La ciencia del momento justo para hacer (y tener éxito)
"Si se quisiera medir el estado emocional del mundo, encontrar un anillo del humor suficientemente grande para circundar el planeta, lo mejor sería recurrir a los mensajes que circulan por Twitter", asegura Daniel H. Pink en Cuando. La ciencia de encontrar el momento preciso, libro que acaba de publicar editorial Paidós donde lleva adelante una investigación multidisciplinar sobre cómo elegir el momento adecuado para hacer algo y obtener mejores resultados.
A partir de la premisa de que nuestras habilidades cognitivas no permanecen estáticas a lo largo del día y pueden fluctuar más de lo que creemos, el autor, licenciado en Derecho por la Universidad de Yale y mentor de varios best sellers sobre motivación y creatividad, cita el trabajo de dos sociólogos de la Universidad Cornell, Michael Macy y Scott Golder, que analizaron más de quinientos millones de tuits enviados por 2,4 millones de usuarios de 84 países y que fueron publicados durante dos años, para medir las emociones de la gente, y en particular, cómo el "afecto positivo" (emociones como el entusiasmo, la confianza propia y el estado de alerta) y "afecto negativo" (emociones como la ira, la apatía y el sentimiento de culpa) variaban a lo largo del tiempo y según el momento del día.
Los investigadores no leyeron uno por uno esos 500 millones de tuits. Lo que hicieron fue cargarlos en LIWC (Linguistic Inquiry and World Count), un potente programa informático de análisis de texto que valora cada palabra en función de la emoción que transmite. De esta forma, descubrieron (y publicaron en la revista Science) que bajo la superficie de nuestra vida cotidiana se oculta un patrón crucial, inesperado y revelador: el afecto positivo –el lenguaje que revelaba que los usuarios se sentían activos, participativos y optimistas– crecía generalmente durante la mañana, se desplomaba por la tarde y remontaba de nuevo al anochecer.
"Pink revela en forma de divulgación aspectos que tienen que ver con el tiempo de las conductas. Cómo las conductas y nuestros estados internos varían en relación con la variable del tiempo y la temporización (el ‘timing’), es decir, cómo ciertos momentos favorecen determinadas conductas. Desde el punto de vista neurocientífico, este problema involucra varios aspectos. Uno es lo que llamamos cronobiología, que estudia los ritmos biológicos que organizan nuestra conducta a lo largo del día. Es relevante para el estudio del sueño, pero también para el estudio de las funciones cognitivas, nuestro nivel de vigilia y de atención, ya que nuestra capacidad de concentración varía a lo largo del día de acuerdo a esos ritmos biológicos", señala Fernando Torrente, director del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de Ineco.
Patrones emocionales
A lo largo de las 300 páginas, Pink hace foco en la ciencia que hay detrás del modo en que organizamos nuestro tiempo y nuestras rutinas diarias, para sacar mayor provecho de cada momento. Basado en estudios de cronobiología y otros aspectos de ciencia de la conducta, la investigación muestra que el patrón positivo en la mañana, negativo por la tarde y positivo nuevamente en la noche se verifica en los niveles de felicidad, en la cordialidad hacia los demás, en el disfrute y en el equilibrio emocional.
"Desde la psiquiatría sabemos que el estado de ánimo tiene varios ritmos: circadiano (cercano a un día de duración) y estacional. Nuestro nivel de energía oscila a lo largo del día y tiende a ser más intenso desde la mañana y decrecer a lo largo del día. En los trastornos anímicos como la depresión, no es raro que las personas manifiesten un malestar más intenso por la mañana con mejoría durante la tarde", señala por su parte Marcelo Cetkovich-Bakmas, jefe del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
El estudio realizado sobre los mensajes de Twitter mostró además que el patrón afectivo temporal adoptaba una forma similar entre distintas culturas y puntos geográficos. Tampoco importaba que la gente tuitease un lunes o un jueves: todos los días laborales eran básicamente iguales, y los resultados del fin de semana diferían ligeramente. "Nuestras conductas dependen de intenciones, de planes, de estados internos, pero también son fuertemente reguladas por el contexto temporal. Precisamente, la idea de que ciertos contextos, ciertos momentos, favorecen determinadas acciones y cómo reconocer esos momentos nos hace más fácil activarnos es un aspecto interesante que plantea el autor", apunta Torrente.
El efecto de los patrones afectivos temporales se verificó en distintos ámbitos. Pink cita también un estudio de los investigadores Julie Brines y Brian Serafini, que analizaron las demandas de divorcio durante un período de 14 años en el estado de California y detectaron un ritmo estacional. Las demandas de divorcio aumentaban en marzo y agosto; un patrón que descubrieron después, se repetía en cuatro estados.
Es difícil hacer una interpretación psiquiátrica del dato de los divorcios. Pero encadenado con lo anterior, sabemos que el estado de ánimo oscila a lo largo del año. En personas con depresión es frecuente que experimenten cambios durante el otoño y la primavera. De hecho existe el trastorno afectivo estacional: se trata de personas que experimentan episodios depresivos en estaciones. Todo indica que este fenómeno está vinculado con la duración del fotoperíodo, es decir, la relación de horas día y horas noche", explica Cetkovich-Bakmas.
Un dato curioso es que cuando nos acercamos al indicador arbitrario del final de una década, algo se modifica en nuestra cabeza y altera nuestra conducta. Pink cita a los investigadores Alter y Hershfield, que descubrieron que para correr una maratón se presenta un porcentaje desproporcionado de personas cuyas edades terminan en nueve entre los que debutan como maratonistas. A su vez, a lo largo del ciclo vital, la edad a la que las personas son más propensas a correr su primera maratón es los 29 años, el doble que las personas de 28 o 30.
Emprender diferentes actividades, asumir compromisos importantes y hasta trascendentales en la vida de una persona, todos esos aspectos se ven afectados por los patrones afectivos temporales. Develarlos es tarea de la ciencia, pero también de cada uno.
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