Luego de un invierno oscuro, una celebración de la cultura y el patrimonio nórdicos presenta comida, música, danza, artesanías tradicionales y una serie de costumbres que toman las calles para inaugurar la primavera
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Una reunión familiar, una trama intrincada de historias cruzadas, una fiesta tradicional como escenario. Esa es la propuesta de la miniserie noruega “La noche del solsticio de verano”. Una puesta que, además de la historia, pone de manifiesto una de las celebraciones más antiguas de los países nórdicos. Un encuentro radiante que invoca a celebrar la llegada del día más largo del año en el pasaje de la primavera a verano, pero que excede ese simple hito.
Además de las sombrías condiciones climáticas que dejan a oscuras gran parte de la jornada durante la época de más frío, las costumbres que dan brillo a este momento tienen antiquísimas raíces históricas y costumbres diversas provenientes de cada uno de los países nórdicos. Las interminables danzas de Suecia que comienzan en mayo, las gigantes fogatas que iluminan las noches de Finlandia, el rito de quema de brujas en Dinamarca, la contemplación ceremoniosa del sol de medianoche en Noruega y las entramadas costumbres religiosas y místicas que atraviesan los encuentros en Islandia. Cada una propone una puesta que vincula la historia con el jolgorio de un modo cautivador, que no deja a nadie en casa. Culturalmente, es el más colorido tapiz que se pueda observar de la región. Hasta 1770 se trató de una celebración nacional en todos los países nórdicos.
Los orígenes del solsticio de verano se remontan a la época pagana
Todo sucedía durante la Edad de Hierro, cuando los pueblos del Norte creían que criaturas mágicas vagaban por la tierra en la noche más corta del año. Estas creencias, entrelazadas con las prácticas agrícolas que tienen en esta época el gran epicentro de actividad, formaron la base de muchas prácticas que atravesaron los años hasta nuestros días. Para los vikingos era el momento de orar por una cosecha abundante a los dioses de la fertilidad: Freyia y Freyr.
El núcleo de todas las festividades es la naturaleza y los cambios que se producen en esta época del año, donde se subraya la profunda conexión entre los pueblos nórdicos y su entorno. Ciertos rituales heredados de las primeras culturas incluyen enormes hogueras para alejar las negativas fuerzas oscuras que vagan por los bosques y también es posible que se hayan visitado (como aún se hace hoy) sitios de origen neolítico como Stonehenge, cerca de Salisbury en Inglaterra.
Otra de las costumbres se basa en la idea de que las plantas adquieren poderes mágicos durante el solsticio. Se cree que este es el motivo por el se colocan flores e hierbas silvestres debajo de la almohada en la víspera de la fiesta y se adornan con roscas floridas las puertas. También son comunes las coronas de flores frescas, que atraen los suspiros románticos de los enamorados.
Cómo celebrarlo
Los días prolongados y el sol, que en algunas localidades se vuelve de medianoche, permite adentrarse en la naturaleza para disfrutar de canciones, bailes, actos culturales populares, colocar la mesa en medio del jardín o el patio, y disfrutar de las comidas tradicionales bajo la luz natural hasta muy entrada la noche.
Midsommar, así se llama la celebración del solsticio de esta temporada, es feriado nacional en Suecia, y se celebra cada año el viernes más cercano al 23 de junio. Para los locales la clave está en encontrarse en ámbitos naturales, de modo que son habituales las excursiones en las afueras de las ciudades más importantes y los encuentros comunitarios, donde todos se reúnen en el espacio público con guirnaldas de flores silvestres en el pelo y postes de mayo (midsommarstång) decorados con flores y hojas.
Todo se entremezcla con un típico picnic sueco cargado de arenque en escabeche, entre otras especialidades locales. Esta misma propuesta puede disfrutarse en Buenos Aires en el Club Sueco de San Telmo, justo al lado de la Iglesia donde se celebran los cultos religiosos de las comunidades nórdicas en la Argentina.
Las festividades del solsticio de verano en Suecia continúan durante todo el día, mientras entonas una canción tradicional, Helan går, que significa “primer pequeño vaso de espíritu” mientras disfrutas de algunos tragos de vodka o aquavit, una típica bebida escandinava de proceso similar aquél.
Las rondas son el baile típico, y también la danza tradicional Små grodarna, “las ranitas”, donde todos, sin excepción, se animal a saltar como una rana.
Finlandia, por su parte, tiene una fiesta nacional, llamada Juhannus en honor a San Juan que comprende un fin de semana largo de tres jornadas. Durante sus noches se encienden grandes hogueras llamadas kokko, destinadas, como en Suecia, a apartar a los malos espíritus, pero las llamas también son un presagio de una cosecha productiva.
Otra de las tradiciones locales invita a hacer mucho ruido porque, según la creencia, quien más fuerte lo hiciera, mejor temporada tendría. Del mismo modo se cree que cuanto más beba un finlandés, más productiva será su cosecha. Una de las prácticas favoritas es sumergirse en el medio de la naturaleza en saunas bajo cielo, disfrutando de algunos de tragos helados.
En muy habitual que estos eventos se desarrollen en casas de verano o en el campo donde se comparten salchichas a la parrilla, papas, pescado y una variedad de ensaladas de verano.
En Noruega, precisamente donde transcurre la miniserie, la celebración tiene fecha fija: el 23 de junio. También aquí se repite la tradición de la hoguera gigantesca. Se juegan ciertas competencias para saber de cuán lejos puede verse el encendido propio. Algunas pueden alcanzar hasta los 50 metros de altura.
El día de San Juan (Jonsok o Sankthansaften) no es un feriado nacional en este país, pero de todos modos se programan celebraciones comunales, festivales y muchos deciden experimentar una noche al aire libre bajo el sol de medianoche, porque desde mediados de mayo hasta mediados de julio el astro rey no se pone en absoluto.
Los daneses comparten con los noruegos la fiesta del solsticio de verano en fecha fija. La celebración se llama Sankthansaften y también arman hogueras voluminosas, aunque todos los asistentes participan en la quema arrogando ramitas y efigies brujas hechas de trapo. La jornada invita a la reunión familiar y entre amigos y a disponer de una mesa larga en un sitio conectado con la naturaleza.
En Islandia se puede esperar algo diferente. El evento tiene lugar el 24 de junio y se llama Jónsmessa, “Misa de Juan Bautista”. Aquí todos los ritos están más vinculados a la superstición que a prácticas religiosas.
Las tradiciones auguran que es la jornada en la que las vacas pueden hablar, las focas se hacen humanas y los elfos pueden transitar entre los humanos como si estuvieras en El Señor de los Anillos.
Una de las costumbres muy local invita a revolcarse desnudo bajo el rocío de la mañana porque augura buena suerte. Se celebran festivales musicales en las calles y lo común es participar de una celebración popular y otra más privada con amigos y familiares.
En líneas generales, para toda la región, la gastronomía es uno de los hitos de la fiesta. Suele incluir arenque en escabeche, papas nuevas, recién cosechadas en la última temporada, hervidas con eneldo fresco, crema agria y verdeo. ¿El postre infaltable? Frutillas con crema. La comida suele ser muy abundante y se extiende por un largo rato. Se la suele acompañar de cerveza fría y bebidas blancas fuertes. Un trago, un brindis, una canción. Así se matiza la velada.
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