La Guerra Fría está en nuestros sueños
Celebrada como la primera producción alemana para TV en ser emitida en su idioma original en EE. UU., Deutschland 83 se suma a las series escenificadas en la década del 80, en este caso, con Occidente y Oriente disputándose Europa
BERLIN. - Cuando cuente diez te despertarás en Europa.” La frase aparece en dos de los primeros filmes de Lars von Trier y alude a un temor que todos hemos experimentado alguna vez: ¿qué ocurre si me despierto en el mundo de los sueños y no hay retorno? ¿Y qué tal si ese mundo de los sueños es en realidad un mundo de pesadillas?
El protagonista de la serie televisiva Deutschland 83 (Alemania 83) lo experimenta en carne propia. Pero en vez de despertarse en una Europa onírica y deforme, como les sucede a los personajes del controvertido cineasta danés, el sargento germano-oriental Martin Rauch –de él se trata– abre los ojos de repente en Alemania Occidental, con la misión de salvar al mundo de un cataclismo nuclear en plena Guerra Fría.
Es decir, ese período de la historia en que Washington y Moscú –y sus respectivos aliados en un mundo literalmente bipolar– parecían por momentos convencidos de que las horas estaban contadas para que el rival presionara el botón rojo. Y se preguntaban en forma recurrente –e inquietante– si no debían hacerlo ellos primero para evitar ser destruidos. Y en vez de escuchar una cuenta hipnótica ascendente como los personajes de Von Trier, Rauch escucha la apocalíptica cuenta regresiva final. Sí, aquella que dio lugar a la edición en 1986 del famoso tema del mismo nombre, a cargo de la banda sueca de soft metal Europe, reversionado hoy en día obsesivamente –y con una reverencia no exenta de humor– por los inclasificables eslovenos de Laibach.
Aunque Rauch sigue estando en Alemania, esa Alemania es también para él otro planeta: uno más colorido, con supermercados rebosantes de frutas que brillan por su ausencia en los tristes almacenes germano-orientales, pero también con más tráfico y más protestas, especialmente las del movimiento pacifista que no puede entender cómo el mundo parece avanzar hacia la destrucción mutua asegurada.
Hablamos de un notable programa alemán que es furor en este país y que acaba de ganar el prestigioso premio Emmy International a la mejor serie dramática, además de hacer historia al transformarse en la primera serie alemana en ser emitida en su idioma original en Estados Unidos.
No sólo eso: Deutschland 83 también parece formar parte de una suerte de revival internacional de la Guerra Fría; no por nada está en sintonía con las aplaudidas Stranger Things y The Americans, que posan su mirada en la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989), marcada por la tensión permanente con Moscú.
Y eso –nada es casualidad– en momentos en que crece el temor por el futuro global: varios analistas políticos dicen que la canciller alemana Angela Merkel será la principal defensora de un “mundo libre amenazado por el populismo” cuando se produzca la inminente salida de Barack Obama de la Casa Blanca y la llegada a la Presidencia de la primera potencia mundial del hasta ahora impredecible Donald Trump.
Pero volviendo a los 80, ¿cómo llegó Martin Rauch a Alemania Occidental? ¿Acaso cruzar la Cortina de Hierro no está terminantemente prohibido para sus compatriotas? ¿No es algo a lo que sólo se atreven aquellos que no temen jugarse la vida?
Rauch –un aplomado Jonas Nay, talentoso actor y músico de apenas 26 años– pierde el conocimiento cuando los personeros del régimen le encargan salvar el mundo, y después de que le quiebran un dedo y le dan de tomar un café que parece tener un anestésico que lo noquea. Acto seguido, es pasado de contrabando por la frontera más caliente del mundo, que él cruza sin siquiera darse cuenta.
Ya del otro lado, Rauch –en rigor un comunista convencido– tiene muchas dificultades para comprender un mundo conocido pero muy misterioso. Allí toma el lugar de Moritz Stamm, un soldado del ejército germano-occidental que se ve casi como él, pero que tiene convicciones políticas muy diferentes; un Doppelgänger (doble que camina), aquella figura tan importante en los viejos cuentos alemanes que en Deutschland 83 parece extrapolarse a la geopolítica.
Al fin y al cabo, Occidente es el enemigo eterno de Oriente. ¿Lo es? ¿Es tanta la diferencia? ¿O es mayor la atracción? ¿Alemania Occidental es el sueño de los germano-orientales o la pesadilla? ¿O algo intermedio que debe ser descubierto? ¿Esos dos mundos tan diferentes (y paralelos) no tienen un denominador común que puede ser descifrado? ¿Se puede romper ese juego de reflejos entre espejos deformantes?
Rauch deberá responder esas preguntas contra reloj, en un proceso que lo hará cambiar a él y a los demás. De eso depende su vida, la de sus seres queridos, y, seguramente, la de todos los habitantes del mundo amenazados como nunca antes por la carrera armamentística.
De Rusia con amor
Jörg Winger, el cocreador y productor ejecutivo de Deutschland 83 y el hombre que recibió el Emmy nada menos que de la mano de Damian Lewis, el atribulado sargento Brody de Homeland, recibe a la nacion revista en las oficinas que la empresa alemana UFA Fiction tiene en el elegante barrio berlinés occidental de Charlottenburg.
“La idea de Deutschland 83 vino de mi tiempo en el ejército de la Bundeswehr, entonces el ejército de Alemania Occidental –cuenta Winger–. Durante la Guerra Fría, yo era operador de radio de la Bundeswehr y escuchábamos a los rusos. Nos sentábamos con grandes auriculares y esperábamos que dijeran algo interesante para presionar la tecla de grabación.”
“En algunos feriados, los rusos nos mandaban saludos, incluso con nombres propios. Por ejemplo, en Navidad, saludaban al oficial Schmidt; otros días, saludaban a otros. O sea, ellos sabían quiénes los escuchaban. Así nos dimos cuenta de que en algún lugar teníamos un topo, un espía que les pasaba información a los rusos.”
Winger meditó durante mucho tiempo cómo contar esa historia: la de un topo, la de un infiltrado. Por ejemplo, si hacerlo como comedia o como thriller. En un momento dado, lo habló con su mujer –la autora estadounidense Anna LeVine Winger– “y ella tuvo la idea genial de contar la historia desde el punto de vista del infiltrado. O sea, desde el punto de vista del espía germano-oriental. Ese fue el comienzo.”
Pese a contar sólo con una temporada, Deutschland 83 ya es un pilar de la ficción televisiva alemana, que tradicionalmente estaba orientada a hiperpopulares policiales (como Tatort y SoKo, entre otros) escenificados en distintas ciudades del país.
Si bien es tradición para muchos aquí ir a bares a ver en pantalla gigante los policiales, tal y como sucede en Buenos Aires (y en las ciudades alemanas) con los partidos de fútbol, por lo general estos programas han sido poco exportables, algo que está cambiando con el nuevo producto de UFA Fiction, cuya empresa madre, UFA, se remonta a 1917 y ha sido fundamental en la historia cinematográfica de un país tan pregnante para el séptimo arte como Alemania.
Pero no se trata de un cambio que únicamente atañe a este país. También algo nuevo ocurre en Estados Unidos, cuyos televidentes ahora aceptan ver series con subtítulos, lo que era impensable hasta hace poco tiempo.
“Creo que hay una nueva apertura de los estadounidenses para programas internacionales. Eso tiene que ver con una demanda increíblemente grande –dice Winger–. Hoy se producen 450 series en Estados Unidos. Hace quince años eran 40. Y todo indica que va a seguir el aumento. Eso quiere decir que todo aquel con experiencia y talento para las series en Estados Unidos ya está trabajando en una. ¿Cómo se llega entonces a hacer más series? Hay que buscar talento fuera de las fronteras y obtener refuerzos en el mercado internacional.”
Love and Rockets
Ahora bien, ¿por qué los americanos se muestran interesados por una serie de este tipo? Winger tiene una teoría al respecto: “Nosotros quisimos que el personaje protagónico de la serie fuera todavía muy joven. Él viene de una parte privilegiada de la RDA (la antigua Alemania comunista). Es parte del sistema, no un opositor. Él trabaja como soldado en la frontera. Por tanto, no está escapándose ni siente una gran atracción por el Oeste. Eso es algo interesante para el espectador estadounidense, porque muchos creen que los que estaban del otro lado del Muro querían escaparse sí o sí. Para ellos es una sorpresa que haya existido gente a la que le gustaba vivir en la RDA”.
“Eso también contiene una cierta ironía. Porque no queríamos esconder el lado oscuro de la RDA”, enfatiza Winger, un alemán occidental que, tras viajar por Sudamérica, se afincó en la ciudad oriental de Leipzig, siguiendo el camino contrario al de muchos compatriotas suyos tras la caída del Muro de Berlín.
“Para nosotros era muy importante tener un héroe que fuera enviado contra su voluntad al dorado Occidente y que se hiciera por sí mismo una imagen de Occidente cuando todavía es muy joven. En ese sentido, Deutschland 83 es una historia de aprendizaje, no sólo una historia de espías.”
Y una cuya perfecta ambientación de época –a ambos lados del Muro– no deja de recibir elogios aquí y en el exterior. También es riguroso su marco histórico: Deutschland 83 cita a una maniobra militar llamada Able Archer. Ese ejercicio existió y fue llevado adelante por la OTAN, lo que provocó alarma y perplejidad en los Soviets, donde algunos creyeron estar ante el inicio de un ataque militar real.
¿Pero por qué el revival ochentero? ¿Por qué Stranger Things tiene una banda sonora que recuerda a la banda alemana Tangerine Dreams y en Deutschland 83 suena el Major Tom de Peter Schilling, una suerte de apropiación germana, ochentosa y hitera, del inolvidable astronauta encarnado por David Bowie?
Winger afirma que existen ciclos históricos, en los que las épocas no se repiten pero “riman” como si se tratase de los versos de un poema. “Cuando hicimos Deutschland 83, nuestra vestuarista nos decía que el 83 está de vuelta ahí afuera. Por ejemplo, el corte de los nuevos trajes Armani es muy 83”.
También pareciera que las series se nutren de televidentes que fueron jóvenes en los ochenta y que las miran para reconocerse. Eso quizá dé una pista de por qué tanto en The Americans como en Deutschland 83 los antihéroes pueden ser los verdaderos héroes. ¿Será que aquellas personas que encuentran su camino propio e intentan ser fieles a sus convicciones en un mundo totalmente polarizado nos dan pistas sobre nuestra propia realidad y nuestros propios desafíos en el mundo de hoy?
Sean cuales fueren la razones, una cosa es clara: Deutschland 83 dio en la tecla y se viene su continuación, ambientada en el año 1986, con apoyo de Amazon Prime Video, un servicio de streaming que sale a competir fuerte con Netflix y HBO. Entre tanto, queda abierta la pregunta de si la secuela tematizará la final de fútbol de México, en rigor el único triunfo argentino sobre Alemania en la historia de los mundiales.