Con su astucia y carácter se convirtió en un importante engranaje en la lucha por la independencia, fiel a su Salta nativa, pero también al país, fue una gran ayuda para Martín Miguel de Güemes
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A comienzos del siglo XIX, la lucha por la independencia del país sacó a relucir el valor, la valentía y el espíritu de libertad de cada uno de los patriotas que participaron en ella, sin importar su condición o posición social, la autonomía del gobierno español era el objetivo de todos.
Una de las mujeres más importantes de la Independencia argentina dejaría su marca en la historia. Conocida como “Macacha”, María Magdalena Dámasa de Güemes de Tejada, nació en 1787 en Salta y a partir de 1810 trabajó junto a su hermano, Martín Miguel de Güemes, en la causa revolucionaria.
Ella fue la sexta de ocho hermanos, la primera mujer, con una muy buena posición social e instruida desde los 5 años por su propio padre que le enseñó a leer. Su infancia junto a sus hermanos fue la que formó su personalidad. Pese haber contraído matrimonio de muy jovencita, con tan solo 16 años se casó con un oficial de las milicias de su hermano y mayor que ella, todos sabían que no sería una mujer típica para su época. Una verdad tan cierta que, en un tiempo en el que las mujeres se identificaban con el apellido del marido, la “Macacha” siempre fue una Güemes y jamás la llamarían la “señora de”.
Estratega y entusiasta
Cuando estalló la revolución de mayo, ella supo al instante qué debía hacer, se puso a la par de su hermano con quien conversaba de igual a igual. Ella era la única persona a la que Martín Miguel le permitía que lo contradiga. Con su ímpetu arrollador comenzó a juntar y convencer a las mujeres de sumarse a la lucha. Su casa pasó a ser el centro neurálgico de las revolucionarias, lugar que convertiría, además, en el taller para confeccionar la ropa para los soldados.
Su inteligencia le permitió sacar partido de las situaciones que se generaban y gracias a su posición le fue fácil desempeñar tareas arriesgadas y liderar una red de informantes que actuaba en Salta, Jujuy y Tarija, aportando datos fundamentales para controlar al enemigo. Todo lo que sucedía en la región llegaba a oídos de “Macacha”.
Su hermano organizaba a “Los Infernales” para defender los territorios de Salta y Jujuy, reconocibles en aquel uniforme confeccionado en la casa de “Macacha”: un sombrero, una casaca roja y un pantalón blanco.
El compromiso y la acción social que ejercía “Macacha” le harían romper con su mandato de clase: ella se convirtió en la nueva aliada de los sectores populares. Y fue su generosidad la que le valió el apodo de “Madre del pobrerío”, cómo el poeta y músico salteño, Jaime Dávalos, escribía en su serenata salteña:
“Mamita del pobrerío/ palomita mensajera/ que entre el gauchaje lucía/ lo mismo que una bandera”.
Y no fue el único artista que la inmortalizó en una canción, en “La trova de Macacha” el también salteño César Perdiguero escribía:
“Aquí traigo, Macacha, la luz de las guitarras. / Aquí te dejo un ramo de luna y de jazmín. /Quiero adornar tu reja con mi copla de España, / dulcísima enemiga: te bendigo al partir”.
La “Revolución de las mujeres”
Una situación crucial en la historia, y en la vida de “Macacha”, lo marcó el momento en que las fuerzas de Buenos Aires, al mando del Gral. Rondeau, quisieron enfrentarse por una cuestión de recursos contra las milicias de Martín Miguel de Güemes –lucha que hubiese sido catastrófica- y fue entonces, cuando la astucia política de “Macacha” logró mediar entre ambas fuerzas y las dos facciones pactaron un compromiso de no agresión, un acuerdo de paz conocido como “de los Cerrillos”. Este pacto fue importantísimo para nuestra revolución ya que permitió que se realizara el congreso de Tucumán y, como ya es sabido, la declaración de la independencia en 1816.
La noche del 17 de junio de 1821 fue una noche mas que trágica, su hermano Martín fallece por una herida de bala realista, pero pese al infortunio y la tragedia “Macacha” siguió al frente del partido que lideraba su Güemes, y del que participaban otras mujeres. En medio de las disputas por el poder entre miembros de la elite, en septiembre de 1821, “Macacha”, su madre, su esposo y otros “güemistas” fueron detenidos.
El pueblo reaccionó y se produjo entonces la Revolución de las mujeres, en las que el “gauchaje” se sublevó y saqueó la ciudad de Salta para poner en libertad a la madre y la hermana del caudillo; sus adeptos se preocuparon por aquella por la cual tanto habían luchado, por la cual tanto habían peleado. Todos se sumaron para que la tan ansiada libertad no se le privara a quien los tuvo siempre bajo su atenta mirada.
Incansable, valiente, astuta y conciliadora, luchó a la par de su hermano, por su Salta, por su patria, garantizó la libertad y la independencia. Aportó a la causa patriótica, no solo la tranquilidad de “su” provincia sino de todo el país, por eso, su aporte a la emancipación le otorga un lugar único en la historia, transformándola en una leyenda: “Macacha, la madre del pobrerío”.
Señora Macacha Güemes
De Hernán Figueroa Reyes
A ver Magdalena Güemes
por lindo apodo Macacha
ahí andan los Infernales
cayendo de punta y hacha.
Salteña de pura cepa
aparcera de su hermano
cuando luchó por los libres
bien supo darle una mano.
También lució en los salones
pero según y conforme
al soldado de la patria
haciéndole el uniforme.
Que viva Macacha Güemes
por su valor y coraje
revistando de a caballo
las tropas de su gauchaje.
Señora Macacha Güemes
mujer de Román Tejada
la patria le debe gloria
por noble y determinada.
Bien haiga la chacarera
de aquella dama patriota
manteniéndose en el triunfo
creciéndose en la derrota.
Bondades fueron las suyas
la llaneza fue su escudo
por que usted trató al humilde
lo mismo que al copetudo.
Que viva Macacha Güemes
por su valor y coraje
revistando de a caballo
las tropas de su gauchaje.
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