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“Resulta maravilloso ser amada”… (Camilla Parker, Duquesa de Cornualles)
Todos nos ponemos un poco sentimentales cada 14 febrero, aunque la mayoría diga que no le importa la fecha. En el ejercicio de redimir nuestras propias historias de amor nos miramos en las ajenas, y cómo no hacerlo esta vez en la de Camila y Carlos, ahora que comienzan a escribir su momento epifánico.
Durante años demonizada por la difunta Diana y calificada como “la mujer más odiada de Inglaterra”, finalmente la Duquesa de Cornualles accederá al estatus de reina consorte cuando Isabel le ceda el trono a su hijo. El gesto es sin dudas un reconocimiento no solo por su labor en las más de 90 organizaciones benéficas que apoya desde su papel, sino también una forma de recompensa por todo lo que esta pareja debió soportar en el pasado. La corona viene a ser el broche de una saga de desencuentros y resiliencia, pero fundamentalmente nos demuestra que donde hay amor de verdad los cuentos pueden acabar en realidad, algo en lo que hoy más que nunca necesitamos creer.
De Camilla teníamos las peores referencias: fue la eterna tercera en discordia de un matrimonio mal avenido, su rival la llamaba “el rottweiler” y la prensa llegó a meterse incluso con sus partes íntimas tras publicar los detalles de una conversación telefónica en la que el príncipe le decía que quería ser su tampón. Más humillación que esa, imposible. La muerte de la princesa de Gales la dejó aún peor parada, sin embargo, ella resistió en silencio. ¿Cómo hizo entonces para atravesar tantas humillaciones sin perder el equilibrio, sin hacer demandas judiciales ni dar entrevistas para descargar su furia, a diferencia de su “nuera” Meghan Markle, que no aguantó ni una temporada en el palacio ?...
En 2004 la escritora y dramaturga Kate Mosse acudió a una fiesta dedicada al escritor Tom Parker Bowles, experto en gastronomía. “Recuerdo estar de pie haciendo cola para entrar al baño con una mujer increíblemente maja que tenía una risa de lo más profunda y contagiosa y mantener una pequeña charla con ella. Fue uno de esos momentos entre mujeres yendo al baño”, le contaba Mosse a Penny Junor, autora de la biografía The Duchess: Camilla Parker Bowles and the Love Affair That Rocked the Crown (La duquesa: Camilla Parker Bowles y el affaire que sacudió a la corona). Hasta entrada la noche no supo que se trataba de Camilla Parker Bowles, madre del agasajado. Según un artículo sobre la futura reina consorte publicado en Vanity Fair, la reacción de la escritora fue la misma que tiene el común de la gente cuando la conoce en persona: “Tiene una personalidad encantadora. Es muy accesible y cercana, cálida, amistosa y divertida”.
El sentido del humor ha sido su principal salvavidas
Camilla Rosemary Shand – tal es su nombre de soltera -nació el 17 de julio de 1947 dentro de una familia de clase alta y, al revés de Carlos y Diana, tuvo una infancia feliz, apoyada por padres cariñosos y dedicados. “De pequeña marchaba en dirección a la escuela toda contenta y sin mirar atrás jamás. Galopaba a lomo de su pony y afrontaba cada salto sin una sola preocupación. Cargaba contra el mar y se reía de las olas” describe su biógrafa. Si bien en su juventud no demostró interés en trabajar ni se inclinó por el estudio o actividad intelectual alguna, siempre fue clara respecto de sus ambiciones. Su plan mayor era casarse con un hombre de su clase y vivir en el campo rodeada de hijos, perros y caballos, debilidad (las dos últimas) que comparte con su suegra. Esas modestas aspiraciones conquistaron el corazón del sufrido príncipe en el verano de 1971, cuando se conocieron. La empatía fue inmediata. “A Carlos le encantó que Camilla sonriese con los ojos además de con la boca y que le hicieran reír las mismas tonterías que a él” afirma Junor en su libro.
Al poco tiempo empezaron a salir, sin embargo - y así lo muestra la polémica serie de Netflix- la reina y el pérfido Lord Mountbatten, tío abuelo y figura paterna de Carlos, hicieron lo imposible por separarlos. Ella no era nadie, no encajaba en el plan real. Si es cierto que armaron un boicot, que se conectaron con los padres de ella para que la convencieran de casarse con el oficial Andrew Parker Bowles mientras a él lo mandaban de expedición al otro lado del mundo, y que la familia real no la aceptaría jamás por considerarla poco virgen y aristocrática, entonces aquella crueldad tuvo relativo éxito. Aunque es cierto que entonces Camilla estaba enamorada de Bowles, un mujeriego que también se acostó con su cuñada (la princesa Ana), en julio de 1973 accede a casarse pese a los ruegos de Carlos.
Claro, ninguno de los dos logró ser feliz por separado
Así, separados a la fuerza, la felicidad les fue esquiva desde entonces. El papel de esposa y madre que tanta ilusión le había hecho a ella enseguida empezó a desteñir tras las notables infidelidades de su marido. En todo ese tiempo Carlos siguió frecuentándola como su mejor amigo hasta que a finales de la década de 1970 volvió a caer en sus brazos. Ya a mediados de los ochenta el romance iba en serio, aunque permanecía en las sombras. “Él estaba sumido en una depresión cuando su matrimonio empezó a fracasar, y ella lo sacó de aquel agujero y consiguió devolverle la sonrisa”, afirma la biografía. Pero a ese amor furtivo le esperaba algo todavía peor. En 1992 Andrew Morton publica Diana: su verdadera historia, y la vida de Carlos y de Camila vuelve a convertirse en un infierno. Ella recibía cartas con amenazas e insultos cargados de odio, la prensa la presentaba como una mujer fea -poco agraciada- en comparación con la esbelta Diana, cuya imagen ya alcanzaba niveles de idolatría. Sin embargo, aquel episodio terminaría uniéndolos aún más porque Carlos la adoraba. Y, según Junor, Camilla le diría a una amiga en una ocasión: “Resulta maravilloso ser amada”.
Tras el divorcio de ambos y el trágico final de Diana, la relación se hizo oficial. En abril de 2005 se casaron sin mucha pompa en el castillo de Windsor y desde ese día el pueblo inglés empezó a mirar con más piedad a esta pareja de seniors que a tanta maldad logró sobrevivir. Es probable que incluso sus hijos, aun dolidos, pudieran comprender que fueron víctimas del mismo sistema que había devorado a su madre. Y lo más sorprendente es que todos esos damnificados pudieron perdonar a la reina Isabel. “En cuanto se casó, pudimos verla por ahí acompañada de Carlos y la gente pudo empezar a conocerla, a todo el mundo le pilló por sorpresa lo cariñosa, amistosa y divertida que es. Les cayó bien. Y, gracias a sus buenas maneras con la prensa y a lo bien que se portaba con los fotógrafos, consiguió que dijeran cosas positivas sobre ella y publicasen fotografías favorecedoras, y poco a poco la perspectiva del público fue cambiando a mejor” decía la autora.
Al decir de las últimas crónicas a propósito de la declaración de su majestad sobre el próximo rol de su nuera, Camilla pone orden cuando a él lo dominan los berrinches y es quien le da el apoyo que con desesperación buscó toda su vida, y que nunca encontró en ningún lado. Los ingleses, ya acostumbrados a los escándalos de la familia, apoyan a los futuros reyes. Según una encuesta de YouGov llevada a cabo en Gran Bretaña en mayo de 2021, apenas el 13% de la población considera que Camilla debería recibir el título de reina, mientras que el 41% cree que debe llevar uno menor de “princesa consorte”, pero “reina consorte” es el que históricamente recibe la esposa de un rey dentro de la monarquía inglesa.
Y a éstas alturas, es el que merecen.
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