La historia detrás de los Illuminati, los masones y otras sociedades secretas
Reconocidos presidentes, artistas, científicos y filósofos figuran entre sus miembros más ilustres
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Aunque suelen utilizarse de forma absurda como sinónimo de conspiración, las sociedades secretas fueron históricamente una tendencia de ciertos grupos poblacionales para unificar sus intereses e ideas en nichos de culto.
Y si bien bajo esa figura se conformaron organizaciones filosóficas que intentaron debatir el destino de la sociedad, también es cierto que se estructuraron sectas que, al mejor estilo de los criminales, aprovecharon el sigilo para irradiar las ideas más oscuras.
Estas son algunas de las sociedades secretas más famosas que existieron.
Los Illuminati
Aunque hoy por hoy la primera impresión de los Illuminati sea la de celebridades que definen las cuerdas del mundo en la clandestinidad (producto de rumores infundados y bulos), la historia de quienes fueron los verdaderos Illuminati está basada en los principios de la razón.
Fundada a finales del siglo XVIII por Adam Weishaupt, un profesor de derecho canónico, esta especie de sociedad secreta tuvo como objetivo primordial promover la idea de la iluminación que se sentía para ese entonces en la mayor parte de Europa gracias a la Ilustración. En ese sentido, según reseñan documentos históricos, se describían también como perfectibilistas.
Sobre sus alcances no hay mucha información. Se dice que en su momento de auge llegaron a existir alrededor de 2.000 miembros. Algunas fuentes dijeron que entre sus preceptos principales estaban ideas progresistas como la noción del aborto, la secularización y el derecho a una muerte digna. Lo cierto es que el grupo fue desmantelado en 1785 por una orden del duque de Baviera que prohibía la formación de sociedades secretas y la organización de los Illuminati.
Los masones
A la par de los Illuminati, los masones fueron otro de los grupos sociales deformados por las conspiraciones. Aunque en las mentes demasiado creativas se llegó a culpar a este colectivo de las peores catástrofes de la humanidad, los masones son una organización de cierto carácter moral que se podría ver como toda una institución por el andamiaje estructural que contiene su figura. La masonería moderna surgió a comienzos del siglo XVIII en Europa.
En la actualidad, según la cadena británica BBC, se estima que existen al menos seis millones de miembros en el mundo. No hay una definición exacta de sus objetivos. El consenso general habla de que son una organización mayoritariamente de hombres con unas reglas de conducta establecidas y una simbología jerárquica importante.
Por algunos escritores que compartieron detalles de sus ritos, se conoce que entre sus condiciones está creer en un dios, sin importar cuál sea. En Colombia existen varias logias (grupos básicos de la sociedad) en las que, se dice, debaten sobre problemáticas nacionales e internacionales. Debido a que, por ejemplo, la información de algunas de sus sedes en el país es de conocimiento público se dijo que esta no es una sociedad secreta, sino discreta.
La hermandad de la muerte
También conocida como “Skull and Bones” (Calavera y huesos), esta sociedad secreta fue una de las más explotadas por la cultura popular. Por lo que se supo, fue fundada a comienzos del siglo XIX en el seno de la prestigiosa universidad estadounidense de Yale. Según se dice, las mentes más brillantes y elitistas de ese claustro integran el grupo.
Sin embargo, es relativamente poca la información que se tiene al respecto. Incluso muchos dudaron, si no de su existencia, al menos de su alcance e importancia. Precisamente, sobre el halo de su misterio, durante una entrevista en 2004 del entonces presidente George W. Bush con el fallecido periodista norteamericano Timm Russert, el tema salió a flote.
El reportero de NBC le preguntó si había conocido a John Kerry, quien era su competidor para las elecciones de ese año, en el claustro universitario. Ante la negativa de Bush, Russert le inquirió: ”Pero ustedes dos estuvieron en Skull and Bones, la sociedad secreta…“.
”Es tan secreta que no podemos hablar sobre ella”, respondió Bush.
“¿Qué significa eso para América?, los teóricos de conspiración se volverán locos. Estoy seguro de que lo son. No lo sé. No vi páginas web todavía”, cerró el hoy exmandatario entre risas, según se lee en la transcripción oficial del diálogo.
Los Abakuá
La sociedad secreta Abakuá tuvo su origen en Cuba, a comienzos del siglo XVIII, gracias a los esclavos que llegaron de África. Según la antropóloga local Lydia Cabrera, el grupo surgió con una doble vocación: una conocida y otra oculta.
En la pública, la idea era prestar ayuda económica a los individuos que pasaran momentos de necesidad con dinero de un fondo común. En secreto, el objetivo era protegerse “por medio de una alianza con poderes espirituales”. En el ritual de iniciación, los interesados se dibujaban ciertas líneas en el cuerpo que hacían las veces de lazos con sus antepasados.
Aunque habían llegado a la vida gracias a una mujer, la sociedad, apuntó Cabrera en 1969, estaba compuesta exclusivamente por hombres. Si bien todo indica que la sociedad ya terminó, algunas fuentes reseñan que todavía hay reductos de los abakuá en la isla.
El club de los suicidas
Prueba de que no siempre se escondieron motivos trascendentales detrás de las sociedades secretas, vale la pena ver la historia del club de los suicidas. Este colectivo, fundado en San Francisco, Estados Unidos, tuvo como miembros iniciales a cuatro amigos que decidieron jugar en inmediaciones del icónico Golden Gate para hacerle frente a la corriente.
Según se dijo, una tarde de 1977, Gary Warne, Adrienne Burk, David Warren y Nancy Prussia aprovecharon un fuerte oleaje para tentar a la muerte sometiéndose al agua agarrados de una cadena de la fortificación del Fort Point.
Como sobrevivieron, decidieron inaugurar el club de los suicidas. Desde entonces, hasta 1982, protagonizaron todo tipo de actos disruptivos y burlescos. En ningún momento se trató de algo que atentara contra la vida de los propios miembros más allá del titubeante nombre.
Aquel show de sus partícipes desnudos por los teleféricos de San Francisco es uno de los más recordados. También se dice que, en el afán por causar escozor, llegaron a infiltrarse en movimientos religiosos y políticos.
Lo cierto es que en su caso no hubo ningún dogma fundacional. Tan solo las ganas de ‘atreverse’ y mantener el grupo ‘en secreto’.
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