como de viaje en velero una mañana de sol ("Somos de fuego en este viaje. Sin pensamientos, sin equipaje. ¿Somos excusas?", canta por ejemplo en "Paralaje", de su muy bello debut, Un vaso de agua), Candelaria se presenta sin su banda de acompañamiento, apenas provista de su teclado y la serenidad de quienes la escuchan en el cuidado salón del primer piso. Entre ellos, Migue Castro, encargado de la programación musical los jueves. "Mi idea, tanto de la música que suena como de los solistas que invitamos, es recuperar el espíritu originario de Milion. Cierta elegancia mezclada con tradición y modernidad". Habla con conocimiento de causa: a principios de los 2000, integrante sin pretenderlo del llamado "Adrogué Sound" (esa búsqueda musical entre desprendida y cadenciosa que compartía con Travesti, Emisor o los Perdedores Pop), solía recalar en Milion junto a sus compañeros de Victoria Mil cuando su vida requería un poco de sosiego: mobiliario aristocrático para hijos desclasados de familias acomodadas. ¿Hay más?
Sí: "Milion se construyó en 1913 y perteneció a un médico alemán, especializado en cáncer de piel, que estaba muy vinculado con el arte plástico y recibía pinturas como forma de pago. Por eso tantos cuadros en todos los pisos de la casa y tanta afinidad desde el principio con las manifestaciones del arte", explica Juan Ignacio Retamal, responsable de Pase y Cierre la Puerta, un ciclo de arte en vivo que se hace dos veces por año en el lugar. Y que consiste en ocho artistas interviniendo el espacio durante tres horas para que el público con un mapa elija qué hacer. Ya pasaron por allí el productor televisivo Pablo Culell, el diseñador Martín Churba, el músico teatral Gaby Goldman, el cineasta Santiago Giralt y el dramaturgo Silvio Lang, entre otros. ¿El resultado? "Un punto de encuentro entre distintas vertientes del arte off hoy", comenta un habitué mientras un gato negro cruza raudo el delicado parqué del segundo piso.
Una modernidad revisitada
La sudestada, si bien no amaina, tampoco impide movilizarse. Ver qué más trae esta excursión nocturna por el Barrio Norte más céntrico y elegantemente gastado, en el que el mármol y los grandes portones empiezan a declinar en favor de los edificios construidos en los sesenta, cuando la modernidad era una palabra de valor en revistas como Primera Plana y proyectos desarrollistas como el del ex presidente Frondizi. "Para el lado de Retiro es más difícil congeniar. Hay que pertenecer a la high class de verdad. Para este lado, en cambio, se puede matizar mejor. Ser parte por un rato e interactuar", comenta Esteban Rial, ex Perdedores Pop, colega de Mige Castro en aquel Adrogué Sound, y partícipe sagaz de esta recorrida con ojos "desextraviados". Sobre Talcahuano al 900, el dato: Viuda Negra, un bar a estrenar con halo de misterio y estética de gótico sureño (velitas prendidas a mano, por ejemplo, iluminan los escalones al subsuelo). "Quisimos hacer un lugar que invitara al misterio y a la curiosidad, donde no estuviera todo dicho", explica Esteban Elía, uno de los responsables de este bar emplazado sobre una ex tanguería que hoy revive la mística de los viejos caserones de los westerns sureños. Ese aire de ocio señorial.
Siguiente parada, Paraná al 900: Club Regia. Abierto desde hace poco más de un año en la planta baja de la galería de arte de la conocida revista de moda independiente, se convirtió en poco tiempo en un favorito de músicos con estilo, escritores verborrágicos, cultores de las ciencias ocultas y actrices que no buscan el flash. "Por algo le pusimos club y no bar", destaca Facundo Pellegrino, uno de sus responsables, además de director de la revista. "Es como un club de amigos porque de hecho yo mismo lo atiendo: es imposible que no te sientas como en casa".
Con una concurrencia que puede variar bastante según el día y la hora, pero que suele lograr horas pico inesperadas durante la madrugada cuando algún festejo se arma en pocos minutos, Club Regia tiene el valor de la onda sin parafernalia. Sí: otros bares de la zona pueden estar mejor arreglados y cuidados, pero sólo acá podés toparte con Gori de Fantasmagoria pinchando discos que no lleva a ningún otro lado. O con Sergio De Loof, el ingobernable artista plástico y diseñador, despotricando máximas trasnochadas (una de las últimas: "Los modernos siempre merecimos los dones") a quien se anime a recibirlas.
"Algunos me preguntan por qué abrimos Regia acá y no en Palermo. Y un poco es porque queríamos tener personalidad, no sumarnos a lo obvio. Pero también porque apostamos a una movida que ya hubo en toda esta zona y está volviendo a pasar", postula Pellegrino, acomodado en la estrecha barra del bar mientras van cayendo conocidos y amigos que hacen al clima relajado del bar. Afuera, mientras tanto, la sudestada empieza a ceder, aunque todavía quedan unas horas más de llovizna molesta.
¿Volverá la chispa a Barrio Norte, la chispa divina? Destellos hay. El resto será tarea de quienes se mantengan encendidos.
Las paradas imprescindibles
- Milion. Paraná 1048 Emplazado sobre un edificio señorial construido en 1918, ofrece más de 150 opciones de coctelería, además de cocina de autor en ambientes rodeados de arte y diseño. Incluye la posibilidad de organizar eventos en salones interiores, terraza y jardín. El estilo y la clase como norte.
- Viuda Negra. Talcahuano 977 Ambientado con detalles de la estética gótica sureña, propone un espacio a estrenar (abierto al público, todavía no hizo su arranque formal) que estimula la imaginación y despierta el sentido lúdico con sus detalles de mobiliario y cierto misterio a descubrir. La coctelería y gastronomía es amplia; la música es anglo y variada.
- Club Regia. Paraná 923 Con espíritu de club de amigos, su fuerte es lo que sucede en su espacio reducido, pero no por eso menos diseñado. Ofrece cocina de mar y tragos de autor y apertura hasta altas horas de la noche, cuando a su alrededor todo está muerto. Ofrece noches de DJ y festejos espontáneos. El run-run como as de espadas.
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