La historia del sacacorchos y cómo elegir uno ideal
¿Malbec o torrontés? ¿Usás decanter? ¿A qué temperatura se debe programar la cava? Muchos son los detalles que los expertos y aquellos interesados en el mundo del vino suelen tener en cuenta a la hora de disfrutar de una buena copa. Pero hay un elemento que muchas veces pasa desapercibido y que puede arruinar la experiencia: el sacacorchos.
Este utensilio es un invento inglés que tiene una larga historia. El primer antecedente aparece en 1676 en el libro "Tratado de la sidra" de James Worligge, quien hacía referencia a un "tornillo de acero utilizado para extraer tapones de botellas". Este elemento no era exclusivo para descorchar el vino sino que también era usado por los soldados británicos para extraer las balas atascadas de los fusiles.
Para el siglo XVIII, los ingleses logran crear botellas de vidrio de cuello estrecho y comienzan a embotellar el vino y a sellarlo con un corcho. Este cambio permitió que el traslado fuera más simple y brindó la posibilidad de apilar las botellas en los depósitos sin que el líquido se derramara.
En 1795 el británico Samuel Henshall patentó el primer sacacorchos, el que hoy se conoce como en forma de 'T' y, siete años después, su compatriota Edward Thompson le agregó un tope que simplificó en gran medida el momento del descorche. Actualmente, este sacacorchos se conoce como "mariposa".
En su libro "La cultura del vino", Oriol Segarra asegura que no hay que subestimar la importancia del sacacorchos: "Hay dos variables que harán que este elemento sea bueno: que la parte que penetra en el corcho sea adecuada (o sea, en espiral y con el grosor y longitud adecuados para no desmenuzar ni atravesar el tapón) y que el mecanismo de extracción sea rápido y cómodo".
"En relación al espiral, el adecuado es aquel que entra en el corcho sin desmenuzarlo, y ello se consigue si tiene forma de cola de cerdo, es decir, redondeado y con un espiral homogéneo -si en vez de redondeado es plano y en espiral con poco espacio entre cada vuelta, tipo tornillo, desmenuzará el corcho-", agrega.
Hay más de 7 tipos de sacarchorchos en el mercado y cada uno tiene sus virtudes y defectos. Es por esto que, para elegir, lo mejor es enfocarse en el tipo de uso que se le quiera dar. Si bien parece una obviedad que este elemento sirve para abrir botellas, lo cierto es que estas diferencias radican en si, por ejemplo, se trata de un vino añejo o uno joven; o si no se está en condiciones de hacer un esfuerzo físico.
El destapador con forma de "T" es el más antiguo y, pesar de que pueda resultar incómodo y difícil de usar para quienes no están habituados, muchos lo eligen por tratarse de un objeto objeto de culto.
A la hora de descorchar un vino añejo, el sacacrochos de láminas es el más recomendado ya que evita que el corcho, que puede estar deteriorado por el paso del tiempo, se rompa y que las virutas caigan dentro de la botella.
Por su parte, el sacacorchos "con alas" o "mariposa" es uno de los más utilizados en los hogares ya que es muy fácil de usar y no requiere hacer un gran esfuerzo físico para abrir la botella.
Otro de los destapadores que más aparece en los cajones de la cocina debido a su practicidad es el "pullup" o sacacorchos de "dos tiempos", que suele traer incluido un descapsulador para quitar la cubierta que protege al corcho. Este utensilio también fue apodado como "de camarero" ya que, gracias a que es plegable, se puede guardar en el bolsillo. Es el más usado los sommelier y referentes del vino.
Finalmente, entre los productos más nuevos se encuentran los sacarcorchos eléctricos. Este utensilio suele ser recomendado para personas mayores o que sufran alguna dolencia ya que no requiere hacer ningún esfuerzo físico al descorchar la botella. Su parte negativa, es que suelen ser más costoso que los manuales y que se deben reponer asiduamente sus pilas o baterías.
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