La increíble historia del cosmonauta que quedó varado en el espacio tras caída de la URSS
Sergei Krikalev no tenía autorización para regresar a la Tierra, por lo tanto, estuvo dando vueltas por el espacio durante 312 días
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El 25 de diciembre de 1991 se disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tras un discurso televisado de su presidente Mijail Gorbachov en el que anunció su retiro del cargo. ”Les deseo todo lo mejor”, sentenció el mandatario a los ciudadanos que vieron cómo la bandera roja con una estrella, hoz y martillo se transformaba en tres colores: blanco, azul y rojo. Era solo el primer paso del cambio gubernamental e institucional que viviría el territorio.
Algunos estaban esperanzados y optimistas por las transformaciones, pero otros no sabían qué iba a ocurrir. Ese era el caso del cosmonauta Sergei Krikalev, quien estaba en una misión y, debido a la revolución en su país, quedó en el espacio sin saber cómo regresar.
Había despegado de territorio soviético en mayo de 1991 y quería regresar a casa en la nueva Rusia. Pero para lograrlo tuvieron que pasar 7.440 horas, es decir, 312 días, en los que Krikalev flotó en la oscuridad dentro de la estación espacial Mir, apenas alumbrado por las estrellas y la galaxia, como reseñó la agencia BBC.
‘Quiero ser piloto’
“Quiero ser astronauta”, dicen muchos niños cuando son cuestionados sobre su futuro. En contraste, Krikalev quería ser conductor y bajo tal sueño se convirtió en un piloto profesional de avión, aunque su mamá prefería que estudiara medicina, según comentó en una entrevista con la NASA. Deslumbraba a muchos con sus acrobacias en el aire hasta que recibió su título de ingeniero mecánico y decidió especializarse en el área de los cohetes.
Debido a los caminos de la vida, llegó a la industria espacial como piloto acrobático hasta convertirse en cosmonauta -como se les llama en Rusia a los sujetos que van al espacio-. ”Ahora que lo pienso hago ambos trabajos (piloto y médico): recibí entrenamiento en emergencias para revivir a personas lesionadas o cuidar de una lesión. Entonces tengo un poco de ciencia médica y un poco de conducción. No manejo un bus, carro o tractor, pero conduzco una máquina diferente”, comentó el hombre en una entrevista con la NASA, años atrás.
En medio de la llamada carrera espacial que la URSS sostenía con Estados Unidos, Krikalev recibió entrenamiento e hizo parte del equipo que ejecutó el plan para salvar a la estación Salyut 7 en 1985.
La estación espacial Mir: su casa por meses
Paso a paso fue ganando reconocimiento hasta que en 1988 lo enviaron por primera vez a la estación Mir. Su estancia fue de 152 días y regresó al planeta el 27 de abril de 1989, como recuerda la revista Discover.
El 18 de mayo de 1991, fue delegado para viajar de nuevo hasta Mir con el objetivo de hacer algunas reparaciones y mantenerla en óptimas condiciones, pues su país no quería tener ningún inconveniente ante los avances de su competencia. Así que se embarcó la travesía junto con los cosmonautas Anatoli Artsebarski y Helen Sharman. En el calendario ya habían marcado la fecha de su regreso: octubre del mismo año.
Aunque en la misión se encontraban las otras dos personas mencionadas, Krikalev es la más recordada por la pasión que le imprimió. ”Siempre decía que, cuando entraba a la estación espacial, sentía que estaba en casa”, dijo el cosmonauta Sharman, citado por la revista Discover.
Desde Mir, su casa en el espacio, miraba a la Tierra por la ventana. En ese intento por saber qué pasaba miles de kilómetros abajo tuvo la oportunidad de usar el radio de la estación para comunicarse con sus coterráneos. Gracias a ello, algunos radioaficionados lo alertaron de lo que estaba sucediendo en la URSS ante el sentimiento de independencia que pedían algunos estados.
‘Estancado’ en el espacio
“Para nosotros era algo inesperado, no entendíamos lo que pasaba. Con la poca información que nos daban, tratábamos de tener el panorama completo”, recordó tiempo después en una entrevista para la agencia BBC. La única indicación que le dieron fue extender su estadía porque el gobierno no había finiquitado el envío de su reemplazo ni quería dejar la estación a la deriva.
Entre tanto, Kazajistán, el estado en el cual se localizaba el cosmódromo desde el que partió la misión, había declarado su soberanía. Es decir: las posibilidades de regreso de Krikalev eran cada vez más remotas, pues los cosmonautas ya no tenían contacto con esa entidad.
El problema no se limitaba a extender su paso por Mir; era la salud la que estaba en riesgo, ya que, como reseñó la revista Discover, los vuelos espaciales de largo plazo hacen que exista un “mayor riesgo de cáncer, cataratas, congestión nasal, atrofia muscular, pérdida ósea, infecciones e incluso problemas del sistema inmunológico”.
”¿Tendré la fuerza suficiente? ¿Podré reajustarme a una estadía más larga?… Tuve mis dudas”, reveló en charla con BBC. Aun así, no le decía por radioteléfono a su esposa cómo se encontraba. ”Siempre me decía que todo estaba bien, así que era muy difícil saber lo que realmente sentía en su corazón”, dijo Elena Terekhina, quien cuidaba de la bebé de nueve meses que ambos tenían, al medio citado.
De vuelta a casa
Sin tener que hacer reparaciones de la estación, Krikalev y sus compañeros optaron por pasar sus días escuchando música y asomándose por la ventana. Tenían una nave que podían utilizar en cualquier momento para regresar; solo que si lo hacían ponían en riesgo el funcionamiento correcto de Mir.
Se calcula que dieron 5.000 vueltas a nuestro planeta en 312 días. En una de sus jornadas recurrentes recibieron la noticia que tanto tiempo esperaron: serían reemplazados y podrían volver a poner los pies en la Tierra. Así lo hicieron el 25 de marzo de 1992. Llegó con un estado físico distinto a la base de Kazajistán.
- ¿Qué es lo que más le sorprende de la Tierra? -le preguntaron los medios de comunicación a su regreso.
- Que al principio la Tierra estaba oscura y ahora es blanca. Ha llegado el invierno y antes era verano. Ahora empieza a florecer de nuevo. Ese es el cambio más impresionante que se puede ver desde el espacio -replicó.
Sergei Krikalev siguió vinculado a la aeronáutica, pero con Estados Unidos. Hizo parte de varias misiones de la NASA que llegaron hasta la Estación Espacial Internacional. El último viaje lo hizo el 14 de abril de 2005. A sus 63 años ha recibido varios reconocimientos, como la Medalla de Vuelo Espacial de la NASA. Además, el asteroide 7469 lleva su nombre.
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