El histórico local de la colle Corrientes que hoy sigue vigente, recibiendo a fans del cine
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“Solo cine” se lee en un gigantesco cartel de color blanco y negro con los actores Charles Chaplin y Jackie Coogan como protagonistas junto a una cinta cinematrográfica. También está el director Woody Allen y la recordada escena del beso de “La dolce vita” escrita y dirigida por Federico Fellini. En la vidriera, prolijamente ordenados, hay cientos de Dvd´s: la primera temporada del “Súper agente 86″, “China Salvaje”, “A la guerra por Amor”, “Sin miedo a la muerte”, “El misterio de Picasso”, “Frida”, “Goya”, “Lo que el viento se llevó”, hasta Robin Hood, entre otros clásicos. Se trata de un pequeño local, ubicado en Rodríguez Peña 402, que es un verdadero templo para los cinéfilos: tiene más de 10 mil títulos de todas las épocas, géneros e idiomas; además de algunas joyitas que no se encuentran en ningún otro sitio.
Es un jueves de abril por la tarde, pronto se avecina tormenta en Buenos Aires. Como es usual en el horario de la salida del trabajo la calle está transitada. De fondo se oyen bocinas de los automóviles y los colectivos, mientras que en el diminuto local de películas suena jazz. Jorge Lococo, de 67 años, con sus distintivos anteojos redondos de metal, acomoda la vitrina dedicada al cine argentino. Un habitué con porte señorial (camisa rayada y chaleco) se acerca al mostrador a retirar su pedido: “Los compañeros”, una película dirigida por Mario Monicelli de 1963. “Voy a venir en estos días a echar un vistazo a las novedades”, dice antes de retirarse. Minutos más tarde un joven fue a buscar el título “Alguien Maravilloso” y otra chica se llevó “Batman” del año 1966. Ahora suena música clásica de fondo. Algunos se quedan varios minutos leyendo los títulos y recorriendo cada uno de los estantes y mesas con los diferentes géneros: comedia, drama, terror, documental, aventura, bélico, suspenso, drama, western, cine mudo, entre otras curiosidades. “Muchos clientes vienen a solicitar películas clásicas para reencontrarse consigo mismo 30 o 40 años atrás. Me suelen decir que quieren recordar la primera vez que fueron al cine, ver esa escena que les encantó cuando tenían 20 años o hasta encontrar un film que vieron cuando aún estaban de novios con su actual mujer o marido”, afirma Lococo, al frente de esta clásica tienda porteña.
Lococo desde que era niño tuvo afición por el séptimo arte. La pasión corre por sus venas. De hecho, el primo de su abuelo fue Don Clemente Lococo, un importante empresario cinematográfico y teatral (uno de sus emprendimientos más conocidos fue el Teatro Ópera de 1936). “Tenían varios cines por distintos barrios. Mi padre Antonio trabajaba en la empresa familiar en la parte administrativa y cuando era chico me fascinaba ir a visitarlo al cine Opera. Siempre que podía iba a las privadas. De adolescente trabajé de boletero, acomodador y en la parte de proyección de películas. Hice un poco de todo”, rememora, quien se recibió de psicólogo. Aunque siempre le gustó ver películas de todos los géneros, en esa época era fanático del cine americano independiente de la década del 70. “También iba mucho con mi pareja al cine club, que tenía una biblioteca, una iglesia y el salón donde pasaban los films con un proyector de 16 mm”, detalla, quien además estudió cine. De aquellos años conserva en el local un proyector “Súper 8″.
En 1985 inauguró su primer videoclub con venta y alquiler de películas, en el barrio de Recoleta, sobre la calle Austria y Juncal. Y en febrero de 1994 abrió las puertas de “Solo Cine” en una ubicación estratégica: en la esquina de Rodriguez Peña y Corrientes. De aquella época conserva tres posters emblemáticos de decoración: uno de Marilyn Monroe, de Chaplin y de James Dean. “En ese momento dejé de lado lo del alquiler y me dediqué de lleno a la venta de películas en formato VHS”, cuenta. Años más tarde, llegó el DVD y durante mucho tiempo convivieron los dos mundos. “Los primeros años con la venta de videocassette nos fue muy bien. Con la aparición del DVD como era la novedad también hubo un gran auge. Ahora solamente tenemos ese formato” afirma. En su casa, a modo de recuerdo, tiene algunos VHS de ópera.
Un señor con campera de cuero ingresó al local con un listado (de puño y letra) con más de 30 películas para su colección. Tras ojear detenidamente los estantes, se acerca al mostrador a consultarle a Jorge si tiene algunos títulos específicos sobre terror italiano, un policial francés y otros americanos de la década del 40 y 50. Lococo, chequea el catálogo digital y minutos más tarde le trae el pedido solicitado. En total se llevó 13 dvd´s.
¿Cuáles son los géneros más solicitados?
Se le consulta y responde: “El terror tiene mucho público, también las bélicas y las de Wéstern (del Oeste)”. En el último tiempo, muchos estudiantes le encargan musicales. De las clásicas, en cualquier época del año tienen gran salida “Casablanca”, “El Ciudadano” y “Lo que el viento se llevó”. Muchos turistas, que descubren el local de casualidad, se quedan asombrados por la variedad. “Suelen llevarse clásicos de nuestro país como ¡Tango! (la primera película sonora argentina) o de Pepe Arias, Tita Merello y Luis Sandrini”, ejemplifica. Plata Dulce (1982), La noche de los lápices, Esperando la carroza, Nueve Reinas y El secreto de sus ojos, encabezan el podio de las películas nacionales más pedidas.
Charly García era un habitué
Jorge cuenta que una de las crisis más duras fue en el 2001, incluso mayor a la de la pandemia del Covid-19. “En esa época nadie me compraba películas. Con la pandemia sumamos el delivery a domicilio y poco a poco vamos repuntando”, admite. Al local se acercan muchos cinéfilos (de todas las edades); estudiantes, gente mayor, abogados, jueces y turistas. Tiene clientes desde hace años y hay varios que van todos los fines de semana a buscar curiosidades. Con muchos ya ha generado un vínculo y se hacen recomendaciones. Charly García era un habitúe. “En una época pasaba seguido y atrás lo seguía una fila de jóvenes, era impresionante”, cuenta. También han pasado por allí Fito Páez, Luis Brandoni, Chango Spasiuk, entre otras figuras del espectáculo.
Aunque los gigantes del streaming no paran de crecer, Lococo afirma que hay un público fiel que aún quiere tener el objeto en sus manos. “Las películas que encontrás acá no están en las plataformas. Muchas son parte de la historia del cine. Me gusta conservarlas para que no se pierdan”, concluye y comienza a acomodar un rincón con dvds del director Luchino Visconti.
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