El cable carril riojano es una maravilla inigualable de la ingeniería civil de principios del siglo XX, una obra monumental de transporte aéreo que aún asombra en el paisaje del noroeste argentino.
Esa es, quizá, la mejor definición del cable aéreo que permitió el traslado de oro, plata y cobre –a más de 4.400 metros sobre el nivel del mar en la cordillera de los Andes– desde la mina La Mejicana en el corazón del macizo de Famatina (6.250 metros) hacia la estación ferroviaria de Chilecito, a unos 35 km en línea recta. Desde allí, en un primer momento de la explotación, el mineral aurífero era trasladado al puerto de Rosario rumbo a Europa y, posteriormente, se dirigió a la fundición Santa Florentina.
De esta manera, salieron a la luz los secretos guardados en las entrañas del cordón andino.
Inaugurado en 1905, hace 115 años, la obra fue financiada por el Estado argentino que contrató a una empresa alemana para promover la explotación de minerales metálicos que, por entonces, estaba mayoritariamente en manos de compañías inglesas. Fue la instalación de su tipo más larga y elevada del mundo. El proceso fue documentado por el ingeniero Max Cooper, que trabajó para los ferrocarriles ingleses y era fotógrafo aficionado. Su álbum es un documento muy valioso.
Todavía hoy impactan los esqueletos de acero que dieron vida al cable aéreo y que son una evidencia de que "la fiebre del oro" se vivió en la Argentina igual que en California (Estados Unidos) al despuntar la centuria anterior.
Los investigadores Arnaldo Vaca, Enrique Orche y Matías Vaca recopilaron la historia en el libro Cable aéreo Chilecito-La Mejicana. Venas de acero en las entrañas del Famatina para poner en consideración de la Unesco la factibilidad de declarar al cable carril (que es monumento histórico nacional desde 1982) como Patrimonio de la Humanidad, un trámite que aún no se realizó.
El cable carril estuvo activo 22 años, hasta su cierre en 1927.
El auge y el ocaso
La explotación minera ya existía antes del cable aéreo, pero se realizaba de manera rudimentaria: el mineral se transportaba a lomo de mulas. La llegada del ferrocarril a Chilecito en 1899 –según se relata en el libro Cable aéreo…– amplió la escala, pero para bajar los metales a lo largo de 3.500 metros de cordillera en condiciones extremas y depositarlos en la estación ferroviaria para su traslado a destino, se necesitaba un sistema rápido y barato.
Se analizaron distintos sistemas de "tranvías aéreos" que unieran, con una línea de cable y en cuatro horas, la boca de la mina con Chilecito. Sería, y lo fue, el mayor del mundo, el más alto y el más largo. Según el investigador Matías Vaca, el cable carril sigue ostentando ese récord ya que los similares que se construyeron posteriormente a mayor altura en otras partes del mundo fueron desmontados.
La obra fue autorizada por Ley N° 4208 en el año 1901 impulsada por el diputado nacional riojano Joaquín V. González. El cable aéreo –que le costó al Estado argentino el equivalente a unos 14 millones de dólares– pretendía beneficiar a todos los yacimientos, pero solo La Mejicana lo utilizó.
El contrato de construcción lo firmó el entonces presidente Julio A. Roca con la empresa alemana Adolf Bleichert & Co, de Leipzig, la más prestigiosa de aquellos tiempos. El sistema se montó en pocos años, entre 1902 y 1905.
Los registros históricos, compilados por Vaca (padre e hijo) y Orche, indican que el cable tenía una longitud de 34.328 metros salvando un desnivel de 3.528 metros.
La compañía de capitales ingleses The Famatina Development Corporation, fundada en Londres en 1903, adquirió casi todas las minas de La Mejicana y la fundición Santa Florentina, a la que dotó de hornos y unió al trazado del cable aéreo mediante un ramal. Con el tiempo sería la fundición más importante del país.
Sucesivas ampliaciones de capital transformaron la empresa británica en The Famatina Company (1912), aunque las minas se paralizaron en 1914 a causa de la crisis financiera. En coincidencia con el inicio de la Primera Guerra Mundial, los ingleses se retiraron.
En 1918, La Mejicana pasó a manos de otros dueños: la Corporación Minera Famatina, hasta que cerró en 1927.
"El cable fue el elemento vital que hizo funcionar el sistema aunque la producción fue inferior a la prevista, por lo que su capacidad transportadora fue infrautilizada. Fue un gran proyecto técnico, pero un mal negocio minero", remarcan los investigadores en su libro.
Gigantes de acero
La obra se compone de gigantescas construcciones de acero unidas entre sí por cables trenzados suspendidos en el aire. Son ocho tramos conectados por nueve estaciones y un tramo más enlaza con Santa Florentina.
El cable carril recorre una distancia de 34,3 kilómetros entre Chilecito (a 1.078 metros de altura) y La Mejicana (a 4.412 metros), donde se ubicó la Estación 9 (llamada "Bello plano").
El complejo consta de 260 torres, una torre doble, 11 tensores, dos herraduras y un túnel, más la desviación e instalación de la fundición. El sistema tiene más de un millón de remaches.
Toda la estructura fue construida en las fábricas en Leipzig y transportadas, sin ensamblar, en barco hasta el puerto de Rosario y, desde allí en tren, vía Córdoba, hasta Chilecito.
Las estaciones 2 ("El durazno"), 3 ("El parrón" o "Estación de los viejos"), 4 ("Siete cuestas"), 6 ("El Cielito"), 7 ("Calderita nueva") y 8 ("Los Bayos") poseían motores a vapor, alimentados a leña, que otorgaban la tracción para el movimiento del cable y el traslado de las vagonetas.
La comunicación de todo el complejo se realizaba por teléfono. Según consta en los archivos históricos, cada 900 metros había un punto de conexión con teléfono portátil para reportar desperfectos. Aquella fue una de las primeras líneas telefónicas de la Argentina.
La construcción se inició en la Estación 1 ("Chilecito") y se habilitaban las siguientes a medida que se finalizaban. De esta manera se subía el material e insumos para los trabajadores.
La tarea era complementada por 100 asnos y hasta 800 mulas que cargaban entre 150 y 200 kilos de cemento, cal, herramientas, agua, alimentos, leña y equipamiento. Los cables se trasladaban por sendas construidas a tal fin por cuadrillas de cien obreros.
En la Estación 4 se montó un taller mecánico para reparar desperfectos ocasionados, muchas veces, por las inclemencias del tiempo en las alturas y se levantó otro en Chilecito para los problemas de mayor envergadura.
El cable aéreo podía transportar 25 toneladas por hora en sentido descendente y 15 en ascendente. Las vagonetas se desplazaban sobre rieles a 9 kilómetros por hora
Algunas cifras
El sistema guarda un sinnúmero de datos curiosos, relevados por los investigadores. Estos son algunos.
-Las estructuras de las estaciones, torres y dispositivos tensores pesan alrededor de dos mil toneladas.
-Entre las estaciones 4 y 5 ("Cueva de Romero") se construyó un túnel de 159 metros de largo que requirió la voladura de 3.500 metros de roca.
-Para nivelar el terreno de la Estación 7 se utilizaron 70 cartuchos de dinamita detonados simultáneamente.
-Para alisar el de la Estación 4 se dinamitaron 55 mil metros de roca.
-Se estima que en esta monumental obra trabajaron 1.600 operarios que, según los autores del libro, eran "alojados en precarias tiendas de campaña y expuestos a todo tipo de riesgos laborales y ambientales", como la falta de oxígeno.
-Datos de 204 trabajadores guardados en el Museo del Cable Carril indican que la gran mayoría eran riojanos de Chilecito; 14, de otras provincias y siete eran extranjeros. El 64% de los obreros tenía entre 16 y 25 años.
Museo a cielo abierto
Cuando el cable aéreo cesó su actividad con fines productivos, el complejo fue abandonado a su suerte, aunque se mantuvo en relativas buenas condiciones hasta la década de 1950.
Hoy se puede llegar en auto por camino asfaltado a las estaciones 1 (Museo de Cable Carril) y 2 (exposición de maquinarias). A la Estación 3, con precaución en vehículo alto. A las estaciones 8 y 9 se llega en 4x4 y al resto de las estaciones, caminando.
El museo y las exposiciones están abiertos todos los días de 9 a 13 y 14 a 18, con visitas guiadas cada hora. Se paga un bono contribución de 60 pesos (más información en Facebook o Instagram: Chilecito turismo).
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