La historia del hombre que robó un banco para pagar la operación de cambio de sexo de su pareja
Su vida inspiró un documental y una película, protagonizada por Al Pacino en 1975
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“Yo soy un romántico” es la frase que pudo encajar en la personalidad de John Wojtowicz, un hombre estadounidense que en la década de los setenta tomó la decisión de robar un banco con el objetivo de costear el procedimiento de cambio de sexo del amor de su vida.
Su aventura romántica quedó tatuada en la mente de los habitantes de Nueva York de los años 70, ya que pocos creían que alguien estuviera tan enamorado de una persona a tal punto de poner su vida en riesgo, con tal de satisfacer el deseo de su enamorada.
Su historia fue tan popular que sirvió como inspiración para una película llamada Tarde de perros, estrenada en el año 1975, y cuyo elenco fue formado por grandes nombres del cine como Al Pacino, Charles Durning, Penélope Allen y John Cazale.
Wojtowicz: todo o nada
Su plan era muy simple de entender: robar la sucursal del banco Chase Bank en Brooklyn en compañía de sus colegas Salvatore Naturale y Bobby Westenberg. Sin embargo, el plan no resultó como esperaban, ya que al entrar armados a la sucursal, se encontraron con una bóveda medio vacía, más que medio llena, lo que provocó que Westenberg se bajara del barco y se marchara.
La decepción del Wojtowicz y Naturale, ante el poco botín que se podían llevar, fue el momento perfecto para uno de los guardias de seguridad del banco tuviera el tiempo suficiente para alertar a la Policía de Nueva York sobre el atraco.
Al instante, se vieron rodeados por las autoridades neoyorquinas, en una desventaja absoluta. No obstante, la pandilla tenía que conseguir alguna forma de negociar con la Policía, por lo que tomaron como rehenes a los ocho vigilantes del banco. “Era un circo”, dice el periodista Bob Kapstatter en el documental The Dog. “Había una multitud en Brooklyn. Era todo un espectáculo”, aseguró.
Sin embargo, Wojtowicz fue un hábil negociador, ya que le exigió a la Policía que les llevara comida a los rehenes, además de pagarle al repartidor con un fajo de billetes muy abultado. “Cualquiera lo hubiera amado, era un Robin Hood”, dice Kapstatter, que trabajaba en ese entonces para el medio Daily News.
Kapstatter fue quien negoció directamente con Wojtowicz, por vía telefónica. No obstante, el drama aumentó a sabiendas de que su conversación estaba siendo transmitida por televisión en vivo y en directo, por lo que tenía la presión de los espectadores; así que todo tenía que salir bien.
Luego de dos horas de charla, Wojtowicz fue claro y conciso con sus exigencias: “Quiero que traigan a mi esposa del hospital. Su nombre es Ernest Aron. Es un hombre. Soy gay”.
Fue en ese momento en el que admitió que su intención era efectuar el hurto para tener el dinero suficiente con el que costearle el cambio de sexo a su pareja, con quien se casó en un acto público, pese a que en la época la homosexualidad era considerada una enfermedad y era severamente castigada por la sociedad estadounidense de aquel entonces.
Su pareja, Ernes Aron, era una persona que tenía el deseo de cambiarse de sexo; sin embargo, al no tener los medios para hacerlo, tuvo varios episodios de depresión e incluso varios intentos de quitarse la vida.
“Estaba siendo honesto, fue un bombazo. La liberación gay directo a la yugular”, dijo Jeremiah Newton, un amigo de Aron, en el documental. Mientras las negociaciones continuaron, los rehenes seguían pasando hambre y calor, pero no necesariamente por miedo a lo que les podía hacer su secuestrador, sino porque el día se alargó demasiado para ellos.
En el documental, Shirley Ball, uno de los rehenes, comentó: “Me di cuenta de que era amable, quería ser amigable. Tenía un motivo para robar el banco; no creyó que se fuera a alargar tanto, pensó que iba a ser entrar y salir, pero tal como salieron las cosas, no pudo salir”.
Fueron 14 largas y tediosas horas, las cuales llegaron a su fin luego de que los atracadores pidieron un vuelo al exterior. Todo parecía resuelto para Wojtowicz y Naturale; sin embargo, todo fue una trampa. Cuando los agentes del FBI los acompañaron hasta el aeropuerto de Nueva York, los policías le dispararon al colega de Wojtowicz, quien murió instantáneamente.
Por el lado de John, simplemente fue reducido y capturado. Su condena fue de 20 años de privación de la libertad, por lo que el estreno de Tarde de perros se hizo mientras él estaba tras las rejas. El dinero recaudado fue dado a la pareja de Wojtowicz para que pudiera cambiar de sexo y convertirse en Liz Eden.
No obstante, gracias a un buen comportamiento en la cárcel, Wojtowicz obtuvo el beneficio de libertad condicional en 1978. Por lo que pudo disfrutar con su ahora feliz pareja.
Sin embargo, John volvió a prisión luego de violar dicha medida de aseguramiento en los años 1984 y 1986, por lo que se separó de Eden, quien luego se casaría con otra persona.
Más tarde, Liz se separó de esta y finalmente falleció, debido a una neumonía, el 29 de septiembre de 1987. Según información de New York Post, Wojtowicz asistió a su funeral.
Pese al éxito de Tarde de perros, John aseguró que no recibió suficiente dinero de las ganancias de la película, por lo que vivió principalmente de la caridad social, según información de The New York Times.
John Wojtowicz finalmente falleció el 2 de enero de 2006, a sus 60 años de edad, debido a un cáncer. Su descenso fue mientras vivía en la casa de su madre, en el distrito neoyorquino de Manhattan, el mismo donde había nacido.
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