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Dependencia es el término que nos surge cuando pensamos en nuestras mascotas y en su supervivencia. Por instinto, los imaginamos totalmente atados a nosotros, los humanos. No solo les otorgamos cariño y amor, sino también un hogar, comida y agua para que puedan vivir cómodamente. ¿Es posible siquiera pensar que esto fuera al revés?
Los animales nunca dejan de sorprendernos, y la fidelidad de Vaska es un ejemplo imborrable de ello: el gato logró que sus “dueñas” sobrevivieran a uno de los peores escenarios de la historia oscura de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial.
Oriundo de Leningrado, la actual San Petersburgo, el inusual acontecimiento que involucra al pequeño felino fue inmortalizado por la escritora Svetlana Aleksiévich (Premio Nobel de Literatura 2015) en su libro “Últimos testigos. Los niños de la Segunda Guerra Mundial”. Entre la gran cantidad de testimonios recopilados están los que brindaron la nieta y la hija de las mujeres rusas propietarias del michi.
La salvación animal
Durante el bloqueo que los alemanes hicieron a Leningrado, que duró 2 años, 4 meses y 19 días (del 8 de septiembre de 1941 al 27 de enero de 1944), se aisló de tal forma a la población del resto del mundo que la comida escaseó y el hambre generó situaciones tan desesperantes que llevó a la gente a romper límites impensados.
Las consecuencias a esta altura de la guerra, del sitio de la ciudad y de la insuficiencia de comida empujó a los sobrevivientes de los bombardeos a comerse hasta a los gatos, actitud que complicó el escenario: una ciudad fría, carente y pobre se llenó de ratas.
En una de las tantas casas de la ciudad, la historia sería bien diferente. La dueña de la gata Vaska no dudó en cuidarla y resguardarla de aquellos peligros cotidianos, un acto de amor a su mascota que, sin imaginarlo ella entonces y como expresión de gratitud, aquel animal retribuiría de igual manera y la sorprendería.
El escuálido felino, a pesar de sus pocas fuerzas, decidió entrar en acción. Su audacia fue extraordinaria y hasta parecía haber creado su propia estrategia: aprovechó a su favor aquel desolador panorama que dejaba la guerra, y se convirtió en el proveedor de “alimentos” para su familia.
El testimonio de la representante más joven de las mujeres de la casa, destacado en los museos de la ciudad, no deja de sorprender: “Cada día, Vaska salía a cazar y traía de regreso a casa un ratón o incluso una gran rata. Mi abuela destripaba a los ratones y hacía estofado, mientras que con las ratas lograba hacer un buen goulash”, cuenta en el libro de Aleksiévich.
Su amor, responsabilidad y cuidado iban más allá de lo extraordinario, al punto que llegada la hora de comer aguardaba pacientemente que se cocinara, las mujeres comieran y, recién ahí, tomara su turno para comer. El tiempo para compartir iba más allá de la ingesta de alimentos, como recuerda su nieta:
“El gato siempre se sentaba junto a ella (su abuela) y esperaba su turno para comer. Durante la noche, los tres se metían bajo la misma frazada y él las adormecía con su ronroneo”
Al llegar el crudo invierno Ruso, su dueña utilizaba las migas para atraer a los pájaros, las esparcía cerca de su vivienda para luego ocultarse con su gato y así emboscarlos. Vaska era sorprendentemente preciso y eficaz en su salto rápido. Pero como el audaz Vaska estaba desnutrido y no contaba con las fuerzas suficientes para matar a las aves allí comenzaba el trabajo familiar, en equipo, la abuelita dejaba que él solamente los agarrara y ella terminaba el trabajo. En aquella época, entre la primavera y el otoño, sólo comían pájaros.
Pero “nuestro heroico” gato no solo identificó el peligro de la escasez de comida, con instinto detectivesco y alma de sobreviviente, se percataba de los bombardeos mucho antes que cualquier persona o, incluso, de que alguien pudiera sentir el ruido de los aviones. Era tal su perspicacia que cuando Vaska comenzaba a inquietarse y maullar con angustia, las mujeres sabían que era el momento de tomar sus ropas, agua, y definitivamente también a Vaska, y huir de casa.
Corriendo velozmente al refugio antibombas, y siendo un miembro más de la familia, hasta no llegar a un lugar para descansar bien no dejaban de vigilarlo. En todo momento estaban cerca porque no querían que nadie se lo llevara para comérselo.
Finalmente el sitio terminó. La más joven, la nieta de la casa recuerda: “Cuando por fin se levantó el bloqueo de la ciudad y volvió a llegar comida, e incluso después de la guerra, mi abuela siempre guardaba los mejores trozos para el gato. Lo acariciaba cariñosamente diciendo ‘eres nuestro sostén’.
Siempre juntos
Vaska murió en 1949 y mi abuela se las arregló para sepultarlo en el cementerio. Para que nadie pisoteara su tumba, le puso una cruz donde escribió ‘Vasily Bugrov’. Cuando llegó su momento, mi madre sepultó a mi abuela junto al gato, y luego, yo sepulté a mi madre con ellos. Hoy, los tres yacen juntos bajo la misma lápida, como en la guerra, los tres juntos bajo la misma manta”.
En 1943 cuando se rompió el bloqueo, la ciudad recibió 4 vagones repletos de gatos, la mayor cantidad eran siberianos, y no habían sido alimentados durante la travesía. Al llegar los felinos desataron sus instintos y se alimentaron, en pocos días, con los ratones de la ciudad, la cual reconoció su labor y en el año 2000 erigieron estatuas por todo el territorio, la “División Maullido” había ganado su batalla.
Son muchas las personas que ante la ignorancia o desconocimiento sobre el comportamiento gatuno, dudan de la fidelidad y cariño que sienten los felinos hacia sus dueños, pero gracias a los testimonios y al museo de San Petersburgo, recordar esta conmovedora historia protagonizada por Vika aporta una cuota de belleza y dulzura en un hecho tan triste como la guerra. Conservar y divulgar la historia de este asombroso felino es para la nación rusa una tarea obligada para destacar la conexión entre la supervivencia y las increíbles reacciones de un animal tan enigmático.
¿No es hora de abrazar a tu gato?
Entre gatos y ratones en la escuela
La historia se convirtió también en una tradicional canción infantil que los niños cantan en la escuela.
Los ratones bailan en ronda
Un gato está durmiendo en el banco
-Silencio ratones, no hagan tanto ruido
O van a despertar al gato Vaska.
Vaska saltará y brincará
Y destruirá su ronda.
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