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La situación en esa colonia de la calle Malaver en el partido de Morón, se había vuelto insostenible. En una escena triste que dejaba sobre la mesa la indiferencia que enfrentan los animales en situación de calle, se podían ver a simple vista y sin demasiado esfuerzo, más de 30 gatos que necesitaban alimento de calidad, atención veterinaria y, en el mejor de los casos, un hogar que los recibiera.
Preocupada por el estado de salud de esos gatos, Rocío Falcone y un grupo de vecinas comenzaron a organizar un operativo de castración. Armaron una rutina de alimentación para que los animales comenzaran a registrar el horario de la comida hasta que llegó el día de hacer las capturas con las jaulas trampas. A la vuelta de la casa donde estaba la mayor concentración de gatos, había un corralón donde también se refugiaba otro grupo: esos estaban mucho más flacos y deteriorados y era evidente que necesitaban ayuda.
“Estaba hecha un bollito, mojada y débil”
“Ya era la hora de darles de comer, lloviznaba y se estaba haciendo de noche cuando corrimos un plástico que tapaba una reja y ahí la vi: hecha un bollito, mojada, muy muy flaquita y con los ojos completamente cerrados. Por mi falta de experiencia en ese momento, lo primero que atiné a hacer fue agarrarla con las manos, y ella se dejó, como si nada. Seguido a eso, por confiarme, intenté agarrar a otro cachorro que mucho más asustado, se resistió y me mordió. Eso me costó una infección y toma de antibióticos por una semana”, recuerda Rocío Falcone.
De todos los cachorros que pudieron rescatar a esa última hora del viernes, esa pequeña gatita era la que en peor estado de salud se encontraba. “Teníamos miedo de que no pasara la noche. Estaba muy débil, respiraba con mucha dificultad y uno de sus ojitos estaba bastante comprometido”. El diagnóstico veterinario confirmó la sospecha: complejo respiratorio felino, posiblemente debido a un herpes virus.
“El complejo respiratorio felino es una enfermedad causada por un conjunto de virus y bacterias, que produce diversos síntomas, entro ellos: estornudos, úlceras en córnea y boca, conjuntivitis, congestión nasal, dificultad respiratoria, fiebre y decaimiento”, explica el Dr. Fabián López, especialista veterinario y consultor de CanCat, la marca de productos para animales de compañía. Como la gatita estaba muy flaquita y muy débil, de inmediato comenzó un tratamiento con alimento de calidad, cuidados intensivos y antibióticos por boca.
Desde un principio, Fita -como la había bautizado- fue una gatita muy confiada, a pesar de que se sentía mal ronroneó y amasó desde el primer día. “Como yo ya tenía a Alaska, una gata de dos años, las mantuve separadas y entonces Fita pasó sus primeras semanas en el baño de mi casa. Le dimos antibióticos durante 10 días y tuvimos consulta con una oftalmóloga veterinaria que indicó dos gotas diferentes, entre dos y tres veces por día, durante un mes por lo menos”.
Mientras, el operativo para mejorar la vida del resto de los animales continuaba. En el municipio de Morón hay colonias de gatos por doquier y eso trae consecuencias malas tanto para los animales -peleas constantes, lesiones, enfermedades, hembras preñadas todo el año- y también para los vecinos.
“Al esterilizar una colonia se reducen las peleas entre ellos y se frena el crecimiento de esa colonia, no se reproducen más y generalmente espantan a cualquier otro gato nuevo que quiera ingresar. Gracias al operativo que hicimos en la colonia de Malaver (@gatitoscoloniademalaver), el municipio nos escuchó y desde entonces trabajamos en conjunto con zoonosis de Morón: nosotras capturamos a los gatos, los alimentamos y ellos llevan el quirófano móvil y los veterinarios”.
“Pasaron los días y ya no la pude dejar ir”
Con el paso de los días, Fita se recuperó del herpes virus que había afectado su ojo. “Habían pasado varias semanas ya. Yo estaba asombrada por su carácter: era tranquila y cariñosa y a medida que fue mejorando, ya no la pude dejar ir. Además pensaba que mi gata Alaska estaba sola casi todo el día, ya que estoy fuera de casa por trabajo por casi doce horas. Sentía que la personalidad de Fita tan distinta a la de Alaska iba a funcionar muy bien y se iban a acompañar mientras yo no estuviera”.
Al pensar sobre la vida que hoy tiene Fita, Rocío se emociona. Fita le tiene pánico al exterior. Su casa es su lugar seguro y Alaska y su humana son su refugio. Vive tranquila, come pollo todos los días, tiene un rascador hermoso de pared en el que se la pasa jugando, corretea y juega con Alaska por toda la casa, duerme en la cama. “Ya no pasa frío ni hambre. Obviamente está esterilizada y es la gatita más dulce y buena que conocí”.
Sin embargo, Rocío aclara que la realidad de Fita no es la de la mayoría de los gatos y por eso insiste en la importancia de involucrarse. “Seguimos esterilizando colonias dentro del municipio de Morón con la ayuda y predisposición de zoonosis y el quirófano móvil. Es fundamental que cada uno se involucre y castre tanto a los animales propios como a los que ve por la calle. Es la única manera de terminar con tanta desidia y abandono. Involucrarse, transitar y adoptar son tres acciones que hacen la diferencia. Cuando uno se compromete con un animal, y puede ver cómo pasa de sufrir a tener una vida hermosa, llena de amor, aprende que con poco se puede hacer mucho”.
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