La meca del storytelling
¿Qué pasaría si expertos en todo tipo de disciplinas –desde neurociencias y marketing hasta artistas, guionistas y especialistas en comunicación– se reunieran en una isla a pensar cómo se contarán –o cómo se vivirán– en el futuro las historias en el terreno de la ficción y de los negocios? Para descubrirlo, 600 personas de diferentes partes del mundo se congregaron el 4 y 5 de octubre pasado en la isla de Staten Island para participar de la octava edición de FoST (Future of Storytelling).
Según Charles Melcher, creador del evento, "el éxito de la convocatoria –catalogada por la revista Forbes como una de las cinco conferencias mundiales que expanden la mente (y los contactos)– tiene que ver con que las empresas y organizaciones se dieron cuenta de que la información, por sí misma, no convence o, al menos, no es tan efectiva.
Para que nos impacte, las personas necesitamos que nos cuenten las cosas de un modo que nos resulte significativo y nos haga actuar en consecuencia: cambiar cómo votamos, qué queremos comprar, qué contenido elegimos para entretenernos. El storytelling es el tipo de comunicación lo suficientemente poderosa a nivel emocional como para que le prestemos atención; resulta más impactante que mensajes como el de algunos comerciales que proponen ¡20% de descuento! ¡50% más rápido! ¡En sale hasta el martes!".
El primer desafío para participar de la experiencia es conseguir el ticket, que solo puede comprarse a través de un código personal e intransferible de invitación: hay que completar un formulario que luego es evaluado por los organizadores, quienes dan –o no– el visto bueno. Superado el filtro –que implica quedar dentro de los 500 elegidos entre los 4000 que se postulan– y abonado el ticket, sigue la elección de las actividades de las que se quiere participar, un momento a puro estrés para víctimas de FOMO (Fear of Missing Out o miedo a perderse algo). Las opciones de mesas redondas con personajes que van desde Darren Aronofsky –director de Pi– , la neurocientífica Vivivenne Ming –distinguida por la revista Inc. como una de las "10 mujeres a mirar en el mundo de la tecnología"– o el actor y director Neil Patrick Harris, –protagonista, entre otras series, de How I Met your mother–, compiten con workshops que proponen aprender a construir historias que apelen a los ¡33! sentidos o a desarrollar tu primer video de realidad virtual.
Hecha la selección, solo resta aguardar al día D para acercarse hasta un muelle ubicado en Battery Park, al sur de Manhattan, versión neoyorquina de la plataforma 9 y ¾ del expreso a Hogwarts de Harry Potter. Tras la acreditación, los participantes se suben a un barco. Las charlas y el networking entre los FoSTees (como se denomina a los asistentes) explotan desde el momento cero: mientras se toma el café y se elige el muffin, puede tocar conversar con la directora de la Drama Division de Juilliard –una de las escuelas de arte más prestigiosas de Estados Unidos–, el gerente a cargo de las experiencias de cliente en los locales de Microsoft, la directora de Lava Mae –una ONG de San Francisco dedicada a la "hospitalidad radical", que provee, entre otros servicios, duchas ambulantes para los indigentes– o con el ingeniero de Vulcan, empresa fundada por el recientemente fallecido Paul G. Allen, exsocio de Bill Gates, que está ultimando los detalles de un domo que permite experiencias inmersivas compartibles, sin necesidad de "casco virtual". Entre charla y charla, el viaje pasa volando.
Tsunami de experiencias
Snug Harbour Cultural Center, el espacio físico donde se desarrolla FoST es otra de las claves de la conferencia. El complejo de 23 edificios –construido en 1800 como hogar para marineros jubilados– hoy alberga un impecable jardín botánico en el que se realiza buena parte de las actividades.
El primer acto del evento ocurre en el escenario del Music Hall, uno de los teatros más antiguos de Nueva York, donde comienza el bombardeo de estímulos: tras una improvisación de violín y chelo llega la apertura oficial de Melcher, convocando a salvar las historias (#SaveTheStories) bajo la premisa de que quien maneja el storytelling controla al mundo.
A partir de ahí, el interés va in crescendo con pequeñas muestras de lo que está por venir: el inquietante Dr. Marc Sagar –quien investiga cómo humanizar a través de la inteligencia artificial la interface entre las personas y las máquinas–, presenta en pantalla gigante a Baby X, una "beba-avatar" 3D hiperrealista de dieciocho meses que reacciona de manera autónoma a los diferentes estímulos gracias a su complejo sistema nervioso virtual que le permite aprender a través de las experiencias y "sentir" emociones. Tras lloriquear y reír un rato, Baby X se queda dormida al escuchar los arrullos de su "padre".
Concluida la función, llega la hora de participar de las experiencias elegidas, como por ejemplo el workshop en el que los asistentes aprenden cómo contar una historia utilizando como elemento destacado un espacio físico. El ejercicio, que propone tomar como insumo la biografía de los talleristas, da como resultado historias que transcurren en un juego acuático que recrea una montaña rusa con diferentes obstáculos, un simulador espacial o un iglú que invita a la introspección.
A diferencia de las conferencias más tradicionales, en el caso de FoST, los oradores, en lugar de hablar desde un escenario, participan de mesas redondas que permiten a los asistentes tener conversaciones mano a mano para, por ejemplo, preguntarle a la neurocientífica Vivienne Ming acerca del proyecto a través del cual propone desarrollar una app que permita ecualizar emociones o racionalidad según la ocasión: "Imaginate que abrís tu app y podés incrementar tu lado racional para enfocarte en el trabajo o potenciar tu costado emocional para disfrutar a pleno una comedia romántica" comenta y agrega que está trabajando en eso, además de otros proyectos que aplican inteligencia artificial para ayudar a personas diabéticas y bipolares y a reunir refugiados huérfanos con miembros de su familia extendida.
En paralelo, Carmen Simon, colega de Ming –ambas son neurocientíficas– explica en un taller las claves que determinan que una historia sea memorable, tales como lograr la combinación justa entre contenidos conceptuales con detalles puntuales, aplicar la dosis "científicas" de repetición que fija los mensajes sin aburrir y hacer foco en el 10% de la presentación que queremos que nuestra audiencia recuerde –teniendo en cuenta el dato de que, según las últimas estadísticas, lo más probable es que olvide el otro 90%–. La empatía es otro de los grandes temas de FoST. Entre las actividades experienciales que se proponen para desarrollarla, la exhibición A mile my shoes (Una milla en mis zapatos), invita a los participantes a caminar literalmente con el calzado de otra persona mientras escucha su historia contada en primera persona a través de un archivo de audio.
Uno de los hits del evento –ganador del premio a la innovación en storytelling– es The Horrifically Real Virtuality , una experiencia de realidad virtual en la que los espectadores, equipados con visor 3D y una mochila, acceden a "la otra dimensión": primero a una enorme sala de cine en la que traspasan la pantalla para llegar a un cementerio invadido por ovnis para luego tomar asiento en el living de Bela Lugosi interpretado en vivo en formato de holograma a través de un actor conectado a sensores de movimiento.
Entre shock y shock, se puede disfrutar no solo de último en libros –que crecen y se transforman con realidad aumentada cuando se les superpone una tablet en la que se ve cómo los protagonistas se transforman y realizan diferentes acciones – sino también de snacks saludables: chocolates orgánicos o barritas de proteína con sal marina, bebidas a base de matcha o chips con azúcar de canela. Entre todas las comidas, se destaca la de cierre: tras los tragos de despedida, los asistentes FoST encuentran sobre las mesas canastas de mimbre con de delicatessen y mantas para disfrutar de un picnic bajo las estrellas. La escena es un final de cuento para 48 horas en las que se descubren nuevas dimensiones y herramientas, libros que hay que leer y videos que hay que mirar.
Tras el tsunami de lo escuchado, vivido y sentido, emergen algunas constantes que definen el futuro del storytelling: las historias tenderán a ser cada vez más inmersivas, participativas, multisensoriales, personalizadas, sociales y, justamente por todo lo anterior, difíciles de olvidar. Con nuevas ideas, los storytellers, se preparan para volver a sus lugares de origen y, una vez más, comenzar con su "había una vez"…
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