La herencia de Lady Di: qué recibieron los príncipes Harry y William tras la muerte de su madre
Después de su prematuro fallecimiento, los bienes de la princesa de Gales se dividieron en partes iguales entre los dos hijos que tuvo con Carlos
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Ya han pasado casi 24 años de la trágica noche del 31 de agosto de 1997 en la que murió Lady Di. Una vez concluido el funeral, se dio lectura al testamento de la princesa, según el que los principales beneficiarios de su patrimonio fueron sus hijos. ¿Qué heredaron William y Harry?
Entre los objetos de valor que recibieron los príncipes, se encuentran el anillo de compromiso de Diana y un reloj Cartier. Cada uno se quedó con un recuerdo especial de la colección de joyas de su madre: de acuerdo con el mayordomo de los hermanos, Paul Burrell, William eligió el reloj, que había pertenecido a su abuelo materno John Spencer, mientras que Harry optó por el anillo de zafiro.
Además, según consigna la revista Hello!, Burrell contó que, en el momento en el que William se estaba preparando para proponerle matrimonio a Kate Middleton, Harry le ofreció el anillo a su hermano. Por eso, cuando el hermano menor le hizo la misma propuesta a Meghan Markle, fue con otra joya, diseñada a medida, para la que logró conseguir dos piedras de la colección de diamantes de su madre.
Los hijos de Diana también recibieron el vestido de su boda con el príncipe Carlos, que fue diseñado por David y Elizabeth Emmanuel. Cuenta con miles de perlas bordadas, capas de seda y una cola de casi ocho metros.
Junto con el vestido, les fue dado el texto original del tributo de Charles Spencer a su hermana en su funeral en la abadía de Westminster, así como la partitura y la letra de la versión de Elton John y Bernie Taupin de “Candle in the Wind”, interpretada por el músico en la despedida.
En 2013, el hermano de Lady Di confirmó que los dos príncipes eran propietarios de una serie de ítems personales entre los que figuran 28 vestidos, trajes de diseñador y dos tiaras de diamantes.
Por último, pero no menos importante, la princesa de Gales dejó una fortuna de casi 30 millones de dólares, pero se pagaron cerca de 12 millones en impuestos a la herencia, lo que dejó 18 millones para repartir en partes iguales entre sus dos hijos. Dado que todavía eran pequeños cuando sucedió el lamentable accidente -William tenía 15 años y Harry 12-, los asesores reales invirtieron el dinero y cuando alcanzaron la mayoría de edad, su valor había aumentado a 27 millones de dólares.
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