La historia paranormal del hombre que decía ser atormentado por un coro de lamentos provenientes del infierno
Los relatos de Clifford Hoyt aterrorizaron a los psiquiatras que lo trataron
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Desde los inicios de la civilización se maneja la creencia que después de la muerte existen diferentes dimensiones sobrenaturales. Todas las religiones tienen un concepto diferente sobre los denominados planos astrales. En la religión católica, por ejemplo, el cielo y el infierno guían las posturas de la espiritualidad.
Son un sinfín de historias de personas que dicen haber estado en ambos. Sin embargo, uno de los relatos más recientes y escalofriantes se lo lleva Clifford Hoyt, un hombre que decía haber estado en los mismísimos confines del infierno y haber sido atormentado por las almas en pena que presuntamente habitan estos terrenos.
Todo comenzó el 5 de diciembre de 1999, en una carretera de Maryland, Estados Unidos, donde este hombre, de 31 años, sufrió un aparatoso accidente que casi le quita la vida. Tras el choque salió como pudo a la mitad de la carretera, donde cayó en coma.
Un camionero que pasaba por el lugar vio el siniestro y llamó de inmediato a los servicios de emergencia que lo llevaron hasta el hospital más cercano. El parte médico dictaminó que estaba en estado comatoso, con múltiples hemorragias internas y fracturas, por lo que no le daban muchas esperanzas de vida.
Inicio de lo paranormal
Según los testimonios de las enfermeras compartidos en redes sociales, la recuperación de Foyt fue tortuosa y sumamente lenta. Personal médico menciona que durante el tiempo que el paciente estuvo internado sucedían cosas extrañas en su habitación.
Un día el terror se apoderó de la sala de cuidados intensivos. Se empezaron a escuchar alaridos y golpes de desesperación provenientes del cubículo del Clifford. De inmediato, internos del complejo hospitalario llegaron al lugar y se dieron cuenta de que el hombre estaba en el piso, angustiado y completamente bloqueado mentalmente.
Al calmarlo y hablar con él, las palabras del hombre causaron todo tipo de reacciones, ya que aseguraba que el tiempo que duró en coma había estado en el infierno experimentando todo tipo de torturas. Asimismo, que brazos lo perseguían todo el tiempo, en medio de un clima que se entremezclaba con fuego, olor a azufre nauseabundo, mientras un coro de lamentos parecía atornillarle el cerebro.
Sus versiones fueron tomadas por los especialistas como consecuencias del traumatismo en su cabeza, o como efectos secundarios de los medicamentos que le estaban siendo suministrados, por lo que fue consultado por varios psiquiatras para intentar responder a sus padecimientos.
El infierno en casa
A las pocas semanas fue dado de alta por la notable recuperación que presentó, pues sus delirantes relatos bajaron con el pasar del tiempo y sus heridas se fueron curando con el tratamiento. Lo que no sabían los doctores es que al llegar a casa el hombre recaería en sus conductas con más fuerza.
A las pocas semanas de volver a su apartamento, quejas de los vecinos del edificio decían que Foyt tocaba música a altas horas de la noche y escuchaban fuertes golpes en el piso y el techo de su vivienda. El encargado de los arriendos se dirigió hasta el lugar para intentar hablar con él, pero al golpear no hubo respuesta.
El administrador fue con una llave de repuesto y se encontró con una escena desagradable y aterradora. Clifford se encontraba desnudo en el piso, rodeado de sus propias heces y aferrado a un bloque de hielo el cual intentaba, presuntamente, calmar el calor de las llamas del infierno que según él sentía.
En las primeras conversaciones que sostuvieron, según dicen los relatos de esa época, el afectado decía que tenía la música a todo volumen para que los presuntos demonios del infierno no se lo llevaran otra vez, y porque solamente así los podía mantener alejados. Y sobre la barra de hielo, que de a poco se consumía, la abrazaba porque no soportaba el calor.
El psiquiatra
Tras los hechos, la familia lo llevó a un centro de asistencia psicológica, donde algunos psiquiatras manifestaron que sus declaraciones estaban cargados de coherencia. ”Sentí como un cuchillo era clavado en mi estómago. Antes de su traslado hice varias visitas a su habitación. A Clifford no se le permitían visitas, por lo que me quedé allí escuchando en la habitación contigua y fue entonces en la noche, que le oí. Fue una risa, una mezcla entre carcajada y un gruñido que ningún hombre en esta tierra podría replicar”, aseguró el psiquiatra.
“Cuando abrí la puerta, Clifford se encontraba solo, todavía aferrándose a otra barra de hielo que le habían dado. Aun cuando firmé su traslado, desde entonces, no creo que Clifford Hoyt haya estado mintiendo”, agregó.
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