Si digo bruja, ¿en qué pensamos primero? ¿Están de acuerdo con la imagen de la escoba, el gorro en punta, la nariz con grano y la risa maléfica? Bueno. Cuando terminen de leer esta nota capaz, si tenemos suerte, la imagen mental será otra.
Ser feminista es algo complicado porque con los lentes de género todo lo social de este mundo, de principio a fin, hay que reacomodarlo. Desde cómo nos comunicamos hasta la cantidad de falacias que nos enseñan de chiquitas(tos) como que, por ejemplo, las mujeres somos malas entre nosotras o que no nos gusta tanto correr, ensuciarnos, ser científicas, astronautas o mecánicas como los varones.
Entre todas esas ideas que suceden a medida que crecemos, hay algo que creo crucial en el largo camino de formarse: los cuentos. Los cuentos de princesas, de ogros y de amor que leemos o nos relatan en la niñez. Cuentos que nos dicen entre líneas (y no tan entre líneas) cómo debemos ser y qué debemos esperar de esta vida. Disney, esqueleto de cientos de cosas que tenemos naturalizadas desde que tenemos conciencia, ayuda mucho para que todas esas historias de hombre fuerte y mujer débil se mantengan estoicas. Aunque ahora quiera evolucionar con nenas empoderadas, a nuestra generación y a, al menos dos anteriores ya que se fundó en 1923, nos fritó la cabeza con el mito del príncipe azul que salva y la bella que espera a ser salvada.
Pero eso, aunque típico, no es lo único. Hay una figura fuerte que estos cuentos nos dejaron en la retina y, para nuestra sorpresa, muy poco tiene que ver a lo que sucedió en realidad. Cada historia de Disney, si tiene princesa, tiene un príncipe y tiene también a su bruja. El tema es, ¿cómo está representada la bruja? Así como dije arriba, así como nos imaginamos una bruja cuando la palabra bruja aparece. Bueno, pero esa foto que tenemos en nuestra mente, les cuento, lejísimo está de ser lo que realmente fueron las brujas. Ellas, nos cuenta el feminismo, fueron médicas, sabias, mujeres que no se quedaban calladas y que se organizaban para no ser perseguidas y quemadas en la hoguera.
La excepción de Sabrina
Igual, para que vean que no todo es negativo en esta nota, voy a hacer un freno porque hay un personaje de ficción que nos hizo ver a las brujas como mujeres fuertes, inteligentes y poderosas. Por favor démosle un gran aplauso a Sabrina, nuestra querida bruja adolescente. Jovencita que le generó empatía a toda una generación (los nostálgicos años 90) y reflejaba con la agudeza que caracteriza a la BBC cómo (lo que fue un comic de 1939) se transformó en una serie que borró esa maldad innata que tenían las brujas per se y le puso pizcas de simpatía, hermandad e historias cotidianas llenas de magia de la buena.
Lamentablemente Sabrina es una excepción a la regla y para saber más sobre la quema de brujas durante la Modernidad, lo que significaban y quiénes eran estas mujeres, charlé con la profesora de Historia (UBA), magíster en Sociología y Análisis Cultural (Unsam) y especialista en el tema, Fernanda Gil Lozano que realizó estudios al respecto. "Las brujas son un misterio antropológico, porque ellas no tienen voz y el registro de la historia se hace en base a documentos entonces es muy difícil saber a ciencia cierta quiénes eran las brujas. Aún así, a partir de estudios económicos y culturales, las brujas eran mujeres de fines del siglo XV, XVI y XVII de entre 35 y 50 años con conocimientos de las hierbas y manejo de la sexualidad. En su mayoría tenían algunas deudas, fruto de que estaban solas en épocas de guerras, lo que las convertía en el blanco de las culpas. Si había sequía, era muy fácil para la elite sacerdotal decir "la culpa la tiene la bruja" no el sistema feudal que era injusto y cruel", cuenta Lozano.
La primera vez que escuché esto, sentí cómo el feminismo hacía crack y rompía, otra vez, con una imagen de nosotras mismas. Cómo hacía que me cuestione significados que para mi ya estaban muy automatizados, cómo despedazaba la idea de que somos seres casi mitológicos inentendibles y misteriosos y cómo desarmaba la famosa expresión "la jabru", esa idea misógina que se basa en que las mujeres nos transformamos en seres antipáticos y malvados después de algunos años de matrimonio.
Pero, ¿qué onda con las brujas? ¿Por qué se las perseguía tanto? Según Lozano hay muchas aristas y razones pero una de ellas (tal vez la más siniestra) es que, durante la Edad Media, si vos denunciabas a una bruja, el premio era la tierra de esa bruja que después ibas a ver arder en el fuego. Y, en general, estudios en Inglaterra, Italia y varios países de Europa, sostienen que eran mujeres con experiencia y libertad sobre su sexualidad, parteras y curanderas. "La demonización y persecución responde a la necesidad patriarcal de frenar un conocimiento empírico netamente femenino que, además, tiene dos connotaciones transgresoras: su oposición al saber médico masculino y su conocimiento del cuerpo de la mujer", detalla la profesora.
Antes de quemarlas, las hacían confesar. El tema es que, hasta que ellas no decían lo que ellos querían oír, no dejaban de torturarlas, entonces en las confesiones, que son según Lozano los únicos documentos que existen al respecto, decían que ellas eran manejadas por el Diablo, que volaban, que se reunían de noche en el bosque con otras brujas en donde celebraban orgías y que su idea era terminar con el reino de Dios. El Diablo versus Dios y las mujeres en el medio, otra vez, sirvientas de una pelea entre dos varones.
Amigos en el fuego
"Paralelamente seguían las persecuciones religiosas. Había muchas iglesias conviviendo en esa época, faltaba todavía para Hobbes y el Estado Moderno. Las iglesias de distintas religiones se llevaban muy mal pero solo se ponían de acuerdo para quemar brujas. Lo varones se organizaban y aunque se detestaban entre sí, el odio hacia estas mujeres los unía", detalla Lozano. Pero no seamos tan exageradas que seguramente había hombres quemados también, ¿no? "Los brujos son un porcentaje muy mínimo. Mayoritariamente las quemadas por brujerías fueron mujeres. Ahí ves las alianzas patriarcales tremendas que seguían religiones distintas pero en lo único que coincidían era en matar a una bruja", refuerza.
Pero las brujas torturadas y quemadas no eran mujeres y ya: eran mujeres campesinas y pobres. "Esa era una forma mediante la cual, desde el poder, el alto clero y la nobleza penetraban en la aldea campesina. La bruja sintetizaba todo lo que se quería perseguir". ¿Y por qué? "Porque eran las representantes de cultos paganos, la figura de la bruja es la encarnación de las mujeres sabias. Podían así llevar adelante una sexualidad independiente porque sabían cómo abortar y cuándo no iban a quedar embarazadas. Y eso no es un detalle menor. Creo que fueron las últimas voces de mujeres independientes antes de los Estados Modernos. Después llegó el matrimonio como institución que nos encerró en las casas. Además aparecen las órdenes religiosas de mujeres subordinadas al poder de los varones también dentro de la iglesia y en los prostíbulos. Ya no iba a haber mujeres sueltas por ahí queriendo tener relaciones sexuales, las habían encerrado o quemado a todas".
Así que, si seguimos este hilo de pensamiento, ¿fueron las mujeres las primeras médicas? En el siglo XVII las mujeres no podían tener plata ni heredar ni leer ni, por supuesto, tener autonomía de ningún tipo. Pero estas muchachas se la bancaban y tenían fácticos y prácticas sobre medicación a base de hierbas. La cosa es que, con la revolución científica y la quema, los hombres tomaron la posta de la ciencia y las mujeres quedamos como enfermeras, instrumentistas o dedicadas al cuidado.
El libro Brujas, parteras y enfermeras "Una historia de sanadoras" edición original de 1973 y reeditado en 2006 arranca: "Ellas fueron las primeras anatomistas de la historia occidental. Sabían procurar abortos y actuaban como enfermeras y consejeras. Las mujeres fueron las primeras farmacólogas con sus cultivos de hierbas medicinales, los secretos de cuyo uso se transmitían de unas a otras. Y fueron también parteras que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas de otras y se transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija".
Hoy y desde hace ya varios lustros, el feminismo le abre la cabeza a cientos de chicas de todo el mundo y es una marea que parece no parar nunca. No hay barrera ni forma que el movimiento no destroce con una mirada de género que te deja más certezas que dudas y avanza a pasos agigantados. Avanza y te dice que tenés derechos. Avanza y te cuenta que antes no los tenías. Que no fue fácil llegar hasta acá y que cientos de millones de mujeres pusieron el cuerpo para que vos, yo y la vecina, podamos leer, escribir y consumir esta información y muchísima otra tanta. La historia escrita y la ausencia de nosotras en ella, es una clara muestra de que siempre fuimos discriminadas, perseguidas y torturadas pero hoy, democracia y voto mediante, tenemos ese poder que a ellas se les fue arrebatado: el poder de cambiar las cosas.
"Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar", cantan las chicas en cada marcha del movimiento de mujeres y refuerza, esa frase, la idea de que tal vez y casi seguramente las brujas hayan sido las primeras feministas de la historia.
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