La naturaleza, en tu pantalla: el gran momento del cine ambiental
Días atrás un anciano de 94 años rompió un récord Guinness que pertenecía a la actriz Jennifer Aniston. Se convirtió en la persona que más rápido alcanzó el millón de seguidores al abrir una cuenta en Instagram. Tardó apenas 4.44 horas, unos 31 minutos menos que la estrella de Friends. Lo curioso en una red social donde reina la imagen es que es una cara desconocida para el público millennial. Su voz en cambio, es inconfundible: David Attenborough, de él se trata, es el narrador de los grandes documentales y series de naturaleza que hoy invaden nuestras pantallas.
El furor por Sir David –el legendario científico y naturalista, pionero en divulgar imágenes del mundo salvaje en televisión desde la BBC en la década del 70– es un síntoma más del momentum que atraviesa el cine ambiental, un género de nicho que, gracias a los avances tecnológicos y, también debido a la pandemia, conquista a cada vez más espectadores en las plataformas de streaming.
Con una tensión propia de una película de suspenso, asistimos al milagroso escape de una iguana de las fauces de cientos de serpientes en las Galápagos. También admiramos a tres saltarines azules que bailan en hipnótica sincronía sobre una rama para cortejar a su enamorada en una selva tropical. Acongojados, sufrimos al ver la muerte masiva de morsas que caen al vacío en el Ártico. Y hasta nos emociona el extraño vínculo entre un pulpo y su discípulo humano. ¿Qué tienen las imágenes de naturaleza que nos cautivan, incluso, tanto como una película de Hollywood? La innovación es una de las grandes razones. El primer salto se dio en el siglo pasado, con la aparición de la filmadora portátil de 16 milímetros, que a pesar de su pobre definición, permitió llevar una cámara al desierto o la selva por primera vez. Pero en la última década, la revolución digital, con sus pequeñas cámaras que filman en Ultra HD, poderosos drones y estabilizadores a precios accesibles para cualquier entusiasta, abrió un abanico infinito de posibilidades que invitan a retratar el mundo natural como nunca antes lo habíamos visto.
"Los desafíos y los costos para poder filmar naturaleza antiguamente, eran gigantes. Los equipos, las cámaras, los rodajes solo eran accesibles para grandes compañías como BBC o NatGeo", explica el realizador Juan Raggio, de Jumara Films, una premiada productora argentina de documentales sobre vida silvestre y conservación. Y agrega: "Hoy en cambio podemos encontrar cámaras y lentes que tienen casi la misma calidad que las grandes producciones; de esta forma muchos documentales de presupuestos reducidos, logran mezclarse entre las grandes producciones. Por eso hoy es muy importante qué historias contar, más que la calidad de los equipos."
Otro catalizador que explica el florecimiento del cine ambiental es la llamada Generación Netflix: acostumbrados a aprender, a informarse, y a entretenerse a través de una pantalla, millones de consumidores demandan cada vez más diversidad de series y documentales para sus plataformas. "El interés por los contenidos que apuntan a valorar la naturaleza y repensar nuestro vínculo con el ambiente era algo que ya estaba latente. Pero estando más en casa y con algo más de tiempo, la gente está más abierta a ver este tipo de contenidos sustentables. Creo que es una externalidad positiva de esta pandemia", sostiene Alejandra Cordes, creadora del Green Film Fest, el Festival Internacional de Cine Ambiental de Buenos Aires, que ya va por su onceava edición.
Déficit de naturaleza
En tiempos de aislamiento, este género puede ser un aliado a la hora de combatir el síndrome de déficit de naturaleza, como los especialistas denominan a la falta de contacto con el aire libre. De hecho, en 2017 un estudio de la Universidad de Berkeley demostró que ver documentales de naturaleza aumentan la sensación de bienestar y bajan la ansiedad. Otros expertos, en cambio, ya advierten que estos contenidos cada vez más realistas pero mediados por la tecnología, paradójicamente, nos están alienando del mundo natural. Es decir, que estamos aceptando un sustituto digital al contacto con lo salvaje.
Algo es seguro: no se puede proteger lo que no se conoce. Y el cine ambiental hoy nos está mostrando, desde la comodidad de nuestro living y con lujo de detalles, el preocupante estado de la naturaleza. Y la responsabilidad del ser humano en su deterioro, por supuesto. Ya lo dijo el propio David Attenborough en una entrevista: "Creo seriamente que las películas de naturaleza son de vital importancia para el futuro del planeta. Dependemos del mundo natural, y la gente tiene que aprender cómo funciona para tomar consciencia del daño que le están generando."
Mientras filmaban en las profundidades, en 1998 un equipo de la BBC descubrió que la Gran Barrera de Coral en Australia se estaba decolorando. El documental mostró cómo lo que antes era uno de los ecosistemas más coloridos y ricos del planeta, se había convertido en cementerio de esqueletos blancos. "Una vez que estas cosas son visibles, dejan de ser aceptables", sentenció Sir David.
Algunas propuestas:
Planet Earth (2006). Serie de televisión de la BBC narrada por David Attenborough. Fue la primera gran producción en filmarse en HD.
Antes que sea tarde (2016). En modo activista, Leonardo Di Caprio protagoniza uno de los documentales más exhaustivos para entender los efectos del cambio climático.
Mountain (2017). Con la voz de William Dafoe, el film examina la profunda relación que une a los seres humanos con las grandes montañas.
Blue Planet (2001). Esta serie documental de la BBC mostró los misterios del océano como nunca antes.
Mi maestro el pulpo (2020). Extraña y conmovedora historia sobre el vínculo entre un buzo y un octópodo.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat