La fascinación del mal
Los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad.
"Nuestra fascinación moderna con la muerte se remonta a tiempos remotos. Por ejemplo, la evidencia del sacrificio humano de los aztecas y otras culturas atestigua la capacidad de violencia contra otros seres humanos –reflexiona el criminólogo y ex agente especial de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) Thomas Neer, uno de los mayores expertos del mundo en la investigación de delitos violentos y en el análisis de la conducta de asesinos en serie y en masa, de secuestradores y de terroristas–. Los romanos construyeron coliseos para observar, por placer, a los hombres que luchaban hasta la muerte y a los leones que perseguían y comían a los cristianos. Las ejecuciones públicas en las que los prisioneros fueron arrastrados y descuartizados en Inglaterra atrajeron multitudes masivas y alentadoras. Hoy, en Arabia Saudita, las decapitaciones públicas de delincuentes son convocantes. En las zonas rurales de Pakistán, la lapidación de mujeres que se dice que cometieron adulterio no es poco común todavía. En Nueva York, donde viví durante diez años en la década de 1980, siempre ha habido visitas a lugares donde ocurrieron famosos asesinatos. Creo que la mayoría de la gente le teme a la muerte y también se siente atraída, no tanto de manera perversa, sino como un medio para enfrentar sus miedos y obtener un sentido de dominio sobre ellos. Sigmund Freud escribió sobre el deseo simultáneo de las personas de buscar placer a través de sus instintos de vida (eros/libido) versus su deseo de muerte (tánatos)".
En la Europa del siglo XIX, el doctor Richard von Krafft-Ebing realizó algunas de las primeras investigaciones documentadas sobre delincuentes sexuales violentos, que publicó en 1886 con el nombre de Psychopathia Sexualis. "El asesinato en serie es un evento relativamente raro, que se estima que comprende menos del uno por ciento de todos los asesinatos cometidos en un año determinado. Sin embargo, existe un interés macabro en el tema que excede por mucho su alcance y ha generado innumerables artículos, libros y películas. Esta fascinación pública de amplia base comenzó a finales de la década de 1880, después de una serie de asesinatos de prostitutas, que no fueron resueltos, ocurridos en el área de Whitechapel, en Londres –analiza la doctora Mary Ellen O’Toole, quien trabajó como agente del FBI durante 28 años, y pasó más de la mitad de su carrera en la prestigiosa Unidad de Análisis del Comportamiento de la organización, la misma unidad que es el centro de la exitosa serie Criminal Minds–. Estos hechos fueron cometidos por un individuo desconocido que se autodenominó Jack, el Destripador, y envió cartas a la policía alegando que él era el responsable. Estos crímenes se convirtieron en sinónimo de asesinato en serie y engendró muchas leyendas a su alrededor, además de despertar especulaciones sobre quiénes son los que los cometen. En los años setenta y ochenta, casos como el de Green River Killer, Ted Bundy y Dennis Lynn Rader (conocido como BTK) despertaron un renovado interés público por los asesinatos en serie, que floreció en la década de 1990 con el estreno de El silencio de los inocentes".
Pero es recién con la prensa moderna que el crimen va a situarse en el centro de una gran transformación en relación con el público lector. "No solo porque el proceso de alfabetización hace que cada vez más hombres y mujeres tengan acceso a las noticias, sino porque además se modifica la propia relación con el gran público, que pasa a ser el principal consumidor, pero también un objeto de consumo –profundiza Diego Galeano, sociólogo e historiador argentino, especializado en historia urbana e historia social de la policía y de la cuestión criminal–. La historiadora Vanessa Schwartz explica ese fenómeno en el libro Spectacular Realities, sobre la cultura de masas en la París del fin de siglo XIX. Ella señala que ese interés cultural por el crimen abarcaba la lectura de diarios y también la visita a las morgues judiciales para ver cadáveres, como un paseo de fin de semana. Lo importante era que los consumidores se sintieran parte de las historias que estaban siendo narradas, que interpelaran su experiencia cotidiana. Un show con la realidad".
EXÓTICOS Y ENCANTADORES
Tras trabajar 25 años en el FBI y ejercer durante 14 años como supervisor de Behavioral Science Unit (Unidad de Ciencias del Comportamiento) en la base de Quantico, en el estado de Virginia, el especialista Thomas Neer sostiene: "No hay una explicación única en el interés por los asesinos. La fascinación por el mal, la muerte, el interés legítimo en la investigación criminal, el deseo de entender la mente de un asesino, el deseo de superar los temores al enfrentarlos indirectamente, el placer vicario de ver a las personas como víctimas pueden ser algunas de las razones; otros se identifican con los asesinos porque ellos mismos tienen fantasías de matar y están los que no desean hacerlo, pero su bajo nivel de autoestima los atrae hacia los que tienen la reputación de ser malos. A menudo hay un deseo perverso de alimentar la atención y la notoriedad que comanda el asesino en serie. Muchas mujeres se comunican con asesinos en serie en prisión, profesan su amor, les envían dinero, fotografías (a menudo desnudos) y les hacen propuestas de matrimonio. Baja autoestima es generalmente la motivación".
La expresión asesino serial fue introducida por Robert Ressler, agente especial del FBI, que actuó en la Unidad de Ciencias del Comportamiento, la agencia de mayor autoridad mundial en el tema. "Con esa denominación –explica el doctor Raúl Osvaldo Torre, profesor universitario en Criminología y Criminalística–, son reconocidos aquellos individuos que matan en forma reiterada, con intervalos cooling off entre uno y otro hecho (indicativo de premeditación) sin motivo aparente, ejecutando al menos dos homicidios, sin tener en cuenta la cantidad de víctimas implicadas en el caso".
Como asesinos son raros, ellos y sus crímenes suelen ser exóticos y tentadores. "Los serial killers (SK) son tan extremos en su brutalidad, y por lo tanto, aparentemente antinaturales en su comportamiento, que la gente se siente atraída por la intensa curiosidad –reflexiona Mark Safarik, agente del FBI, una de las autoridades mundiales en la técnica del perfil criminal y asesor de la serie de televisión CSI y del ya clásico El silencio de los inocentes–. Dado que la mayoría de los SK eligen víctimas que les son desconocidas, esto esencialmente convierte a cualquier persona en un objetivo potencial, incluso si las probabilidades demuestran lo contrario. El hecho es que, si eres el blanco, es probable que mueras. Atado a esta aleatoriedad está el hecho de que para la mayoría no hay un motivo discernible, como celos, venganza o ganancia financiera. A menudo existe un componente sexual que impulsan el interés lascivo que tienen los humanos. Los SK son tan diferentes que despiertan áreas en nosotros relacionadas con el sexo, la lujuria, el miedo, la actuación sin consecuencias y la suprema omnipotencia de un ser humano sobre otro".
A pesar de lo macabro que puedan resultar sus actos, muchos asesinos y criminales en general pueden llegar a ser vistos de un modo romántico por su condición de estar al margen de la ley. "La hibristofilia es una tendencia a sentir atracción por las personas peligrosas o propensas a dañarnos –explica la doctora Analía Mougel, perito médica legista–. Es más frecuente en mujeres y se cree que podría ser una de las consecuencias de lo que ocurre cuando las lógicas del patriarcado son aprendidas y llevadas hasta el extremo: la mujer sumisa que acepta la autoridad del hombre con el que forma una pareja".
¿Se nace o se hace? Es la pregunta que se ha hecho mil veces. "Y la respuesta es que se trata de ambas cosas –reflexiona Mark Safarik, que ha colaborado con el criminólogo y ex perfilador del FBI Robert Ressler–. Existe un componente genético o biológico y un componente ambiental, y estos ejercen influencia en diferentes partes de la vida de una persona para moldear su composición de personalidad. El impacto que las acciones tienen en un individuo varía de persona a persona en función de su personalidad. La misma acción puede tener una gran influencia durante una parte del desarrollo de su vida, pero tiene poco o ningún impacto en otro momento. A menudo vemos en sus historias que los SK han sufrido alguna forma de abuso físico, emocional y/o sexual en sus primeros años de vida, con madres ausentes o padres que abusaron de ellos o los descuidaron. En esencia, es una danza compleja entre el ADN y los impactos ambientales que hacen variar en efecto e intensidad el curso evolutivo de la vida de una persona, y todo depende de la personalidad de cada una sobre la cual se ejercen esos efectos".
Hay investigaciones que respaldan la explicación de que algunos asesinos en serie nacen con –o durante algún tiempo en sus vidas, experimentan– déficits neurológicos que los hacen más vulnerables a la conducta antisocial. "En mi experiencia –destaca Thomas Neer, que analizó crímenes violentos y a delincuentes, incluidos asesinos en serie y en masa–, sin embargo, la mayoría de los asesinos seriales son producto de su entorno (es decir, la infancia, en particular su desarrollo emocional), su personalidad, sus asociaciones, sus factores estresantes y sus fantasías".
Los grandes investigadores de la mente humana contemporáneos, como el norteamericano Michael Stone, un doctor especializado en psiquiatría forense de la Universidad de Columbia, indican que ha habido una escalada en los "índices de maldad" y que en algunos casos se puede medir. "Esta mal llamada evolución es más bien una mutación de valores donde claramente se observa el desprecio por la vida –cuestiona Daniel A. Salcedo, licenciado en Criminalística, ex Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, director del IUCA (Instituto de Criminalística Argentino)–. Y este desprecio no es solo hacia la vida de la víctima, en muchos casos es además de la propia vida del victimario. La pregunta que debemos formularnos es, si el victimario siente que su vida no vale, entonces ¿cuánto vale para él la víctima a la cual tiene sometida, sobre la que ejerce un poder de Dios? Se ha estudiado y concluido que el ser humano es el único capaz de matar y de matarse, pero no hay reglas absolutas; todos reaccionamos de modos diferentes ante estímulos iguales, también la mente criminal".
Los seres humanos estamos en constante estado de desarrollo. "Este estado de desarrollo se da desde el momento de la concepción hasta la muerte –explica la especialista Mary Ellen O’Toole, quien a lo largo de su carrera investigó casos de alto perfil, como el del homicidio en serie de Zodiac, el asesinato en serie del Monstruo de Florencia, el sádico sexual David Parker Ray y los tiroteos en Columbine –. El comportamiento se ve afectado por la estimulación recibida y procesada por el sistema nervioso central. Los neurobiólogos creen que nuestro sistema nervioso es ambientalmente sensible, lo que permite que se forme durante toda la vida. El desarrollo de los mecanismos sociales de afrontamiento comienza temprano en la vida y continúa progresando a medida que los niños aprenden a interactuar, negociar y comprometerse con sus compañeros. En algunos individuos, la incapacidad de desarrollar mecanismos de afrontamiento adecuados da como resultado un comportamiento violento".
CUALQUIERA PUEDE MATAR
La autora de Rastros criminales, María Laura Quiñones Urquiza, destacada profesional diplomada en Criminología, Criminalística y DD. HH., y especialista en técnicas de perfilación, considera que existen varias fuentes de riesgo y que algunas son personales, como la predisposición genética, "como en el caso de las psicopatías, también depende del factor social para impedir que las conductas antisociales florezcan y sean sublimadas por otras apegadas a las normas y el bien común, como en el caso del neurocientífico James Fallon, cuyas resonancias magnéticas cerebrales son similares a las de los criminales más crueles (el científico descubrió que era un psicópata una tarde de 2005, en medio de estudios y análisis de la actitud que presentan los hombres y las mujeres que pueden llegar a atentar contra la vida de un ser humano). Existen otros factores sociales que van moldeando a las personas, a veces apegándolas a conductas antisociales. Es la naturaleza versus la crianza".
En criminología reza un principio que dice que cualquier hombre es capaz de cometer cualquier tipo de delito en determinados contextos. "En de defensa propia o locura aguda y donde el factor situacional arrasa con el pensamiento, en el último caso la conciencia se obnubila –ejemplifica Quiñones Urquiza–, el juicio crítico se encuentra suspendido y se actúa sin pensar; es como cuando uno está muy borracho y no sabe lo que hizo, pero en ese caso es la furia lo que te rebalsa."
Director de la Diplomatura en Criminología, Criminalística y Medicina Forense y docente en el curso de Psiquiatría Forense de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA, Raúl Torre destaca que en criminología se considera que no todas las personas tienen la capacidad potencial de cometer un delito contra la propiedad (robo, estafa, corrupción). "Ello dependerá de pautas de familia, educación, culturales, etcétera. Sin embargo –reflexiona–, todos albergamos la capacidad potencial de matar".
La perito Analía Mougel se permite preguntar: "¿Usted cree que aun el más ortodoxo de los religiosos no sería capaz de matar ante un caso de fuerza mayor? El punto de inflexión está dado por la multiplicidad. Si nos referimos a los homicidas seriales, detrás de cada asesinato existe un período de tiempo hasta el siguiente. Este período conocido como refractario (cooling off) estaría dado por un fenómeno de activación neuronal, que los neurobiólogos explican de la siguiente manera: una vez que una neurona se enciende, no puede volver a dispararse hasta haberse recargado, haciendo alusión al funcionamiento de una pistola. Esto explicaría los intervalos de tiempo entre un homicidio y el siguiente, así como la recarga de odio, resentimiento y ansiedad que despierta en el asesino el deseo de volver a matar".
A la hora de analizar el caso de Carlos Eduardo Robledo Puch, en cuya figura se basa la nueva película de Luis Ortega, Mark Safarik, el hombre que trabajó durante veintidós años como supervisor de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI y que ha sido profesor de la Academia Nacional del FBI en Quantico, traza el perfil de un psicópata: "Uno de los rasgos distintivos de los serial killers y de los psicópatas es la mentira compulsiva. Hacen y dicen lo que quieren sin importar a quién lastimen. Ellos están interesados en sí mismos. Como no tienen vergüenza ni empatía, pueden mentir impunemente y obtener lo que necesitan. En sus mentes, cualquier acción que tomen está justificada. No están locos. Ellos entienden claramente la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, lo que es legal o ilegal. Simplemente, eligieron hacer lo incorrecto y, en el proceso, no se preocupan, siempre y cuando promueva sus objetivos".
Ansiedad, insensibilidad, egocentrismo, exceso de violencia y paranoia son algunos de los aspectos que Quiñones Urquiza, reconocida en el ámbito por sus publicaciones en revistas científicas especializadas, como la destacada Violence and Gender dirigida por Mary Ellen O’Toole, observa en Puch: "A veces tuvo víctimas innecesarias, era el hecho de matar por matar y la búsqueda de sensaciones intensas, porque su violencia excedía el aspecto de control de la escena".
EL MORBO EXISTE
Un asesino serial, ¿es un héroe o un antihéroe?, se cuestiona la especialista en medicina legal y grafóloga con orientación en psiquiatría clínica y forense Mónica Laura Arra, autora de Jack, en Scotland Yard y Jack, el Destripador (editorial Dosyuna). "En 1888 todos los diarios publicaban y reproducían las cartas que Jack enviaba a la prensa y a la policía, incluso existieron falsificadores de los mismos medios de prensa para vender más. Hoy, todo se torna mediático, y con el avance tecnológico, podría decirse que se invita a participar a quien esté interesado en el hecho delictivo de turno. El morbo existe, y para aquellos que están ávidos de sentirlo, hay otro grupo encargado de complacerlos y de servirles lo que piden. Así lo saborean y recomiendan".
En los últimos años, algunos especialistas se animan a decir que hubo un cambio de mirada hacia los diferentes casos y quienes los cometen. "Creo que hay algunos cambios importantes –destaca Diego Galeano (en agosto publicará la investigación Delincuentes viajeros, por la editorial Siglo XXI)–. Por ejemplo, una creciente despsiquiatrización del asesinato. No me refiero a un fenómeno propio de especialistas, sino que involucra la más amplia disputa de significados sociales sobre el delito y sus explicaciones. El ejemplo más evidente es la aparición del concepto de femicidio y la insistencia de pensar a los violadores y asesinos de mujeres como ‘hijos sanos del patriarcado’. De esa manera, una explicación sociológica sale a disputar terreno a las interpretaciones patologizantes. Es posible hacer –creo yo– toda una relectura feminista del fenómeno de los asesinos seriales".
El reciente caso de Nahir Galarza (19), la joven que se convirtió en la primera mujer menor de 20 años en recibir perpetua por matar de dos disparos a Fernando Pastorizzo (20), en Gualeguaychú, puso en el centro del debate las formas de matar de una mujer, donde se mantiene la fantasía de que es distinto entre un género y el otro. "No siempre es así –advierte Quiñones Urquiza–, ha hubo casos en que se sospechó que era un hombre, pero se trataba de una mujer, como Juana Barraza Samperio, ex campeona de lucha libre, conocida como la mataviejitas que ahorcaba a ancianas en México (le adjudicaron 754 años de prisión por el asesinato de 17 ancianas). Se ha dicho que las mujeres suelen envenenar, pero hay casos de hombres que han usado ese recurso, como el doctor Michael Swango y algunos enfermeros de la muerte".
Otra de las grandes preguntas sería si es posible la rehabilitación de los asesinos en serie. "Deberíamos preguntarnos si se puede rehabilitar a un criminal –advierte Thomas Neer–. En los Estados Unidos, durante la década de 1960, hubo un gran entusiasmo por que fueran rehabilitados si se les proporcionaba solo la atención y el tratamiento adecuados. Varios años y millones de dólares más adelante, el Sistema Penitenciario Federal, después de examinar las tasas de reincidencia, determinó que la rehabilitación fue en gran parte un fracaso. La Agencia Federal de Prisiones? (Federal Bureau of Prisions) decidió suprimir la palabra rehabilitación de su política oficial. Ahora, la mayoría de los asesinos en serie reciben sentencias largas, por ejemplo, de 50 a 100 años, y nunca se liberarán. Aunque no todos están motivados del mismo modo, la naturaleza repetitiva y compulsiva de sus asesinatos los vuelve extremadamente resistentes al cambio".
Sobre esta misma idea, Mark Safarik analiza que como los serial killers son psicópatas no pueden ser rehabilitados, "ya que se trata de un trastorno de la personalidad. Seguirán siendo peligrosos durante toda su vida. La necesidad de dominación, control y satisfacción de sus propios deseos, independientemente del daño a las víctimas, no es algo que pueda cambiarse",
El ser humano se cuestiona si el demonio existe. "Cualquiera que haga mi trabajo –puntualiza Torre– no tiene dudas de que sí, existe".
Asesinos que hicieron historia
- El Petiso Orejudo
Cayetano Santos Godino es considerado el primer asesino serial argentino. Tenía 15 años cuando, en 1912, mató a cuatro niños, tuvo siete intentos de asesinato e incendió siete edificios. En la cárcel de Ushuaia le operaron las orejas, con la idea de que en ellas estaba la causa de su maldad. El niño de barro (2007), dirigida por Jorge Algora, se basó en su historia.
- Yiya Murano
María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte fue acusada de envenenar, en 1979, a tres de sus amigas. Fue liberada en 1995 por reducción de la pena. Nacha Guevara la interpretó en Mujeres asesinas y Karina K, en el musical que contó su historia, en el Teatro El Nacional. Tendrá su versión en el cine. Su hijo, Martín Murano, interpretará a su padre.
- Francisco Laureana
Entre 1974 y 1975 se le adjudicaron a Laureana 14 víctimas. Todas eran mujeres. Las mató y las violó. El 27 de febrero de 1975 murió en un enfrentamiento policial. Para atraparlo, mujeres policías sirvieron de anzuelo. Estaba en pareja y tenía hijos. No tiene serie ni película, todavía. Se lo conoció como el "Sátiro de San Isidro".
- Arquímedes Puccio
Los Puccio secuestraron y mataron, entre 1982 y 1985, a los empresarios Ricardo Manoukian, Eduardo Aulet y Emilio Naum. Fue condenado a perpetua. Pablo Trapero eligió a Francella para interpretar a Arquímedes Puccio en Historia de un clan. Luis Ortega optó por Alejandro Awada, para la serie El clan.
- Ricardo Barreda
El caso del dentista de La Plata es uno de los más resonantes de los últimos tiempos. El 15 de noviembre de 1992, mató a escopetazos a su esposa Gladys, a su suegra Elena Arreche y a sus hijas Adriana y Cecilia. En 1995 fue condenado a prisión perpetua. Norman Briski interpretó a Barreda en uno de los capítulos de Sin condena (también en 1995).