Podemos decir que es una literatura que está un poco fuera del sistema, que se mantiene distante de la crítica literaria, que tiene sus propios códigos, su propia crítica, sus propios canales. No tiene pretensiones intelectuales, apuesta al entretenimiento y, a la vez, es esclarecedora, reveladora de varios temas. Tiene su espacio en las librerías, se vende bien y, por lo general, lo que se vende bien siempre es sospechoso y eso genera prejuicios, porque hay gente que no la entiende. Y es lógico, porque es distinta", analiza Cristina Alemany, representante de la comisión juvenil de la Fundación El Libro y editora de #Numeral, quien ingresó al mundo de la literatura Young Adult (YA) y de los BBB (Bloggers, Booktubers y Bookstagrammers), hace años, justamente porque quería entender cómo funcionaba este género. "Me di cuenta de que no cualquier diseñador puede hacer una portada juvenil, ni cualquier editor ni cualquier evaluador encajan –continúa–. Es como otro mundo. Hay que escuchar a los chicos, ser humildes y aceptar que en esto saben más que nosotros. A los que tienen prejuicios sobre lo que leen los jóvenes, les diría: estamos formando nuevos lectores, los lectores del futuro. Muchos BBB ya leen clásicos y literatura de adultos. Fueron a la Feria a ver a Vargas Llosa, a Paul Auster, además de a sus ídolos. Eso significa que se está asegurando un mercado a futuro. No es poco".
En El libro blanco 2018, reciente informe publicado por la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Argentina sigue siendo el país con mayor hábito de lectura de toda el área del idioma castellano, y cuenta con una población joven y lectora que ha generado los mayores éxitos editoriales de los últimos años. Asimismo, es uno de los países de habla castellana cuya población vive más conectada a través de redes sociales.
La franja de lo que se denomina YA va entre los 12 y 25 años, algunos se atreven a decir que llega hasta los 30/35. "Esto es porque la diversidad de temáticas es muy amplia y depende de los intereses del lector –reconoce Luz Henríquez, directora de la editorial El Ateneo–. Hay material para los adolescentes y para los ya adultos en temas como diversidad de género, feminismo, violencia, etcétera. El lector juvenil no encuentra en la ficción tradicional estos temas. Esto es nuevo y representativo de lo que piensa la gente joven y de cómo quieren ser tratados como lectores".
Por las posibilidades de conexión inmediata que facilitan las redes sociales, los jóvenes lectores de hoy han logrado crear una comunidad alrededor de los libros. "En estas comunidades o tribus, que se reúnen por intereses afines, las pautas son claras –asegura María José Ferrari, editora del Departamento infantil y juvenil de Planeta–, los jóvenes interactúan entre pares, la dinámica se da entre ellos y son ellos los que comentan, recomiendan, opinan, critican, exigen y ahora, los más osados, también escriben, porque se dejó de creer en el escritor como alguien inalcanzable, inaccesible y sagrado. Todo lo contrario. Y no les gusta que las editoriales, los periodistas y los profesores les digan qué, cómo y cuándo tienen que leer. Prefieren mantener el diálogo entre ellos y descubrir sus lecturas casi de manera orgánica".
Gustavo Galarraga, gerente comercial de la editorial Océano Argentina, está convencido de que los jóvenes difunden en las redes las temáticas que más les gustan. "Ya sea a través de sus fotos, comentarios, videos, storys y un sinfín de herramientas que brinda cada aplicación, cada uno de ellos exprese su predilección, por la fantasía, identidad de género, bullying, racismo, LGBT+. Encuentran en la literatura contención, expresión y espacio de interacción con sus pares, y hacen causa común con los personajes de cada historia".
En la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la cadena de librerías Cúspide ofreció por primera vez un stand dedicado exclusivamente a la literatura juvenil. "Evaluamos que en las últimas ferias el sector dedicado a los jóvenes crecía en ventas, en ofertas para ellos y que cada vez era más amplio lo que los chicos estaban dispuestos a leer. Por lo que era importante darles un espacio exclusivo –señala Mara Tomaino, jefa de marketing de la cadena–. Ellos no leen un gran bloque homogéneo de libros. Todo lo contrario, tienen muy claro lo que quieren. Ellos leen Harry Potter y a Tolkien; el Diario de Ana Frank y una biografía de Frida Kahlo; a un youtuber como El Rubius y una standupera como Magalí Tajes. Devoran literatura clásica: Poe, Asimov, Arthur Conan Doyle , y luego todos los escritores actuales que juegan de manera intertextual con los clásicos. El pibe que lea a Rick Riordan va a terminar comprando La ilíada o por los menos Los mitos Griegos, de Robert Graves. En función de esto, quisimos ser pioneros y darles un lugar especial. Sabemos que son nuestros clientes actuales y futuros. Que les gusta leer dentro de su propia comunidad, que no incluye un padre o una abuela con un nene pequeño al lado."
Hablamos de un crecimiento en ventas que, como bien marca Marcela Luza, directora editorial de V&R Editoras: "revitalizó el mundo editorial a nivel mundial y nos obligó a todos los que trabajamos en este ámbito a cambiar nuestra forma de comunicar, de promocionar y de vender los libros para esta franja etaria, compuesta por jóvenes que son nativos digitales y que suelen venir con una demanda y un acceso a la información muy distintos a los de las generaciones anteriores".
Contra todos los pronósticos, y tal como destaca Valeria Sardi en el informe Lecturas fronterizas: jóvenes y prácticas de lectura, ellos leen de manera intensiva y sostenida, como lo demuestran los resultados de la Encuesta Nacional de Hábitos de Lectura (ENHL) que arrojan que entre un 90 y 92 % de los jóvenes entre 12 y 17; y entre 18 y 25 años, leen en la Argentina. Asimismo, señala que "la lectura no se piensa como una práctica solitaria y aislada, sino como una práctica cooperativa. La lectura es una experiencia con otros, es un diálogo con los autores, pero también con los lectores y sus singulares modos de leer."
En una entrevista publicada en The Guardian, el autor inglés Matt Haig aseguró: "Los jóvenes y adolescentes son en cierto modo los mejores lectores, porque su imaginación todavía no se ha estrechado con cosas aburridas como el trabajo, el dinero y el capitalismo. Son en realidad filósofos. Están en un momento de la vida en la que piensan en los grandes temas, como el sentido de la existencia y la identidad".
Vale decir que la difusión de los libros juveniles tuvo un incremento exponencial con el desarrollo de las redes sociales y la generación de comunidades, y con el surgimiento de las nuevas plataformas de lecturas. "La aparición de bloggers, booktubers y bookstagrammers amplió la circulación de información e introdujo cambios en las estrategias de marketing y también en la conformación de planes editoriales –asegura Mariana Vera, directora literaria de la División Infantil & Juvenil de Penguin Random House–. Hoy en día son los mismos jóvenes los que de manera orgánica (sin pautas comerciales de por medio) pueden alentar determinados consumos. Y en muchos casos también son las editoriales las que se acercan a ellos para promover a determinados autores o para desarrollar contenidos. Uno de los primeros en dejar su gran huella fue en 2016 Germán Garmendia, que visitó la Feria del Libro y firmó ejemplares durante más de nueve horas. Fue un evento increíble para los parámetros de organización que suele manejar la industria editorial. Hubo gente que pasó la noche en la puerta de La Rural para llevarse el libro autografiado. La lista de libros de este tipo hoy es extensísima, con autores nacionales e internacionales."
LOS QUE MARCARON EL CAMINO
Hay un antes y un después de Harry Potter. "Hasta entonces era impensado que un libro, que se convertiría en saga, vendería tanto hasta la actualidad y generaría un tipo de lector distinto, fan, que además devoraría otros libros complementarios o adicionales –reconoce Jorge González, director comercial de Grupo Ilhsa–, consumiría todo tipo de merchandising e iría a parques temáticos basados en sus historias. Muchos de los chicos que crecieron leyendo Harry Potter hoy ya son adultos y han traspasado el amor por la saga a sus hijos. Eso no es algo que haya ocurrido antes o pase muy seguido ahora."
A la hora de hablar de pioneros, Leo Teti, director editorial de Puck, sello juvenil de Ediciones Urano, prefiere pensarlo como un viaje por los distintos géneros. "Harry Potter es la obra madre de la literatura YA, dentro del fantasy; Crepúsculo lo es dentro del romance paranormal; Bajo la misma estrella responde al realismo; Los juegos del hambre, Divergente y Maze Runner, dentro de la ciencia ficción –enumera–; y ahora se están dando dos fenómenos muy interesantes. Por un lado, el thriller juvenil, que estos últimos años viene ganando mucho espacio en las librerías, luego del éxito de Pérdida, dentro del thriller adulto. Novelas como Alguien está mintiendo (de Karen M. Mcmanus) tienen una gran recepción por los lectores. El fantasy es el género que sin dudas es tendencia, desde hace un año y medio; en todas las ferias internacionales las grandes subastas se dan en este género."
En los últimos años, el crecimiento de venta y de oferta en el universo infantil y YA sigue liderando las temáticas publicadas en el Sector Editorial Comercial, según el informe que la Cámara Argentina del Libro publicó en abril de este año. "Los jóvenes son un mercado muy importante, son consumidores antes que nada. Entonces se los ve y se los identifica como una porción de mercado, independientemente de qué contenido o servicio se les quiera ofrecer –advierte Lola Rubio, responsable del área de obras para niños y jóvenes de FCE–. Y esta visualización los vuelve vulnerables, los acecha y también determina la producción especializada de contenidos para ellos. Con todo lo que eso trae aparejado. Es difícil pensar los libros por fuera de la oferta de otros consumos. Videos, juegos, ropa, cine, cómics, música, zapatillas. Los jóvenes se sienten diferentes a los adultos y exigen y consumen productos y servicios distintivos. Creo que se los visualizó como un target y ahora los cañones apuntan a ofrecerles todo lo que quieran y puedan consumir. Dentro del ámbito editorial y escolar, Harry Potter y las siguientes sagas demostraron varias cosas importantísimas: que los jóvenes sí leen y mucho; y mucho más que buena parte de los adultos, que se pueden fanatizar con lecturas, temas, autores, que no le tienen temor a los libros largos. Tengamos en cuenta que sagas hubo muchas antes, Las crónicas de Narnia son un ejemplo tanto como las utopías y distopías, toda la ciencia ficción de los 40, 50 y 60. Las obras de Úrsula Le Guin y Lois Lowry se inscriben en esa tradición aunque más recientemente. Ahora se visualiza las sagas como un producto para un segmento etario determinado."
Un punto interesante a tener en cuenta, según la visión de Laura Leibiker, editora de literatura infantil y juvenil en Norma, a cargo de la colección Zona Libre que este año festejó sus 20 años, sostiene que "este segmento ofrece una amplia gama de posibilidades narrativas. Desde esquemas que provienen de la literatura clásica a fusiones de géneros que muchas veces hacen difícil reconocer en una obra la pureza de un modelo literario."
Como todo fenómeno, los prejuicios se hacen eco y en lo que se refiere a la literatura juvenil y sus formas de leer no escapan a las miradas desconfiadas, como bien marcaba Alemany. "Se siguen bastardeando plataformas alternativas como blogs, apps como Wattpad, las redes sociales incluso, que no solo son lectura como cualquier otra sino que además han permitido generar comunidades de lectores y escritores, participativas, donde los jóvenes comparten y pasan horas debatiendo sobre un libro, un personaje o promoviendo actividades o encuentros entre ellos de forma espontánea –reflexiona Andre Morales, editora junior de Quipu–. Hay que entender que existen otras formas de leer además de las tradicionales y que no por eso son menos lectura. A veces, el problema está en la mirada del adulto y no en la práctica lectora real de los chicos".
Voraces, así suelen clasificar la forma de lectura de los jóvenes. "Se las ingenian no solo para leer, sino para estar al día con todos y cada uno de los títulos que se van lanzando; saben todo sobre los escritores del género, sobre las editoriales y han revitalizado la industria con su fanatismo bien entendido, así como con su interés que es contagioso –describe Georgina Dritsos, jefa de prensa de V&R Editoras–. Eso se ve a nivel local también, en donde en cada edición de la Feria del libro hay más y más oferta de actividades para ellos, por ejemplo, y también en todos los catálogos de las editoriales. Hoy, la mayoría de las grandes y medianas tienen varios autores de ficción juvenil en sus catálogos y por supuesto sus propias líneas exclusivas para esa franja de lectores. Más que una tendencia, a esta altura es una realidad ya instalada, una realidad que llegó para quedarse".
DE LECTORES AL MUNDO EDITORIAL
En el último tiempo, se dio un cruce más que interesante, muchos de los BBB se sumaron a las filas editoriales y otros, se animaron a escribir y dar a conocer sus propios libros.
"Cuando comencé a escribir en el blog Sueños y Palabras tenía 18 años. Hoy, siete años después, soy el director editorial de Puck, para América Latina y España, y para mí es todo un desafío, porque estuve del otro lado –cuenta Leo Teti–, de hecho, sigo siendo lector, y muy crítico y demandante, por eso siempre intento responder a lo que los lectores buscan. Me entusiasma mucho saber que estoy generando nuevos lectores y, como siempre digo, mi objetivo es superarme. Soy lector de juvenil y viví esa etapa en la que necesitaba leer ciertos libros y lamentablemente no los encontraba en la librería. Hoy quiero ser un editor que dé lugar y voz a esos libros que los chicos buscan y no pueden encontrar."
María José, del Grupo Planeta, trabajó en dos libros que tienen como autores BBB argentinos. "En el caso de Érase una vez…, el proyecto nació por interés de cinco booktubers: Carla Dente, Evelyn Torres, Maca Yanelli, Matías GB y Fede Valotta. La premisa era versionar cuentos, leyendas o historias clásicas, pero adaptándolas al presente, y los chicos se animaron a tocar temas muy complejos, tabúes, y no se achicaron en narrar oscuridades, temores y dilemas a los que nos enfrentamos en la sociedad hoy en día –comenta–. Diferente fue con la historia de Todxs somos normales, novela que incluye por primera vez un personaje principal asexual y trata sobre la aceptación de la diversidad y la violencia de género, de Flor Méndez y Bel Riddle, porque la propuesta nació desde la editorial".
La representación LGBTQ+ en la literatura juvenil fue el disparador de Todxs somos normales. "Flor tuvo la genial idea de inaugurar una sección en su blog (Plausible), llamada Open Mic, para que distintas personas pudieran hablar sobre un tema determinado –cuenta Bel Ridle, una de las autoras–. Su primera propuesta fue, justamente, pertenencia al colectivo LGBTQ+ y yo no dudé en aportar unos párrafos sobre mi experiencia como asexual. La editorial leyó esa entrada y nos contactaron con una propuesta. La literatura juvenil LGBTQ+ está todavía muy centrada en lo que llamamos chico cis blanco gay y, aunque es buenísimo que tengamos este tipo de protagonistas, hay otras realidades, otras identidades y otras sexualidades, que también tienen mucho para dar y no encuentran su lugar en la literatura".
Para el bloguero Federico Valotta, de Atrapado en la lectura, quien también está haciendo su recorrido por el mundo editorial, el gran desafío fue animarse a escribir. "Siempre da miedo escribir, o ser publicado. Que lea un montón no me vuelve un excelente escritor –confiesa–, y ese es el principal temor que tiene un BBB. No ser juzgado por ser lector, sino como cualquier otro escritor. Sigo sintiéndolo, incluso ahora, que estoy escribiendo otras tres historias".
¿Qué buscan? Es la pregunta que suelen hacerse las editoriales, los libreros y todo aquel que se interesa por este universo. "Creo que los jóvenes, y siempre hablando desde mi propia experiencia y la de aquellos que tengo alrededor, buscan verse reflejados en lo que leen –reflexiona Flor Méndez–. Aún cuando el género no se acerca en absoluto al tiempo y lugar de nuestra sociedad actual, siempre se quiere encontrar un personaje que nos represente: alguien incomprendido, alguien popular, una persona LGBTQ+ enclosetada o fuera del clóset, con problemas con drogas, con problemas alimenticios, con ansiedad, depresión, esquizofrenia, con parejas abusivas o saliendo de estas... La literatura juvenil es un género que no le huye a esas cosas."
Los autores locales cada vez pisan más fuerte en el segmento. "Ya sea porque hay escritores que se vuelcan hacia una literatura en la que los jóvenes son protagonistas, o porque se visibilizan sus libros en colecciones en las que conviven con autores extranjeros –analiza Cecilia Repetti, gerente de Literatura Infantil y Juvenil de SM Argentina–, poco a poco van ganando espacio en el camino lector".
Para la escritora argentina Anna K. Franco, que recientemente publicó Brillarás, una de las ventajas de sumergirse en el YA es que las búsquedas son diversas: "Eso nos permite que como autores exploremos nuestros intereses y habilidades en diversos subgéneros".
El libro es más que nunca un objeto adorado, de eso está convencida Ferrari, "pero se transformó también, entre los jóvenes lectores, en un nodo dentro de las plataformas digitales a partir del cual se genera una infinidad de contenidos y conversaciones y proyectos de lo más diversos, como redes que se expanden de manera ilimitada".