Una mirada entusiasta dirá que es el lazo que liga el extremo noreste a orillas del Río de la Plata con ese sur que costea el Riachuelo en una proeza vinculante. El ojo apocalíptico, a su modo, dará cuenta de una herida que separa universos. Ninguna de las dos posturas faltaría a la verdad. La Avenida General Paz, de ella se trata, une y divide. Dos posibilidades que convierten esos casi 25 kilómetros de asfalto en un verdadero fenómeno digno de estudio sociológico y etnográfico. El trabajo de campo puede convertirse en una delicia para los antropólogos que bucean en esos rastros que hacen a la identidad.
Es la vedette de los caminos. Acaso la reina más famosa de ese imperio demarcado por líneas blancas y amarillas y profusa señalética. Diva con primo cartello que excede el personaje de Avenida en el escenario de la urbanidad. Marca frontera. De un lado y del otro la vida es diferente. Y aunque muchos piensen que su territorio es compartido por la Ciudad Autónoma y la Provincia de Buenos Aires, lo cierto es que transcurre en el espacio de CABA. Su límite externo marca la línea física exacta donde comienza la jurisdicción vecina. Frontera seca sin mayores alteraciones geográficas. Acá no hay ríos ni montañas. Abordar su historia es pensar, ya no solo en una ciudad, sino en la historia del país. Sobre la General Paz pasó de todo y ella, estoica, da cuenta de ese devenir.
Allá lejos, hace tiempo
En 1887, la Ley Nacional 2089 determinó que la Capital Federal incluiría a la antigua Ciudad de Buenos Aires y sumaba a los partidos bonaerenses de Belgrano y San José de Flores. En esa misma ley, se expresaba que el Gobierno Nacional debía construir un camino de cien metros de ancho dentro de la ciudad. La colectora del lado provincia marcaría el límite de las jurisdicciones. Ese camino llevaría el nombre de José María Paz, en homenaje al General que libró varias batallas en territorio argentino. En febrero de 1888 se definió el trazo que tendría la avenida de circunvalación.
Las discusiones no fueron sencillas. Todo lo contrario. Las deliberaciones fueron dignas de un culebrón. Es que, si la provincia cedía Belgrano y Flores, buscaba una recompensa. El acuerdo hizo que las tierras de lo que hoy es el Partido de San Martín quedaran bajo la órbita provincial. Para trazar una primera demarcación, se ubicaron, en cada kilómetro, monolitos de cuatro caras diseñados por el Instituto Geográfico Militar. Llevaban una identificación, el IGM de la institución responsable, y las leyendas "Provincia de Buenos Ayres" y "Capital Federal". Corría 1923.
Si bien la decisión política estaba tomada, se tardó muchos años en lograr la concreción de la obra. La traza estaba ocupada por viviendas privadas que hubo que expropiar en un arduo proceso de negociación con los propietarios que se multiplicaban a lo largo de tantos kilómetros. En 1904 se decidió avanzar con las expropiaciones, pero la falta de un catastro real complicó las tareas. Sumaban 2.400.000 metros cuadrados los que debían ser desalojados. A esas tierras se las catalogó "de utilidad pública", lo que permitía que el Estado avanzase sobre la propiedad privada. Los juicios no tardaron en llegar. Se multiplicaron rápidamente ante los dueños, mayormente de chacras, que no concebían que debían desprenderse de sus propiedades. En esos tiempos, la zona casi podría considerarse rural.
Con la presidencia de Agustín Pedro Justo, en 1932 se creó Vialidad Nacional, quien sería responsable de la construcción de la nueva avenida. Recién el 8 de junio de 1937 comenzaron las obras, una vez que se pudieron solucionar los juicios y demandas contra el Estado. Con la traza libre, la nueva circunvalación que limitaría Capital y Provincia se ponía en marcha. En simultáneo, se revaluaron las propiedades hasta doscientos metros a la redonda porque se consideraba que el valor de las mismas aumentaría con el novedoso emprendimiento, un buen argumento para que se pagase un mayor impuesto al fisco municipal.
Clima festivo y picnics bajo la autopista
El proyecto estuvo a cargo del Ingeniero Pascual Palazzo, de quien hoy lleva su nombre la autopista Panamericana. La General Paz fue concebida como una avenida de circunvalación, al modo de las grandes urbes. De alguna forma, ese camino encinta la zona poblada con las afueras de cada ciudad. También permite que el tránsito pesado o quienes solo están de paso no tengan que ingresar a los cascos céntricos. A pesar de no haberse pensado como una autopista, su diseño contempló algunos de los tópicos de ese tipo que permiten la circulación rápida y sin obstáculos: la futura avenida no podía ser interrumpida por vías férreas ni avenidas. Cuando se trataba de cruces importantes, se apeló a la utilización de rotondas y para las vías ferroviarias se construyeron puentes. Con los años, también la utilización de puentes sirvió de paso para las avenidas y calles estratégicas con gran caudal de tránsito. La idea era que la avenida no fuese una barrera artificial entre un lado y el otro. Sin embargo, esto se logró a medias.
Los viaductos ferroviarios se construyeron en acero. El resto de los puentes con hormigón armado revestidos con piedra Mar del Plata. Se dice que, dado que la construcción se llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, podrían ser utilizados para que los vecinos se recluyesen en caso de bombardeos. Tan insólito como real. 28 cruces para automóviles y personas y 8 vías férreas atravesaron la traza en distintos barrios.
En Buenos Aires vivían casi dos millones y medio de personas. Para la población, la construcción de la avenida significó un motivo de celebración y distracción. La gente se acercaba, sobre todo los fines de semana, para hacer picnics y observar de cerca a ese nuevo coloso del asfalto que se estaba erigiendo.
Carlos Thays y las casas para los jardineros
Desde un primer momento, se pensó en una avenida parque marcada por su impronta paisajística. Ante la decisión, se llamó al mejor: Carlos Thays, el gran diseñador de los principales parques porteños. En aquellos tiempos, la ciudad aún no tenía problemas de contaminación ambiental ni smog saturado, de todos modos, aquel espacio verde fue pensado como una suerte de pulmón. La ecología también se aplicó como una posibilidad para resolver cuestiones de seguridad: los arbustos plantados entre ambas manos tenían la finalidad de tapar la luz de los focos de los vehículos de dirección contraria evitando el encandilamiento. El único sector que se dejó sin intervenir fue el lindante con la chacra de los Saavedra, en el tramo norte. Sus propietarios estuvieron en litigio con el gobierno durante décadas. Tal era la importancia del arbolado y el cuidado de las plantaciones que se decidió construir, a lo largo de la traza, una serie de casas alpinas para que vivieran los jardineros encargados de cuidar ese aspecto de la avenida. Esas construcciones se convirtieron en un símbolo. Eran muy pintorescas, dignas de un cuento de hadas. Los chicos fantaseaban con historias alentadas por los mayores. En los ´90, fueron demolidas. Con los años, la General Paz pasó a ser delineada bajo el nuevo concepto de autopista urbana, como tal, fría y desangelada.
Históricamente, la calzada central tenía mayor espesor que los laterales para poder soportar el tránsito pesado. Entre la mano de ida y la de vuelta se construyó un camino para jinetes que no duró demasiado tiempo. A los frentistas de hasta doscientos metros se les cobró una contribución obligatoria en sus impuestos para solventar parte de los gastos. El presupuesto final fue de siete millones de dólares. La construcción de la General Paz se dividió en dos tramos: norte y sur, con la avenida Rivadavia como divisoria.
Luego de un largo proceso que había comenzado en 1887, el 5 de junio de 1941 se inauguró el primer tramo de la Avenida General Paz que arrancaba en la hoy denominada Avenida del Libertador y culminaba en Avenida del Trabajo, hoy Eva Perón. Durante la presidencia de Juan Domingo Perón, se concluyó el segmento final hasta el Riachuelo, pero el puente La Noria, que conectaría la General Paz con el Camino Negro, recién pudo ser construido tiempo después debido a que se estaban llevando a cabo los trabajos de rectificación del cauce del río.
La General Paz bordea los barrios porteños de Núñez, Saavedra, Villa Pueyrredón, Villa Devoto, Villa Real, Versalles, Liniers, Mataderos, Villa Lugano y Villa Riachuelo. Del lado provincia, significa el límite con los partidos de Vicente López, General San Martín, Tres de Febrero, y La Matanza.
Hitos del camino: sitios históricos de la autopista
La avenida puede ser recorrida de manera turística, algo utópico para los ajetreados vecinos que la transitan con celeridad. Sin embargo, a su vera se levantan construcciones y sitios históricos que merecen no ser pasados por algo.
- En su arranque norte, sobre Avenida del Libertador, el edificio de las Escuela Técnica Raggio, con más de 90 años de historia, marca un buen puntapié inicial.
- Luego del cruce con Balbín/Mitre, aparece la inmensidad del Parque Sarmiento, que se continúa con el Parque General Paz, ambos en Saavedra. Este último cuenta con un Museo Histórico y una calesita de aires gauchescos que fue puesta en valor hace poco tiempo.
- Frente a ese predio, se encuentra la parroquia San Juan Bautista, donde oficiaba sus oficios religiosos el mediático sacerdote de los ´80, José María Lombardero.
- A esa misma altura, del lado provincia, aparece Tecnópolis, el parque de difusión de las ciencias y la tecnología, lindante con el cuartel del Ejército Argentino, recordado por ser epicentro, en 1988, del levantamiento "carapintada" liderado por el coronel Mohamed Alí Seineldín.
- A pocas cuadras, aparece una construcción monumental y muy simbólica. Uno de esos mojones que todos conocen por fuera y casi nadie visitó: el famoso gasómetro gris emplazado en General Paz y Constituyentes.
- Un poco más allá aparece el predio del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y el parque público que da ingreso al partido de General San Martín.
- Uno de los puntos salientes, y menos difundidos, es la supervivencia de uno de los mojones históricos que marcaban el kilometraje. Inadvertido, del lado provincia y antes del cruce con Lope de Vega, sobrevive el Mojón 11.
- Dos kilómetros después aparece el distribuidor, inaugurado en 1998 y único en la ciudad con cuatro niveles, que permite el ingreso a la capitalina avenida Juan B. Justo, a la autopista Perito Moreno o al Acceso Oeste.
- Más allá se puede apreciar la Iglesia San Cayetano, en el corazón de Liniers, lugar de gran devoción y desde donde parte la caminata anual a la Basílica de Luján.
- Luego del distribuidor que da acceso a la Autopista Ricchieri, que conduce al aeropuerto internacional, el final de la General Paz, en el puente La Noria, permite observar la clásica arcada de ingreso al Autódromo Oscar y Juan Gálvez.
- En 1954, dos años después de la inauguración del templo del automovilismo porteño, la avenida fue pista del Gran Premio Automovilístico de la Ciudad conformando un circuito de 9500 metros. En todo su recorrido, la atraviesan los ferrocarriles Belgrano Sur, Sarmiento, San Martín, Urquiza y Mitre.
Cambia, todo cambia
La General Paz también sufrió mutaciones. El aumento exponencial de la población y el tránsito vehicular, hicieron que la avenida tuviese que ser ampliada en diversos momentos de acuerdo a ese crecimiento demográfico. La primera intervención sucedió entre el Acceso Norte, inaugurado en la década del ´60, y el Río de la Plata. El alto caudal de camiones hacia el puerto obligó este primer ensanche. A fines de esa década, también se eliminaron las rotondas que quedaban activas. Una de ellas fue la de Avenida de los Constituyentes. En 1969 también se inauguraron los distribuidores de Avenida del Libertador y de Juan Bautista Alberdi. En 1976, cuando se diseñó el plan de autopistas urbanas, se incluyó a la General Paz para una modernización integral. Las obras no se realizaron, corrieron igual destino que la mayoría de esas moles de cemento que diezmaron la ciudad. En 1978 se la unió con la Avenida Cantilo, lo cual permitió que desde la General Paz se pudiese acceder, rápidamente, a la zona de costanera, Puerto Nuevo y Retiro.
Recién en 1996 el camino tuvo una remodelación integral convirtiéndose en una verdadera autopista. Se construyeron más carriles y caminos colectores. La evolución tuvo su contracara: para el ensanche se tuvieron que podar árboles y restar espacios verdes a una avenida definida por tal característica. Entre el Acceso Norte y Rivadavia contaba con seis manos totales de ida y vuelta. En 2001 se amplió el tramo norte entre la Panamericana y Cantilo con cinco carriles hacia Riachuelo y cuatro en sentido opuesto. Para tal fin se tuvieron que acondicionar los puentes que la atravesaban en ese tramo. Hoy, lucen impactantes con una pintura llamativa. Cuando el Camino Negro, en Lomas de Zamora, mutó en autopista, se construyó un nuevo viaducto montado en paralelo al pintoresco Puente La Noria que, pese a su valor arquitectónico, había quedado obsoleto. En 2015 se realizaron las últimas modernizaciones con la construcción de un nuevo puente a la altura de Villa Real y de la ampliación de los de Beiró y Lope de Vega. El tránsito supera los 350.000 vehículos diarios.
La Avenida General Paz es un símbolo ya no solo de una ciudad sino de todo un país. Y, como tal, su historia refleja los cambios demográficos y los hábitos sociales que fueron mutando a través de las décadas. La General Paz es la reina de las avenidas. La más transitada. La que une y divide casi como un ADN nacional. No es una avenida más, es "la" avenida. Esa que nació con aura estelar.
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