La historia del infame asesino de mujeres que atacaba con un arma blanca escondida en un ramo de flores
La Policía en ese entonces capturó a un hombre que no estaba relacionado con aquellos crímenes
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“Jack, el destripador” es una de las historias surgidas en el Reino Unido más conocidas en la cultura popular hasta la actualidad. La leyenda urbana del hombre que se dedicaba a ir de cacería por las calles de Londres para matar mujeres de compañía bajo la luz de la Luna, generó mucho escozor durante la Inglaterra del siglo XIX e inspiró a muchas personas dedicadas a las industrias creativas a crear historias con matices parecidos para así quedar en la historia.
No obstante, lo poco que se sabe es que un siglo antes de Jack hubo un mito parecido sobre una persona que se dedicaba a atacar mujeres de la alta sociedad debido a una supuesta condición mental que le hacía sentir excitación sexual por apuñalar personas.
A dicho misterioso personaje se le atribuyó el alias de “El monstruo de Londres” y su actividad estuvo registrada entre 1788 y 1790, cien años antes de los acontecimientos del famoso Jack.
Un depredador vestido de caballero
Según cuentan las historias relacionadas con este misterioso personaje, el hombre se vestía como un tipo de alta alcurnia y muy romántico. Las mujeres de buena familia eran sus predilectas y siempre buscaba la forma de llegar, a veces de la forma menos convencional, a ellas.
Su modus operandi era variopinto, ya que el sujeto se acercaba a las mujeres seduciéndolas, espiándolas, o cruzándose de repente con ellas. Sin embargo, cuando lograba conseguir un vínculo, se convertía en un animal absoluto.
El hombre siempre guardaba un arma blanca en un ramo de flores, el cual se encargaba de cambiar cada vez que encontraba una víctima. Esto servía como un señuelo para las mujeres, pues en el momento que ellas se acercaban a oler las flores, el hombre inmediatamente desenfundaba el cuchillo y las apuñalaba en la nariz.
Esto lo hacía para tener una posición de superioridad y poder infligirse daño de una forma más sencilla. Normalmente, el monstruo de Londres propinaba puñaladas en lo que es conocido como el tren inferior del ser humano (de la cadera hacia abajo).
Glúteos, muslos, gemelos, cintura y, a veces, la cara y los pechos, eran los blancos más predilectos del asesino. Para 1790, hubo registro de 50 mujeres atacadas en un periplo de dos años.
El terror que ocasionó este misterioso hombre fue tal que las mujeres, con fin de preservar su pellejo, salían a las calles de la Londres del siglo XVIII con ollas y trastes escondidos debajo de sus enormes faldas para así no tener que preocuparse mucho por salir heridas ante un posible ataque.
Asimismo, el personaje era tan enigmático y desconocido que las personas tenían el ideal de que cualquier individuo podría ser aquel tipo demente sediento de sangre.
La paranoia social
Rápidamente, el monstruo de Londres se convirtió en un tema de opinión pública muy importante en ese entonces. Los periódicos de aquella época tenían a esta misteriosa persona en las primeras planas de forma casi diaria. No hubo día que no se hablara de él.
Era tal la curiosidad que había hacia la identidad secreta de este personaje, que se formó un grupo llamado “El club de los no monstruos”, el cual se dedicó a acusar de forma libertina a toda persona que le pareciera sospechosa.
“¿No te tocaba a vos?”
Rhynwick Williams era un ciudadano de nacionalidad galesa que trabajaba como bailarín, violinista y vendedor de flores. Al pobre hombre le cayó todo el peso de la ley de forma muy injusta debido a que la Policía Metropolitana de Londres necesitaba encontrarlo de una vez por todas.
Durante los interrogatorios, varias víctimas del misterioso demente no lo identificaron como su agresor. Pese a esto, Williams enfrentó una pena de seis años encerrado en la prisión de Newgate.
Corrió la suerte de que su sentencia se limitó a estar en el calabozo, pues en aquella época los delincuentes relacionados con robos y asesinatos eran directamente enviados a la horca. Sin embargo, pese a las dudas sobre la culpabilidad de Williams, los casos de mujeres vilmente apuñaladas en las calles londinenses se detuvieron justo cuando el galés entró a prisión o, por lo menos, no se registraron más casos parecidos; lo que pudo levantar sospechas de que él era el verdadero monstruo.
Sin embargo, el profesor Jan Bondeson de la Universidad de Cardiff, luego de una fuerte investigación de documentos históricos y portadas de medio de comunicación de aquel entonces, aseguró que el supuesto monstruo de Londres era en realidad un fenómeno social que involucró a varias otras personas imitando el primer crimen registrado de esta naturaleza.
Bondeson también mencionó que, al parecer, Williams tenía un comportamiento errático y violento con las mujeres, pues explica que el hombre las acechaba constantemente, además de lanzarles improperios. No obstante, nunca se probó que él hubiera apuñalado a alguna dama.
“El galés probablemente era un pervertido al que le gustaba insultar a las mujeres y uno de los personajes misóginos que deambulaban por las calles, pero en mi opinión no está probado que apuñalara a nadie. Por lo tanto, es muy posible que el galés fuera solo un chivo expiatorio, lo suficientemente desafortunado como para caer en manos de las autoridades cuando necesitaban que alguien pagara por los crímenes del Monstruo”, explicó al diario Daily Mail.
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