Hija de Silvia Merlino y Emilio Comte, una de las parejas más queridas de la televisión de los años 60, Gaby Comte comparte recuerdos de su vida dentro de una familia de artistas
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“Yo no soy famosa, pero mi vínculo con la fama lo llevo con naturalidad desde la infancia”, dice Gaby Comte, la hija mayor de Silvia Merlino y Emilio Comte, una recordada pareja de artistas de la televisión argentina. “Me acuerdo de ser muy chiquitita y dormir o jugar en Canal 13 mientras grababan La Familia Falcón, y aparecer en muchos capítulos. La relación de mi infancia con padres famosos es muy particular. Hasta el día de hoy, en que ya tengo sesenta años y llevo más de cuarenta de carrera en las dos profesiones que ejerzo, el mundo de la gente famosa me resulta cómodo. Para que tengas una idea, una de las primeras personas que tuve de amigo en Facebook, breve, poco tiempo, fue Sting. La fama no me provoca distancia de la gente, los veo como gente común, como eran mis padres.” añade, como introducción a un diálogo que versará por muchísimas anécdotas y recuerdos de una época añorada para los argentinos.
La familia clase media
Era una época en que la familia se reunía por las noches en el sofá del living a ver la televisión y los domingos, en la casa de los abuelos, junto con los tíos y primos, alrededor de una mesa generosa en pastas o estofados para almorzar mientras miraban un programa que despertaba risas y emociones a todos. La familia Falcón fue de las primeras ficciones icónicas de la televisión argentina, creada por Hugo Moser, se emitió por Canal 13 entre 1962 y 1969. Mostraba el retrato costumbrista del estereotipo de una familia de clase media. El elenco estaba integrado por Pedro Quartucci, Elina Colomer, Roberto Escalada, Alberto Fernández de Rosa, Virginia Lago, Emilio Comte y Silvia Merlino.
La hija mayor de la pareja de actores, Gaby Comte, editora general en el Museo de Arte Moderno y cantante -sus canciones están en Spotify- abre el baúl de los recuerdos. De los sets de televisión al bar La Subasta, de las tardes compartidas con los actores de Clave de Sol, al día en que Alain Delon quedó fascinado con la belleza de su mamá. “Era preciosa, tengo de ella el recuerdo de su elegancia natural. Se ponía dos trapitos y brillaba. Me acuerdo que después de uno de los almuerzos de Mirtha Legrand, cuando vino Alain Delon a la Argentina, se armó un escandalete en mi casa; mi padre estaba celoso porque el francés le había tirado los galgos. ”.
“No quisieron que me dedicara a nada artístico”
El diálogo con Gaby oscila entre la nostalgia de una época dorada del mundo del espectáculo y un presente que salda algunas deudas pendientes del linaje familiar: el afán de conocimiento.
“Mis viejos, actores que no habían podido estudiar, insistieron muchísimo en que yo no me dedicara a nada artístico y que siguiera una carrera universitaria. Bueno, al final no tengo un título sino dos, soy licenciada y también hice el profesorado universitario en letras, en la UBA y la verdad que agradezco muchísimo esa obligación que me pusieron porque descubrí una gran pasión, siempre me gustaron los libros desde chiquita y ahora ser editora es algo que realmente adoro”, destaca Comte. En su haber tiene una larga carrera de edición de libros de todo tipo: infantiles, de no ficción, periodísticos. Suele asesorar en organismos públicos acerca de libros, literatura, música o música popular y, en el ámbito privado, fue manager de artistas como Gerardo Bandini, Ernesto Jodos, entre otros. Con algunos de ellos, Lito Nebbia, por ejemplo, también se dio el gusto de desarrollar su arte como cantante.
“Tengo una mezcla de muchas cosas en mi profesión. Creo que eso se lo debo en gran medida a la herencia de mis viejos, a una casa muy apasionada por la cultura en general, con padres y abuelos que no habían podido estudiar pero que valoraban muchísimo cada expresión cultural.” destaca nuevamente. “Recuerdo mi primera visita al Bellas Artes de la mano de mi papá, la colección de libros editada por Boris Spivakov del Centro Editor de América Latina, que él compraba en el kiosco para leer por horas y después me los devoraba yo.”, rememora Gaby.
- ¿No quisiste estudiar teatro?
- Por muy breve tiempo tomé clases, pero solo como un apoyo para la carrera de cantante. Nunca me interesó ser actriz, me gustaba la música. Me asesoraba Cristina Banegas, que era muy amiga de mis viejos. En aquella época eran dos parejas de amigos entrañables. Paco de Rosa y Cristina eran muy amigos de mi mamá y mi papá. Eran dos parejitas jóvenes de amigos, y y ella en mi adolescencia me aconsejó bien
- Emilio grabó algunos discos...
- A mi papá también le gustaba mucho la música. Cantaba muy bien, grabó discos inclusive con unos músicos increíbles. Hoy miro para atrás y tal vez él no se daba cuenta en ese momento, pero en la primera fila del jazz de los años 60 hacía música -entre comillas- comercial y lo acompañaron grandes nombres en su aventura musical. Le fue re mal, pobre, porque él se largó a hacer arreglos como si fuese un Sinatra porteño y eso no funcionó. Era muy gracioso, pero siempre le gustó y hoy a sus 83 años canta muy bien.
Una casa llena de gente
- ¿Qué te legó tu madre?
- Mi mamá fue una gran anfitriona. Crecí en una casa abierta, llena de amigos. Venían invitados a comer casi todos los días de la semana. Ella era una gran cocinera. Creo que eso también lo heredamos todos, pero especialmente mi hermana Karina, que vive en Bariloche, y mi hermano Patricio, el más chico. Si no eran los amigos de mis padres, venían nuestros amigos. Entonces siempre éramos quince o hasta veinte personas sentadas en la mesa a la hora de la cena.
- ¡Una tribu!
- Sí, nos encantaba. A veces mamá me llamaba y me decía “Gaby, prendé el fuego de la parrilla que voy para allá con los chicos y llegaba con los actores de Clave del Sol. Y entonces llegaba con Pablo Rago y su hermano, que además vivía enfrente nuestro. Y se llenaba la casa de gente. O yo venía con mis amigos de la facultad, o llevaba a comer a mis casas a mis amigos músicos. Karina lo mismo. Era una casa muy abierta. A mi mamá, le encantaba bailar, las fiestas y los encuentros. En las Navidades nunca éramos menos de cincuenta.
- Y además tenían el bar La Subasta.
- Sí, en Flores, vivíamos en la calle Membrillar y Rivadavia, en la casa de mis abuelos. Era una propiedad enorme, que había sido un convento del siglo XVIII. Mis abuelos alquilaban media casa, la otra mitad era un local comercial. En los años 70 fue una fábrica de pianos, y después, cuando mis abuelos fallecieron, mi papá puso con unos socios un bar, que llamaron La Subasta, y fue muy famoso. A veces yo cantaba, con algunos músicos amigos. Hasta estuvo dando un seminario para la carrera de Letras, Beatriz Sarlo, el primer seminario de estudios culturales de la UBA. Como no teníamos espacio en la facultad, en Puán, nos íbamos todos al bar de mi papá a tomar las clases con Beatriz.
- Una escena hermosa la de estudiar en un bar como los de antes...
- Sí y de algún modo a mi papá lo llenaba de orgullo. Él no había podido estudiar, pero era algo que le hubiera encantado hacer. Era un enorme lector, fanático de la historia argentina, fanático de la literatura. Tengo primeras ediciones dedicadas a él por Leopoldo Marechal. Porque él era un lector enorme y un tipo muy interesado por la cultura. También en esos años fue un gran militante político en la Asociación Argentina de Actores. Eso lo llevó a trabajar muy poco durante la dictadura.
- ¿Y cómo se las arreglaron en esos años?
- Papá trabajó de cualquier otra cosa para mantenernos. Y la que siguió trabajando en televisión fue mi mamá, que se había peleado públicamente con Irma Roy, entonces no estaba mal vista por los militares. Seguía trabajando en las telenovelas de Canal 9, pese a que el canal estaba intervenido por la dictadura.
- Después sufrió depresión...
- Sí, lamentablemente. Mi mamá murió muy joven, muy joven, demasiado joven, casi a mi edad, a los 63 años, después de muchos años de depresión, porque de pronto cambió mucho el sistema laboral de los actores, la ficción, la televisión, el teatro, y sin que hubiera una razón en particular, creo que le pasó a muchísimos actores y actrices de su generación, que ya quedaron fuera. Mi vieja era una mina muy sensible, que no pudo afrontar ese camino que tuvo que vivir. Y bueno, si bien, después de separarse de mi papá, ella intentó un par de parejas, con no muy buena suerte, finalmente estaba sola cuando falleció, y la verdad que es una enorme pérdida para todos nosotros, para los cuatro hermanos. En cambio, mi papá se recicló, se fue a vivir a Mar del Plata, hizo otra pareja y salió adelante. Tal vez los hombres son un poco más resilientes en ese sentido que las mujeres.
- ¿Qué pensás cuando te dicen que Emilio y Silvia eran la pareja más sólida del ambiente artístico?
- La solidez de las parejas, debe ser un ideal... me parece que fue una pareja larga, no sé si sólida. Yo recuerdo a mi mamá sufriendo mucho con los celos por mi papá, porque mi papá siempre fue un galán. Y tuvieron muchas idas y venidas que tal vez no fueron tan públicas, porque siempre en un punto preservaron mucho la cosa tana de la familia. Tuvieron dos grandes momentos: cuando nacimos Karina y yo. Después casi se separan un par de veces, volvieron a intentarlo y a los siete u ocho años nacieron mis dos hermanos Luciano y Patricio, que son nuestros hermanos varones, más chicos, con los que soy casi como una tía, más que una hermana. Y cuando eran adolescentes, finalmente sí, se terminaron separando.
- ¿Con tu papá estás en contacto?
-Sí, el año pasado tuve la suerte de organizar una maratón de lectura en homenaje a Gabriela Mistral en la Feria del Libro, donde suelo trabajar todos los años. El año pasado me convocó Ezequiel Martínez y entre los muchos invitados, fueron mi papá y Alberto Fernández de Rosa, que hacía mucho tiempo que no se veían. De alguna manera volví a reunir a los hermanos de la familia Falcón en ese evento de lectura de poesía con un homenaje a una poeta y escritora que en nuestra infancia siempre nos acompañó.
¿Tus otros hermanos?
- Luciano es el que más está en contacto con mi papá. El es actor, vive en Santa Clara del Mar y también hace radioteatro con mi papá, lo ayuda mucho en esos proyectos, y tiene los propios. Patricio, el más chico, doce años menor que yo, es músico, cantante y guitarrista, y trabaja como cocinero en un bodegón muy famoso que se llama Batatas, el Rey de la Carne al Horno, en Gaona y Mercedes, para el lado del oeste de la ciudad. Y Karina, en Bariloche, con un novio al que le encanta coleccionar fotos antiguas y muchas de las que te pasé las organizó él.
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