La metamorfosis de Thierry Mugler
Dice que no le gusta mirar atrás, aunque definió la moda de los 80 y de los 90. Thierry Mugler, o Manfred Thierry Mugler como le gusta que lo llamen desde 2002, cuando decidió retirarse de la confección para dirigir y producir proyectos, es uno de los talentos más influyentes en el mundo de la moda. Considerado un "hombre del futuro", un visionario, no solo se inspiró en personajes de ciencia ficción –como María/Futura, la mujer androide de la película Metrópolis (1927), de Fritz Lang–, y en las heroínas de cómics, para crear sus looks robóticos y aerodinámicos; también, fue el primer diseñador que desplegó desfiles de moda espectaculares en Occidente, ya que convirtió la pasarela en un escenario por el que transitaban supermodelos como Linda Evangelista, Claudia Schiffer o Naomi Campbell, seguidas de actrices porno y celebridades como Tippi Hedren o Rossy de Palma, con ambientación que podía ir desde la música de cabaret o las canciones pop hasta Giuseppe Verdi. Esto último, algo natural si se toma en cuenta que fue un bailarín de ballet, hasta los 14 años, en La casa de la Ópera de Estrasburgo, ciudad francesa en la que nació, en 1948.
Secundado por especialistas en carrocerías y diseñadores industriales, Mugler creó corsets de cromo y mallas Plexiglas –como el leotardo dorado con adornos de cristal que lució la alemana Nadja Auermann, en 1995–, con que se adelantó a la "era de los cyborgs", que ya ha comenzado... Así lo creen en el Museo de Bellas Artes de Montreal (Canadá), donde se muestra la exposición Thierry Mugler: Couturissime, con 150 atuendos restaurados –y, en su mayoría, exhibidos por primera vez– que creó desde 1977 hasta 2014. Y, también, accessorios, vestuario teatral, videos musicales y cinematográficos, archivos y boquejos inéditos. "Su trabajo, tan amplio y variado, ahora es parte de la historia de la moda y la cultura pop", define para la nacion revista Thierry-Maxime Loriot, curador de la exposición, que está concebida como una ópera dividida en actos, y da cuenta de la multiplicidad del artista radicado en Berlín desde 2014. "Cada acto es muy diferente, como si se tratara de planetas distintos. Así que es histórico en el sentido de que contamos la historia de un artista– Mugler–, de su creatividad única, de sus pasiones y sus obsesiones. Es una vida de creación", detalla Loirot. Gran parte del material de la exhibición –que pasará a Rotterdam, Holanda, en octubre, y a Munich, Alemania, el próximo año– pertenece a la colección de La Maison Mugler y Clarins Group, que se encargaron de su firma cuando él la dejó. "El resto proviene de préstamos excepcionales del Centre National du costume de Scène, de France, y de prestamistas como Neil Tennant, de los Pet Shop Boys".
Además de modisto y bailarín, Mugler estudió arte dramático y creó el vestuario para la obra Macbeth que se presentó en el Festival d’Avignon, en 1985 –16 de esos trajes son parte de Thierry Mugler: Couturissime–, y para Zymanity (2003), montaje del Cirque du Soleil que, por estos días, está en cartelera, en Las Vegas. Igualmente, tomó fotografías, por ejemplo, para Playboy, cuando, en 1999, se cumplieron 40 años de la revista. En realidad, su afición nació mucho antes, en 1976, cuando le pidió a Helmut Newton que fotografiara una campaña publicitaria para él. Como Mugler –un perfeccionista– interrumpía constantemente al fotógrafo alemán, durante sus tomas, éste le dijo: "Si estás tan seguro de lo que querés, ¿por qué no lo hacés vos?". Y el diseñador lo hizo. Así comenzó a capturar sus propias imágenes publicitarias, en sitios tan exóticos como el desierto del Sahara o tan próximos como el techo de la Ópera de París. También, colaboró con Newton por más de 20 años; retrató a sus musas, entre ellas, Iman y Jerry Hall, y publicó el libro Thierry Mugler – Photographer, en 1988.
Lo que define la genialidad de Mugler, según Loriot, es que "siempre fue muy único y nunca siguió tendencias. No se inspiró mucho en la moda histórica; navegaba en un mundo propio. Hoy, a veces uno siente que la creatividad está perdida y cada cual trata de encajar en un molde, en espera de agradar y tener seguidores, pero Mugler provocaba y también tenía humor en su trabajo". Básicamente, afirma, "inventó los fashion shows. Antes de él, había presentaciones. (André) Courrèges llevó la música a las presentaciones de moda en los 60, pero fue Mugler quien realmente desarrolló la idea de la puesta en escena de la moda, con esto de tener temáticas, grupos de modelos, estrellas invitadas, cantantes, historias, un soundtrack hecho para una colección. Eso lo hizo sobresalir frente a cualquier otro. Él creó su propia imagen, su propio mundo, en un tiempo en que la moda tenía que ver con seguir tendencias", subraya el curador.
Fue en 1984 cuando, basado en un concepto que había estrenado el modisto japonés Issey Miyake en los 70, y alejado de la alta costura de los salones privados, Mugler revolucionó las pasarelas con una superproducción de moda y ópera, en el Zénith de París, donde presentó 350 diseños, que vieron unas 6000 personas –4000 de ellas pagaron entrada—.
Mugler consideraba la indumentaria como "algo esencial en la construcción y mejora de un individuo: una forma de representar la vida diaria y hacerla más bella y divertida". La moda le permitía imponer su mirada a través de la música, los temas, el casting –Daryl Hannah, Linda Hamilton, Brigitte Nielsen y Sharon Stone, entre otras personalidades, recibiron invitaciones para lucirse en sus shows, en que volcaba sus fantasías cargadas de un aura erótica–. Mugler estaba detrás de todo, desde las coreografías hasta la iluminación. "Mi verdadera vocación es el escenario", solía decir entonces este artista dotado de brillo, que era un ágil y bien parecido exbailarín y que hoy está físicamente irreconocible y dado al fisicoculturismo.
Corsets y vigencia
A fines de los 80 y comienzos de los 90, como bien recuerda una nota de The New York Times, Mugler fue uno de los diseñadores que encendieron los debates feministas, con sus trajes de metal y plástico tipo armaduras, que dejaban al descubierto pechos, ombligos y nalgas de las modelos. En 1992, en tanto, estrenó una de sus creaciones más recordadas: una maniquí enfundada en un corset esmaltado que emulaba llamas, incluía manubrio y espejos, y se transformaba en la parte delantera de una Harley-Davidson. Si bien, al principio, este body de motocicleta fue visto como una grosería, hay quienes sostienen que el diseñador fue malentendido y que, por debajo de su diseño, subyacían temas como la violencia y el erotismo expresados en la moda. Ideas que se han retomado con fuerza en los tiempos que corren. "Uno se pregunta si la razón por la cual el señor Mugler no recibió una consideración seria es porque se trataba de un modisto", plantea el artículo del diario.
En 2009, Beyoncé eligió esta prenda para su gira mundial I Am. Además de vestir a la artista, Mugler dirigió e hizo las coreografías de diferentes partes de su show y se involucró en la filmación de los videos de sus conciertos. Antes, en 1992, había escrito el guion y dirigido el video de la canción "Too Funky", de George Michael, donde se sucedían en la pasarela, entre otras: Tyra Banks, Linda Evangelista, Eva Herzigová y Gatúbela (Julie Newmar).
La vigencia de Mugler –quien experimentó con el metal, el látex y la piel sintética– no ha decrecido con el tiempo. En años recientes, la modelo británica Cara Delevingne posó en la portada de GQ con uno de sus diseños "robóticos", por ejemplo. Y, a comienzos de este año, la rapera y actriz Cardi B atrajo todas las miradas en la alfombra roja de los premios Grammy, porque iba vestida con "El nacimiento de Venus", una prenda de terciopelo negro en la parte inferior y satén rosa arriba que se abría a la altura de la cadera, como si su figura surgiera de una concha. Originalmente, la pieza, inspirada en la pintura homónima de Botticelli, formó parte del desfile de alta costura que presentó Thierry Mugler, en 1995.
Asimismo, estrellas como David Bowie, Liza Minnelli, Madonna, Céline Dion y Lady Gaga han usado sus diseños. En realidad, ya en 1969, cuando Mugler era un freelance que dividía su tiempo entre Londres y Ámsterdam, y la capital británica era el centro del mundo, él vendía sus prendas a famosos que compraban en King’s Road y en las boutiques de Chelsea. Entre otros, Bowie, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Lou Reed, John Lennon y los integrantes de Pink Floyd.
En 1979, un año después de que el diseñador abriera su primera boutique en París –a la década siguiente construiría un imperio y, en los 90, sus creaciones darían la vuelta al mundo– Bowie apareció en el programa de TV Saturday Night Live con ropa de Mugler. A lo largo de su carrera, el Duque Blanco –que falleció en 2016– usó sus creaciones en el escenario, en sus videos, en apariciones públicas e, incluso, cuando se casó con la modelo Somali Iman, en 1992.
¿Qué colaboración con Mugler subrayaría? "Es imposible subrayar una sola, ya que hubo tantas. Por supuesto, Bowie fue muy importante y leal, igual que Too Funky, que resuena en una generación entera, la generación MTV... La singularidad de sus creaciones grita ¡Mugler! ¡Y aún es muy relevante! Sí, en la exhibición Thierry Mugler: Couturissime está el vestido que usó Cardi B para su performance, junto con piezas que lucieron David Bowie, Beyoncé, Diana Ross, Pet Shop Boys, Lady Gaga... Mugler es un ícono. Desde David Bowie, Diana Ross, Céline Dion, hasta Lady Gaga, Rihanna, Katy Perry y Beyoncé, todos usaron sus prendas, que aún son muy gravitantes y adelantadas a su tiempo".
Aunque se rodeara de celebridades, Loirot no cree que lo que realmente le importara a Mugler fuera la celebridad. "Claro que es halagador que todo el mundo se pelee por usar sus diseños, ya que verdaderamente se le extraña. Él realmente ayudó a que la gente representara su vida diaria a través de la moda, pero lo que a él le importa es la persona que la usa. Si esa persona hace de un personaje que le gusta, la superwoman, fuerte e independiente, con un cuerpo que es diferente, va a sentirse atraído como siempre se sintió. En sus shows tenía drag queens en la pasarela, junto con Diana Ross e Iman o Jerry Hall. Bellezas plurales y un montón de libertad".
Mugler se definió como "un arquitecto que reinventa el cuerpo femenino al completo", algo que probó en cada nueva colección. También, dijo que toda la vida se ha sentido atraído por "el animal más bello sobre la tierra: el ser humano". Para el modisto, la seducción del hombre toma referencias del mundo animal. Motivado por este pensamiento y por la idea de la metamorfosis, y provisto de su talento fantasioso, a fines de los 90 creó colecciones fabulosas inspiradas en reptiles e insectos, pájaros y mariposas. En vez de usar pieles exóticas o plumajes raros, Mugler optó por materiales sintéticos, y diseñó enteritos animal print y vestidos sin hombros que emulaban la piel de "cocodrilo". Todo lo que se pondría de moda más adelante, que es hacia donde él siempre ha mirado.
Fotos: gentileza del Museo de Bellas Artes de Montreal