Asegura un viejo proverbio chino que la felicidad es cuestión de digestión. O, mejor dicho, de buena digestión. Es un hecho comprobable que los estados de ánimo cambian la forma de evacuar y la motilidad intestinal. ¿O acaso quien se enamora no siente mariposas en el estómago, pierde el apetito aquel que atraviesa una situación angustiante o corre al baño de los nervios el que debe rendir un examen o presentarse a una entrevista de trabajo? De hecho, hoy la medicina se refiere al sistema digestivo como el segundo cerebro ya que, a través de células especializadas, tiene la capacidad de ser autónomo y generar su propio impulso y ritmo para movilizarse.
"No podemos ignorar que en el estómago se localizan sentimiento y pensamiento y lo que sucede en nuestra mente se refleja directamente en nuestro aparato digestivo. La ciencia hoy confirma que en el tracto gastrointestinal se aloja el segundo cerebro, muy similar al de la cabeza, repleto de células nerviosas, al igual que toda la médula espinal, encéfalo, cerebelo y tronco encefálico, que forman el sistema nervioso central. En este cerebro abdominal, conocido como sistema entérico, se generan sustancias psicoactivas que influyen directamente en nuestro estado anímico", afirma la Profesora de Hatha Yoga y Vinyasa YTT 200 hrs. Guti, que además tiene formación en Composición Coreográfica por la Universidad Nacional de Arte.
Formado por un tubo de unos 12 metros, repleto de pliegues y con una superficie de unos 300 metros cuadrados, el tracto digestivo es un sistema complejo que funciona a modo de aduana. Por su canal se absorben o rechazan los nutrientes y sustancias que se ingieren. Pero, una vez que el alimento es tragado, es el sistema digestivo quien toma el control y decide si absorbe o rechaza los nutrientes, si se defiende de las sustancias que entran o las usa para obtener información útil y de esa forma suministrar energía, defensas y filtrar información inmunológica para el cuerpo.
Lazo emocional
El intestino y el cerebro están intrínsecamente relacionados, al punto que el estrés, la tristeza o la ansiedad tienen sus efectos en el sistema digestivo. A su vez, también las emociones tóxicas lo irritan (miedo, enojo, nervios, ansiedad, tristeza) y entonces muchas veces responde con un tránsito deficiente, es decir, con la retención de materia fecal en el colon por más de 72 horas. "La constipación puede afectar el estado de ánimo a tal punto de producir irritabilidad, mal humor, insomnio por dolores abdominales, incomodidad social o laboral debido a flatulencia o a la sensación de querer ir a evacuar y no poder", asegura la Licenciada Teresa Cóccaro, nutricionista del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba).
Se estima que en Argentina entre un 10 al 15% de la población padece problemas de constipación. "Denominamos paciente constipado a aquel que tiene dificultad para evacuar y lo hace con una frecuencia menor a dos veces por semana. Porque, en términos generales, los médicos entendemos que es regular quien logra evacuar en un rango que va de tres veces por día a tres veces por semana. Un suceso estresante antes de la aparición de los síntomas, la pérdida de un ser querido, una separación o una enfermedad grave, el inicio de una depresión o el insomnio, la falta de concentración o la pérdida de la autoestima, posibles abusos pasados inadvertidos en la infancia: son todos aspectos que evaluamos en un paciente constipado. Porque, efectivamente, los estados de ánimo cambian la forma de evacuar", explica la Dra. Silvia Pedreira, Jefa Departamento de Gastroenterología del Hospital Alemán.
Además de tomar abundante cantidad de líquidos, consumir fibras y hacer ejercicio regular para aumentar los movimientos peristálticos intestinales, la práctica de yoga, en especial de algunas posturas, permite mantener regularizado el aparato digestivo. Realizar ejercicios de respiración y determinadas ásanas (posturas) que impliquen flexiones hacia adelante y torsiones de columna vertebral, hacen posible masajear los órganos de la región abdominal, estimular el flujo de sangre y activar y mejorar la calidad de sus funciones. "Por ejemplo, si la funcion del intestino grueso es evacuar lo que ya no le sirve al organismo, el estreñimiento tiene una relación directa con permitirnos soltar viejos pensamientos que ya no nos son útiles, dejar ir viejas creencias, fluir, para dar lugar a lo nuevo. Incluso se trata también de permitirnos decir o expresar lo que nos disgusta sin temor a perder algo o a alguien. La práctica regular de yoga, asanas, ejercicios respiratorios, de meditación, son herramientas que nos brindan una gran ayuda para mantener en equilibrio este sistema", reflexiona Guti.
Postura 1: la pinza, Paschimottanasana
Sentado en el piso o en un mat (colchoneta), con piernas juntas extendidas y los talones empujando hacia adelante, sintiendo el apoyo de los isquiones, elevar los brazos, alargando la columna, inhalando el aire suavemente. Luego, al exhalar, ir acercando el abdomen bajo hacia los muslos, descendiendo lentamente hasta abrazar las piernas por debajo de las rodillas. Sostener durante cinco respiraciones profundas (inhalando y exhalando) extendiendo los brazos y dejándolos caer a ambos lados.
- Beneficios: la compresión del abdomen contra los muslos tiene efectos positivos. La contracción del cinturon abdominal tonifica las vísceras y el estiramiento de la parte inferior de la espalda estimula las fibras del sistema nervioso autónomo (regulador de la función digestiva) lo que repercute en toda la actividad orgánica abdominal. Así, el páncreas, el hígado, los riñones y la vesícula experimentan una influencia favorable, en tanto que se activa el movimiento intestinal, especialmente a nivel del colon o intestino grueso.
Postura 2: Matsyendrasana o torsión
Sentado en el piso o en un mat, con las piernas extendidas hacia adelante y los pies juntos, doblar la pierna derecha y colocar el pie derecho contra la cara externa de la rodilla izquierda. El pie apoya su planta en el suelo paralelo a la pierna izquierda. Elevar el brazo izquierdo y alargando columna, buscar acercar el hombro a la rodilla de la pierna derecha. Con el brazo a modo de palanca, si es posible, tomar la tibia o el pie derecho. Llevar la mano derecha lo más cerca de la línea de la columna por detrás. La espalda permanece pasiva, los brazos hacen girar los hombros y la columna se tuerce sin resistencia. Al inhalar, se alarga columna y, al exhalar el aire, se busca generar una mayor torsión. Sostener por cinco respiraciones como en el ejercicio anterior. Repetir con la otra pierna.
- Beneficios: al generar la torsión de la cintura abdominal y comprimir alternadamente cada mitad del vientre, el primer beneficiado es el colon (intestino grueso). Esto aumenta el movimiento del intestino y combate el estreñimiento. Al igual que la postura previa, activa y tonifica el sistema nervioso autónomo, con lo que el hígado y el riñon también salen beneficiados.
Postura 3: Jathara Parivrtti
Acostado en un mat, registrar los apoyos de la espalda, observar la separación de los hombros de las orejas con los brazos extendidos a los costados. Flexionar la pierna derecha y acercarla hacia el pecho, para luego extenderla a 90 grados. La idea es ir con el pie derecho hacia la mano izquierda, tratando de que los hombros y caderas no se eleven de su apoyo. Mantener por cinco respiraciones, inhalando y exhalando profundamente y luego se repite lo mismo con la otra pierna.
- Beneficios: esta postura masajea los órganos abdominales, elimina toxinas acumuladas por activación de la función hepatica y pancreática y estimula el movimiento del intestino, al tiempo que fortalece la musculatura abdominal.
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