Daniel Núñez, fotógrafo guatemalteco, explicó los detalles detrás de la captura que realizó en Amatitlán
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El fotógrafo guatemalteco Daniel Núñez dice que se sintió como una estrella de cine cuando el Museo de Historia Natural de Londres reconoció su fotografía del lago de Amatitlán como una de las mejores fotografías de vida silvestre en 2022.
“Creo que para todo fotógrafo de vida silvestre es como un sueño llegar ahí”, le cuenta a BBC Mundo. “Es, como por decirte, los Oscar o los Grammy de la fotografía de vida silvestre”. Sin embargo, Daniel dice que, de todas las razones que lo inspiraron a participar en el concurso Wildlife Photographer of the Year, la fama nunca fue la más importante.
“Te voy a ser honesto”, empieza, con la frescura que le dan sus 24 años de edad. “Esa no fue una foto que yo tenía planeada. Yo estaba volando mi dron y cuando vi ese momento, dije: ‘Yo tengo que capturar esto porque es una manera de mostrar el mal estado en el que está el lago de Amatitlán”. El Amatitlán es un emblemático lago que se encuentra en las cercanías de su natal Ciudad de Guatemala.
La imagen muestra cómo una microalga que crece de manera descontrolada en el lago por la contaminación tiñe el agua de un espectral verde fosforescente durante los meses de más calor. “Lo que hace que esta imagen funcione es el elemento sorpresa”, dijo la fotógrafa de National Geographic Jen Guyton, jueza del concurso, sobre la foto de Daniel.
“A primer vistazo, la parte derecha de la imagen pareciera ser un campo pastoso”, agrega, “pero después te das cuenta de que es agua, e inmediatamente entendés que hay algo que está seriamente mal en esta foto: es un ecosistema dañado y hay que hacer algo para arreglarlo”.
En BBC Mundo, te contamos por qué se llegó a este punto y qué se está haciendo para evitar que la situación del lago se deteriore.
El alga microcystis
Al lago de Amatitlán lo surte el río Villalobos, el cual recibe las aguas de otros ríos menores que nacen en los cerros occidentales de Ciudad de Guatemala. El agua que estos ríos menores arrojan al Villalobos -y que, posteriormente, este deposita en el lago de Amatitlán- contiene los residuos sólidos y las aguas negras de al menos 14 municipalidades del área metropolitana de la ciudad capital.
De todas las poblaciones de la zona, apenas una está en capacidad de tratar las aguas residuales que van al río, explica a BBC Mundo Evelyn Rodas, directora científica de Ibagua ONG, una fundación que busca soluciones a la contaminación del lago.
“La orina tiene urea, la urea tiene nitrógeno. Lo mismo pasa con la materia fecal que no se descompone: genera nitrógeno. Y, junto al fósforo de los detergentes, son los nutrientes que alimentan a la microcystis”, dice.
Esta alga microscópica -la doctora Rodas cuenta que cada alga es una célula individual- de un característico color verde azuloso emite unas toxinas que eliminan otro tipo de algas que ayudarían a su limpieza: “Además, al ser fotosintética, durante las noches la microcystis absorbe el oxígeno que hay en el agua y mata a todos los peces”.
Este proceso lleva a una muerte generalizada en el lago de Amatitlán -incluida la microcystis misma- lo cual, a su vez, genera sedimentación, reduciendo a velocidades agigantadas la profundidad del cuerpo de agua.
Como si fuera poco, y entendiendo el papel tan importante que juega el nitrógeno en todo este proceso, la doctora Rodas dice que existen unas 40 industrias que descargan sus desechos al lago. “Lo que hacen es que, digamos, se les hace control de sus aguas y, si pasan los niveles de nitrógeno, pagan una multa”, remarcó.
Un lago dividido en dos
El lago de Amatitlán, además, tiene una particularidad topográfica. “El lago está dividido en dos”, le explica a BBC Mundo Manolo Ralda, director de la ONG LocosXAmati, iniciativa privada de un empresario local.
“A mediados de 1800 se construyó el ferrocarril de Guatemala. Como no había la tecnología o el dinero para construir un puente que cruzara la parte más angosta del lago, construyeron un dique y dejaron comunicación a través de un canal de seis metros de ancho”, agrega.
Esto hace que la mayoría de la contaminación se mantenga aislada en la parte norte del lago. “Este lado del lago [el costado sur] no tiene poblaciones grandes que lo contaminen con heces fecales. No hay industria. Lo que tenemos son fincas, fundos, haciendas de caña y de café a los alrededores”, explica Ralda.
Aunque la doctora Rodas advierte que del lado sur llega también nitrógeno, en forma de los pesticidas que llegan a Amatitlán cuando la lluvia escurre a través de las cosechas.
Aun así, la distribución del lago es un simbolismo inusitado de la inequidad que vive el país: mientras en la parte sur del lago se mantienen las actividades deportivas, la pesca y las casas de fin de semana de algunas familias adineradas de la ciudad, en la parte norte las poblaciones sufren los embates de los malos olores, los problemas en la piel y las afectaciones económicas.
Responsabilidad incierta
Mynor Morales, alcalde de uno de los municipios a orillas del lago, San Miguel Petapa, le contó a BBC Mundo que recuerda cuando la contaminación del lago no había llegado a los niveles que tiene hoy.
“Antes era un sitio donde había club de pesca, había muchos vecinos que se dedicaban al tema. Hoy ha ido mermando”, dice con nostalgia. Con la industrialización del área metropolitana de Ciudad de Guatemala, el río y, como consecuencia, el lago se convirtieron en el vertedero de los más de 5 millones de residentes que hoy viven en la zona.
Para finales de los 90 cuando nació Daniel, el fotógrafo, el lago ya estaba completamente contaminado. En 2006 se aprobó una ley que buscaba controlar los niveles de nitrógeno en el lago, pero desde entonces los municipios aledaños al lago les han pedido a las autoridades que prorroguen la entrada en vigor de las sanciones por incumplimiento.
Alegan que no tienen el presupuesto para construir las plantas de tratamiento de aguas que les exige la norma. Pero cuando el director de la autoridad ambiental de la cuenca y del lago de Amatitlán, AMSA, Héctor Zambrano, habló con BBC Mundo, dijo que el presupuesto había estado ahí por casi 15 años, desde que él estuvo por primera vez a cargo de la institución.
Según Zambrano, el tema no es que no haya presupuesto para las plantas de tratamiento, sino que las administraciones locales usan el dinero destinado para las plantas para otro tipo de proyectos.
“Si vas a ver los proyectos que ellos están priorizando son estadios para jugar fútbol, parques: cosas que no benefician en sí”, indica Zambrano.
Fuentes en el Viceministerio de Aguas le confirmaron a BBC Mundo que la legislación actualizada de aguas exige que para 2031, el 100% de las aguas residuales que lleguen al río Villalobos sean tratadas previamente. Lo que no está claro es si el lago podrá sobrevivir hasta entonces.
¿Una luz al final del túnel?
La doctora Rodas dice que, si el proceso de sedimentación del lago de Amatitlán continúa a la velocidad que avanza actualmente, podría ser un pantano en menos de 20 años.
Además, dice que las tecnologías que se usan actualmente para el tratamiento del lago son anticuadas y demoradas. Por eso, luego de hablar con expertos a nivel mundial, cree haber llegado a una solución que acaba de ser reconocida con el premio nacional a la innovación en pro de la salud que otorga la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología de Guatemala.
“La alternativa es la nano burbuja “nanoburbuja, una tecnología que Rodas lleva ocho meses impulsando tras encontrar que daba excelentes resultados en Japón. “El dispositivo genera unas burbujas ultramicroscópicas con oxígeno puro -100 veces más pequeñas que las microalgas- y rompe la membrana de la célula”, explica.
Rodas espera que si se instalan varias de estás máquinas que generan nanoburbujas en el lago y en la desembocadura del río Villalobos, el lago pueda empezar a recuperarse en semanas. La experta presentará nuevamente su proyecto a las autoridades ambientales para recibir la financiación que necesita.
Los que siguen la pelea
¿De dónde sale la pasión de estos guatemaltecos que buscan salvar al lago de Amatitlán? “Se me salen las lágrimas cada vez que recuerdo por qué estoy haciendo esto”, dice Rodas entre sollozos. Ella le ha dedicado los últimos 7 años de su vida a encontrarle soluciones al tema de Amatitlán.
“En todos los monitoreos del lago en los que estuve vi a niños bañándose en esas aguas. Y lavando sus platitos, y pescando peces miniatura y comiendo eso. Realmente es muy triste y no sé cómo nadie puede entenderlo”, enfatiza.
De igual manera, Manolo Ralda, de LocosXAmati, cierra su conversación con BBC Mundo diciendo que el saneamiento del lago puede representar algo mucho más grande que una victoria ambiental: “Salvar el lago puede convertirse en un símbolo para los guatemaltecos de que cualquier cosa se puede lograr”.
Y para Daniel, el fotógrafo, haber logrado visibilizar la problemática de Amatitlán es un gran motivo de orgullo: “La fotografía tiene ese poder. Imagínate que gente de otras partes del mundo se haya impactado por la contaminación del lago”.
“Creo que es muy importante porque estamos viendo los efectos que el humano está causando y tal vez es una forma para que las instituciones de mi país aceleren los procesos. Creo que también es una forma como de meter un poco de presión”, destacó.
De lo que no hay duda es que el tema ya está uniendo a algunos guatemaltecos que ven en el lago un símbolo de la lucha que hay que dar por su país.
*Por Rafael Abuchaibe
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