La historia de Howard Carter, el hombre que descubrió la tumba de Tutankamón
Para sorpresa de los expertos, la tumba del monarca se encontraba intacta y se calculó que albergaba más de 5000 objetos
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Hoy, 2 de marzo, se cumplen 82 años del fallecimiento de uno de los arqueólogos más reconocidos de la historia: Howard Carter. Este egiptólogo inglés alcanzó fama mundial al descubrir en 1922 la tumba del faraón Tutankamón, la cual se encontraba en perfecto estado tras tres milenios de secretismo.
El viaje hasta este descubrimiento se originó en 1907, cuando Carter comenzó a trabajar para Lord Carnarvon, un aristócrata entusiasta de la arqueología. Luego de varios años en los que se excavó en busca de reliquias en el Valle de los Reyes, Egipto, el 4 de noviembre de 1922, el aguador del equipo se tropezó con una piedra que resultó ser el comienzo de una escalinata. Esto llevó a Carter a excavar los escalones hasta el comienzo de lo que parecía ser una puerta de barro en donde se encontraban varias figuras y jeroglíficos.
Finalmente se descubrió que la placa de entrada llevaba el nombre de Tutankamón, último monarca de la familia real de la dinastía XVIII, entre el 1334 y 1325 a.C. Al abrir uno de los costados, Carter pudo divisar gracias a la luz de una vela tesoros de oro y marfil. Ante la consulta por parte de Carnarvon sobre si veía algo, el arqueólogo pronunció su famosa frase: “Sí, puedo ver cosas maravillosas”.
Al día siguiente, Carter junto a un oficial egipcio examinaron la tumba. Allí había divanes, cofres, tronos y altares. Para sorpresa de los expertos, la tumba se encontraba intacta y se calculó que albergaba más de 5000 objetos. El sepelio constaba de cuatro salas y debido a su estado y al método meticuloso de estudio de Carter, se tardó ocho años en vaciarla y trasladar al Museo Egipcio de El Cairo todo lo encontrado: las más de 5000 piezas, incluida la máscara funeraria de Tutankamón de oro macizo.
A pesar de la importancia de este hallazgo arqueológico, Carter nunca recibió honores del Gobierno británico. Sin embargo, en 1926, recibió la Orden del Nilo del monarca Fuad I de Egipto. Además, por sus méritos y hallazgos le fue conferido el doctorado honoris causa en Ciencias por la Universidad de Yale y con la membresía honoraria de la Real Academia de la Historia de Madrid, en España.
Luego de catalogar todos los objetos de la KV62, nombre que se le puso a la tumba, Carter se retiró de la arqueología. Falleció 2 de marzo del 1939 a los 64 años. Muchos lo atribuyeron a la famosa “maldición de los faraones”, creencia que afirma que cualquier persona que moleste el lecho de muerte de un faraón será castigado con una maldición, pero lo cierto es que Carter sufría de la enfermedad de Hodgkin, un tipo de linfoma maligno.
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