La entrevista a Britney Spears en 2006 que nunca tendría que haber existido
Viernes a la noche. Estábamos tomando un vino cuando mi primo me dijo "¿viste la entrevista que le hicieron a Britney Spears en el 2006?", la pregunta me pareció rara porque ya pasaron doce años y porque qué podía decir Britney que fuera interesante para un viernes a la noche.
Antes de seguir leyendo la nota les recomiendo que miren el video. Pueden no hacerlo, claro, pero se van a perder de la extraña y grata sensación de estar en contra de todo eso que pasaba hace doce años y que, aunque vimos, nunca notamos.
No soy particularmente fan de Brtiney pero sí soy feminista y, en el medio de la entrevista, me puse a llorar con ella cuando intentaba con dificultad e incomodidad responder por qué le costaba tanto bajar de peso.
Después de ver los cuarenta minutos que dura la charla pensé "tengo que hacer algo con esto porque resume mucho de lo que nos les sucede a las mujeres por ser mujeres en este mundo". Cabe destacar que Britney tenía sólo 23 años y la cuestionaron por "mala madre", la trataron de incompetente por no poder adelgazar y de prostituta por haberse acostado con un hombre que estaba casado. Todo eso en uno de los canales más importantes de su país.
Cuando el cuentito "no sale bien"
Para entender un poco el fenómeno Britney hablé con Martín "Galán" D´Agosto, músico y fanático empedernido de la cantante. Él me contó el contexto, ¿por qué Britney había pedido esa entrevista? "Tuvo que salir a hablar porque la situación se había ido de control, los medios estaban tan metidos en su vida personal que cuando su hijo se golpeó la cabeza en su casa y lo llevó al doctor (como a cualquier madre le puede pasar), los médicos, basados en su imagen pública llamaron a Servicios Sociales para que la indagaran, fueran a su casa y chequearan si era una madre apta. Ella, creo yo demasiado tarde, decidió tratar de frenar esa situación con un mano a mano, estimo que hasta obligada por su management, porque en la entrevista te das cuenta de lo enojada que está y lo harta que la tiene responder preguntas tan sensacionalistas y misóginas, y tener que justificar el puesto glorificante en el que fue colocada, siendo que solo es una mujer y no 'el ejemplo de mujer americana'", detalla.
Es que ella pasó de ser una chiquita tierna e inocente de Disney a una adolescente con todo lo que eso implica. Ganas de salir, de pasarla bien, de excederse, de golpearse, de aprender de los errores. Lo que pasa es que, cuando quiso hacerlo, se dio cuenta de que tenía a toda la sociedad norteamericana mirándola bien fijo y muy poco margen de acción.
Recordemos también que ella fue presentada al mercado de la música como una piba naif con uniforme de colegio pero a su vez muy sensual. "Su imagen desde el vamos es el doble discurso de una sociedad perversa, la quieren santa y sumisa, la quieren ver en uniforme de colegio pero también les da morbo que muestre el ombligo, que sea menor de edad y que sea un poco sexy, no tanto, que no se sienta segura y sea dueña de su sexualidad, porque los dueños de su sexualidad somos nosotros, la audiencia que la consume, y los hombres y empresarios que la manejan", afirma D´Agosto.
La cantante estuvo de novia con Justin Timberlake, después se separó, se casó en Las Vegas con un amigo, se volvió a divorciar a las horas, se besó con Madonna en los premios MTv y fue fotografiada borracha o de fiesta cada vez que se emborrachaba o se iba de fiesta. Jamás podía zafar de las cámaras.
En el 2005 Britney fue madre por primera vez y todo se complicó aún más. Los medios continuaron persiguiéndola y juzgándola de manera permanente y lo que ya estaba fuera de control, se terminó de desbarrancar.
En la entrevista Britney tenía 23 años, y repito el dato porque me parece escalofriante el nivel de exposición y exigencias a esa edad. "Yo soy una buena madre", dijo y repitió varias veces mirando a la cámara con los ojos llenos de lágrimas. Con entereza respondió una a una todas las preguntas violentas que le hacía el periodista Matt Lauer quien ahora, de paso les cuento, fue denunciado por acoso sexual por sus compañeras de trabajo.
La mujer pública
Hay una premisa social siniestra que indica que las mujeres, cuando somos madres, somos públicas. Desde el debate a favor o en contra del aborto legal hasta el cuidado de las criaturitas que traemos a este mundo. Ya desde la panza sucede, cuando desconocidos o desconocidas la tocan sin preguntarte. Pero no tocan una panza suelta, es nuestra panza, aunque el mundo crea y se empecine en hacernos creer que no.
Marina Sánchez de Bustamante es becaria de investigación doctoral del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y trabaja en los modos en los que la cultura de masas presenta la maternidad. "Las mujeres madres, seamos o no seamos famosas, somos continuamente evaluadas en relación a cómo ejercemos el rol materno. Se nos somete a juicios acerca de todas las prácticas que tienen que ver con el cuidado infantil: por ejemplo, las formas en que alimentamos, el modo en que nos ocupamos del descanso, cómo nos ocupamos de educar. Fundamentalmente, el tiempo que dedicamos a satisfacer las distintas necesidades de bebés, niñas y niños. Esto no es nuevo. Dice una historiadora francesa, Yvonne Knibielher, que la cultura occidental -a partir del pensamiento ilustrado- cimentó ´la invención de la buena madre´ al enlazar la capacidad reproductora de las mujeres con una serie de valores morales como la ternura y el amor", explica.
La filósofa Simone de Beauvoir sostuvo en su libro "El segundo sexo" que "todo organismo de la hembra está adaptado a la servidumbre de la maternidad", y si bien ella lo escribió en 1949, el actor Facundo Arana lo reafirmó ahora. En esa misma línea, la investigadora sostiene que ser madre es una construcción cultural en la que se condensa, a partir de un conjunto de discursos y prácticas sociales, un imaginario complejo que es a su vez fuente y efecto de género. "Cuando a las mujeres se les atribuyen ciertas cualidades como las de ser sensibles, amorosas, abnegadas; y cuando se concibe como rasgo de la naturaleza que, por las funciones reproductivas, están constituidas para asumir la responsabilidad absoluta del cuidado infantil, ahí se definen los límites de lo que es la maternidad", indica.
La imagen de Britney hoy se reivindica como una mujer sobreviviente a un medio y una sociedad que fue (y es aún) cruel con ella, que cuestionó (y continúa haciéndolo) todo lo que hizo desde que fue quien es. Pero Britney Spears somos todas. A ella no sólo se la controló por ser famosa, sus grandes martirios sucedieron porque es mujer. La belleza, la sexualidad y la maternidad, son los tres pilares que la mantuvieron en estado de angustia casi permanente y que se repiten, en mayor o en menor medida, en cada mujer de este planeta.
"Britney es la clara demostración de que pudo escaparle a lo que el machismo quería de ella, aunque no la sacó barata. Su independencia sexual y personal le costó que le sacaran sus hijos, que toda una sociedad la considere una persona no apta para criarlos, lo cual imagino que es algo que a cualquier persona puede destrozar. Me acuerdo que durante esa época los medios anticipaban su suicidio, directamente, lisa y llanamente escrito, querían que se mate. Cuando ella dejó de ser una imagen complaciente para todos, cuando se transformó en una mujer que era libre con su sexualidad y su vida social, cuando ignoraba el discurso de lo que estaba bien y lo que estaba mal según los que la juzgaban, cuando se les fue de control el productito adolescente y ahí decidieron matarla", explica D´Agosto.
Ser madre 12 años después
En ese sentido, Sánchez de Bustamante también coincide con que, que Britney haya podido borrar esa etiqueta de nena inocente, tuvo su precio. "Su perfil provocador, su estilo de joven rebelde y disruptiva que le permitió ganar su lugar en el mercado de la música, encontró un límite cuando no incorporó los códigos de vigilancia necesarios para su imagen y reputación materna. Y eso fue retomado por el periodismo de espectáculos y chimentos estadounidense que, más allá de la redituabilidad económica que le proveen los escándalos de estrella, articuló la dicotomía simbólica de la buena versus la mala maternidad para construir una trama narrativa potente que se sustenta en el pánico cultural que despiertan las madres incompetentes: mientras algunas chicas rebeldes que devinieron en madres ejemplares como Angelina Jolie, a quien la prensa bautizó con el apodo de ´Momgelina´ para enfatizar su compromiso personal pero también social con la buena maternidad (ya que además de los hijos biológicos adoptó niños refugiados), Britney Spears fue apodada ´Unfitney´ para subrayar que los comportamientos impropios la ubican por fuera de lo que puede ser aceptado socialmente como una madre apropiada".
Pero las cosas cambiaron mucho y a ese modelo consolidado en las representaciones de las madres hoy se le enfrentan otras historias y otras realidades que lo dejan en jaque. "Los relatos sobre la vida materna de las famosas le están interponiendo tensiones vinculadas con experiencias que –si no son necesariamente nuevas- ahora pueden contarse, visibilizarse y considerarse públicamente. Por ejemplo, la monomarentalidad decidida como en el caso de Juana Repetto; la maternidad tardía o añosa como en la historia de María Fernanda Callejón; la maternidad que discute las prescripciones médicas sobre las formas de crianza o los modos de parir, como en el relato de Paula Chaves", finaliza la investigadora.
Estoy segura de que si veía esa entrevista en el momento no me hubiera llamado la atención, pero doce años después, con el feminismo instalado en nuestra lectura del mundo, esos cuarenta minutos que son de una tortura y un grado de violencia psicológica y machista gigantes, ni siquiera saldrían al aire. Las madres, además de madres, son mujeres y las mujeres somos, mal que le pese a muchos, cada vez más protagonistas de nuestra historia. Hoy, por suerte, Britney está un poco más a salvo.
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