La inteligencia de los animales y la estupidez humana
Hay ciertas capacidades de la mente humana que solemos pensar como exclusivas de nuestra especie: rasgos como la inteligencia, el pensamiento, la empatía o la conciencia. Pero ¿ es realmente así?
Cualquiera que haya interactuado alguna vez con un perro sabe que indudablemente tienen emociones. No solo las tienen, su miedo o su alegría son esencialmente iguales a los nuestros. Pero la emoción es la más primitiva de las cualidades humanas. ¿Compartirán también nuestras características más elevadas?
Parafraseando a Jean Piaget: "Inteligencia es saber qué hacer cuando no sabés qué hacer". Es decir, es la capacidad de encontrar una solución a una situación compleja que nunca hayas enfrentado antes. Algunos animales, como los cuervos y chimpancés, no solo pueden hacer eso, también son capaces de fabricar y utilizar herramientas creativas para lograrlo.
Muchas especies, como los delfines, pueden comunicarse usando lenguajes propios. Otras, como algunos primates, son capaces de aprender lenguaje de señas humano y pueden luego usarlo para comunicarse con nosotros, entre sí y construir oraciones de cierta complejidad vinculando conceptos. Finalmente, en un video que muestro frecuentemente en mis conferencias, puede verse la reacción de un mono capuchino ante la injusticia: se frustra y se rehúsa a comer un alimento peor cuando otro individuo recibe un trato preferencial. Solo un ser con un grado importante de conciencia tomaría una decisión así.
Una de las más grandiosas especies son los pulpos. Evolutivamente muy distantes a nosotros, exhiben un nivel de inteligencia asombroso, pero también otras cualidades increíbles que los humanos no tenemos, como la habilidad de camuflarse o imitar a otros animales para confundir a sus predadores. ¿Cómo celebramos los humanos estas maravillosas destrezas de los pulpos? Comiéndolos a la plancha o en una paella.
Desde el inicio de la civilización, la humanidad ha causado la pérdida de 83% de todos los mamíferos salvajes que existían. Muchísimas especies se han extinguido y de algunas restan muy pocos. ¡Todos los tigres que quedan vivos en el mundo hoy entrarían en un campo de fútbol! Todos los pandas, en un cuarto de manzana.
En paralelo, las especies que nos sirven han proliferado como nunca: las aves de granja son el 70% de las aves que hay en el planeta y el ganado, el 60% de los mamíferos. Solo uno de cada 25 es un animal salvaje. La caza indiscriminada y la invasión y degradación de sus hábitats son las causas más importantes.
En la mayoría de los sistemas legales, los animales no son personas. Y por ende tienen estatus de cosa: ¡un cerdo vivo recibe un tratamiento legal similar a un chanchito alcancía de cerámica! Es momento de reconocer que no estamos solos como seres inteligentes en este mundo: existen muchas mentes aparte de la nuestra. Y que perder esa diversidad y riqueza de pensamiento es una desgracia que no podemos permitirnos. Es cierto, somos los más inteligentes, pero usamos esa mayor capacidad para abusar de las demás especies. ¿Seremos capaces de usar los dones que tenemos (inteligencia, conciencia, creatividad, empatía, amor) para otorgar derechos y proteger a nuestros maravillosos compañeros de planeta?